Breve introducción a la filosofía de Heráclito

Por Betzy Bravo | Noviembre 2023

I. Su contexto histórico y sus antecedentes filosóficos

En la Antigua Grecia, durante los siglos IX al VI a.C., las ciudades jónicas florecieron debido a sus colonizaciones; tuvieron un notorio crecimiento comercial, lo que condujo gradualmente a la disminución de la vida agraria. La acuñación de oro por los habitantes de Lidia y el cambio hacia un sistema monetario fueron avances significativos en su economía y, por otro lado, la población fue incrementándose en el área costera de Jonia dada la colonización del Mediterráneo, del Proponto y del Ponto.

En morado oscuro se observa el Reino del Ponto antes de las conquistas; en morado claro se encuentran las conquistas y su consiguiente expansión. Fuente: Wikimedia Commons.

La ciudad de Mileto se destacó política y culturalmente al fundar más de noventa colonias a lo largo de la región del Ponto Euximio, desde Anatolia hasta Rusia y la desembocadura del Danubio. Este fenómeno contuvo una notoria actividad en su población, lo que implicó el surgimiento de un nuevo espíritu entre la población griega, que se sintió excepcionalmente libre en comparación con otras poblaciones. Mileto estableció relaciones comerciales con ciudades orientales y otras ciudades marítimas griegas, esto posibilitó que buena parte de la población de la isla conociera y experimentara nuevas formas de vida y pensamiento, lo que nutrió notablemente su cultura. De acuerdo con Olof Gigon,[1] esto sentó los precedentes de la filosofía occidental, aunque en esta etapa temprana, su filosofía aún no era completamente sistemática y se centraba en los elementos del mundo material, manteniendo aspectos antropomórficos y míticos, algo distintivo de la filosofía occidental actual –la cual se aleja considerablemente de las explicaciones míticas de la realidad; no se centra, por ejemplo, en explicaciones divinas halladas en obras como la Ilíada y la Odisea–.

De Juan José Moral – Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6314567

En ese contexto de florecimiento económico y cultural, se destacan los primeros filósofos: Tales, Anaximandro y Anaxímenes, quienes formularon sus impresiones sobre lo esencial de la naturaleza. Los tres filósofos contribuían activamente en la política de la ciudad y establecieron relaciones con personas extranjeras, conocían la situación política y económica de las ciudades vecinas e informaban a su conciudadanía al respecto.

“Está tan comprobado que Tales ha sido consejero político de su ciudad, que cabe la presunción de que, en su libro, haya habido también reflexiones políticas, al estilo, por ejemplo, de Heráclito. Y de Anaximandro sabemos que ha estado presente en la fundación de la colonia Apolonia en el Ponto (VS 12 A 3).”[2] El tipo de vida pública y política de las ciudades jónicas posibilitaba que hombres y mujeres resaltaran en diversos ámbitos, por eso no es raro reconocer de inmediato, por decir algunos nombres, a Hesíodo, Hipatia de Alejandría, Pitágoras o Parménides.

2. Su personalidad

Heráclito de Éfeso (540 a. C. – 480 a. C.) creció inmerso en la rica cultura milesia, a la cual criticó severamente. Se distanció de las posturas cosmogónicas milesias en general, que permanecían ligadas a una visión mítica, en ellas la divinidad no estaba disociada de la naturaleza, pues la naturaleza misma era divina. En cambio, Heráclito desdeña la sabiduría predicada por tales filósofos o poetas, exigía conocer la ley de la vida a través de una investigación científica, y ser congruente con tal ley. Por eso se distancia de Jenófanes, a quien conocía bien, pero de quien reclamaba su dispersión en el conocimiento: su ansia de polimatía, es decir, de saber sobre diversos campos del conocimiento sin indagar profundamente en la unidad de la naturaleza. El mismo reproche le lanza a Hesíodo. La personalidad de Heráclito ha sido caracterizada como arrogante, crítica y soberbia. Al respecto registra Guthrie: “Un aristócrata de la más elevada alcurnia y de antiguo linaje,  cuya arrogancia fue tan excepcional, que desdeñó todos los privilegios concedidos por su propio pueblo, por el que sintió un vivísimo desprecio, al igual que, evidentemente, por el común de la humanidad.”[3] Es común hallar, en las exposiciones biográficas de Heráclito, caracterizaciones similares sobre su misantropía u odio a sus congéneres, así como el rechazo a las condecoraciones y cargos políticos. También se encuentran anécdotas que muestran su inconformidad con la forma de vivir de las élites políticas.

3. Su filosofía

a) El fuego y el lógos

Es común la sentencia pánta rheí (todo fluye) atribuida al filósofo de Éfeso, a través de la cual se explica el cambio constante de la realidad y las contradicciones que en ella convergen. El fragmento DK 63 es paradigmático para explicar dicha idea: “En unos mismos ríos entramos y no entramos, estamos y no estamos.”[4] Agustín García Calvo lo aclara de manera precisa:

Es por tanto esencial […] que la antítesis suene con sus dos mitades coordinadas (“entramos y no entramos”, cfr., pese a la credulidad prestada a lo del pánta rheí, la reformulación de A. Machado “Todo pasa y todo queda”), como que no es la mera fluidez continua […] lo que razón desea revelar en la realidad, sino la contradicción.[5]

De acuerdo con esta interpretación, la contradicción de la realidad es un elemento fundamental en la filosofía heraclítea; de modo que no basta explicar el fragmento DK 63 como un constante fluir, sino además, como una contradicción. Tal sentencia influyó posteriormente en filosofías como la de Platón (que lo manifiesta en su diálogo Cratilo) y Aristóteles (en el libro I de su Metafísica).[6]

La realidad cambiante y contradictoria ha sido ligada a la imagen del fuego heraclíteo, donde la realidad es representada a través del fuego, éste no es más que una alegoría[7] acompañada del lógos. Tanto el fuego como el lógos se desenvuelven en un movimiento contradictorio continuo, de hecho, ambos se definen por su naturaleza cambiante, que les es intrínseca. A pesar de ser inextinguibles, son en sí mismos movimiento.

No hay univocidad en la interpretación del lógos de Heráclito. Guthrie y Hülsz Piccone identificaron una variedad de interpretaciones, que abarca desde la noción de ley o principio racional, hasta el concepto de lenguaje y razón existencial. De modo que el lógos no solo es un elemento descriptivo fundamental en Heráclito en tanto que expone el movimiento de la naturaleza, sino que también actúa como un imperativo ético que guía la vida humana hacia la justicia. “[L]a filosofía de Heráclito es una gran sistematización de la vida humana, que está trazada de acuerdo con el lógos, el cual es ley y lenguaje del kósmos, y está orientada a poner al descubierto la phýsis de las cosas y del ser humano. Lógos es también […] una teoría acerca de la propia filosofía.”[8] De esta forma, hay una unidad inherente en tales significados y se rechaza el intento de considerarlos como entidades independientes, en consonancia con la propuesta filosófica de Heráclito y siguiendo la interpretación de Hülsz.

b) Visión ética y política

El ser humano, al igual que todo ente de la realidad, es un ser cambiante. Y es precisamente a través del cambio que el ser humano se forma, es decir, que se hace a sí mismo. No estamos terminados en ningún momento, sino que nos hacemos a través de transformaciones y gracias al lógos. Esto dice Heráclito en el fragmento DK 16: “A los hombres todos les es dado llegar a conocerse a sí mismos y mantenerse cuerdos.” La idea que subyace aquí es la autognosis socrática que apela al deber de cada ser humano para conocerse a sí mismo: conocernos en todo sentido, en virtud y en defecto. La investigación reflexiva es una cualidad de todas las personas: “no es cosa de elección particular sino común a cualesquiera hombres, a saber, averiguar y reconocer lo que uno es y no es.”[9] De manera que no podemos no conocernos a nosotros mismos, en esto no hay opción: necesariamente nos conocemos, conocemos nuestras contradicciones y nos transformamos (aun en contra de nuestra voluntad o de forma inconsciente).

Cada individuo, por naturaleza, se hace a sí mismo. Esto significa que el rumbo de la transformación de cada persona es responsabilidad de ella misma, de forma individual. Es verdad que otras personas influyen en la conformación de cada ser humano, sin embargo, lo que afirma Heráclito es que también cada uno es responsable de sí mismo, y en esto no hay elección. Esta idea será fundamental en la filosofía griega posterior, a la cual alude Sócrates durante su juicio. Antes de ser condenado a muerte, el filósofo ateniense dice a los jueces que, pese a que lo condenen a muerte, no podrán librarse de ser enjuiciados y criticados (tarea que él realizaba), pues, en última instancia, son ellos mismos responsables de sus vidas, son ellos mismos sus propios jueces.[10]

En ese mismo sentido, en el fragmento DK 112 dice Heráclito: “Estar cuerdos es la virtud mayor, así como inteligencia es decir verdad y hacerla, según el modo de ser de las cosas (y de uno) prestando oído.” Es posible conocerse a uno mismo y tomar acciones para superar las deficiencias personales. Conocerse a uno mismo implica una acción en relación con el mundo circundante; requiere, según este fragmento, escuchar el lógos y actuar de acuerdo con el mismo. Sin embargo, eso es algo que la mayoría ignora, por eso dice en DK 1:

Esta razón, siendo ésta siempre como es, pasan los hombres sin entenderla, tanto antes de haberla oído como a lo primero después de oírla: pues, produciéndose todas las cosas según esta razón, parecen como faltos de experiencia, teniendo experiencia así de palabras como de obras tales como las que yo voy contando, distinguiendo según su modo de ser cosa por cosa y explicando qué hay con ella. En cuanto a los otros hombres, les pasa desapercibido todo lo que despiertos hacen, tal como se olvidan de todo lo que durmiendo.

La idea de conocerse a uno mismo no se limita a un aspecto puramente individual y psicológico. Distintamente, implica también entender la historia personal en relación con el mundo, dado que nuestra identidad humana está vinculada a nuestro componente político y social. Este enfoque requiere comprender el entorno de manera objetiva, trascendiendo lo exclusivamente personal, especialmente al reconocer que el conocimiento contiene también, en su origen, lo que existe más allá del individuo. Así, poseer un entendimiento histórico y ético es un elemento trascendental en la filosofía heraclítea, si no ocurre así, la actitud de “los dormidos” (es decir, de quienes no escuchan al lógos, de quienes no actúan éticamente) afecta negativamente el mundo. Dicho en otras palabras: la pasividad ante lo que ocurre en la sociedad pasa factura no sólo a los llamados “dormidos” sino también a quienes Heráclito denomina “despiertos”, pues el mundo está compuesto por elementos interrelacionados; el acto de una persona afecta a las demás: “Que también los durmientes son operarios y colaboradores de las cosas que en el mundo se producen.”[11] Esto es, que no solamente nosotros, en nuestra individualidad, nos complementamos o nos formamos por efectos de las demás personas sino que también complementamos a los demás, también afectamos al mundo o, en otras palabras, hacemos mundo: “Que para los que están despiertos hay un mundo u ordenación único y común o público, mientras que de los que están durmiendo cada uno se desvía a uno privado y propio suyo.”[12] Cabe añadir que no hay absolutos en la caracterización de “dormidos” o “despiertos”, es decir, no hay personas que permanentemente se encuentren en la indiferencia ante el mundo ni tampoco hay personas que permanentemente se ocupen atender al mundo.

Como ha de entenderse, dada la lógica contradictoria de Heráclito, la gente en general tiene momentos de “estar dormida” o “estar despierta”; mas de lo que se trata es de intentar seguir a la razón de lo común, de lo justo, de lo verdadero en favor del mundo, por eso dice en el fragmento DK 2: “Por lo cual hay que seguir a lo público: pues común es el que es público. Pero, siendo la razón común, viven los más como teniendo un pensamiento privado suyo.”

4. Conclusión

Heráclito tenía inquietudes políticas estrechamente relacionadas con su pensamiento metafísico/filosófico que sostenía que todo es uno y contradictorio. De manera que sus planteamientos relacionados con el funcionamiento de la realidad o del universo guardaban conexión con su forma de conducirse cotidianamente, en cuestiones concretas. El concepto del lógos es percibido como el principio universal que los humanos debían seguir para establecer el orden en su comunidad, aunque para Heráclito la mayoría era incapaz de hacerlo. Esto muestra su crítica a la falta de reflexión y conciencia de sus conciudadanos, que parecían interesados sobre todo en sus asuntos individuales políticos y económicos, que en llevar una vida racional, frugal y justa. Notamos entonces cómo el mensaje del lógos puede interpretarse éticamente como directrices para el comportamiento humano, de manera individual y a un nivel de organización social y política, que llevaría a la gente a vivir en armonía.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] Gigon, O. Los orígenes de la filosofía griega, España: Gredos, 1985, pp. 45-46: “del  siglo  IX al  VI  a.  C.  tiene  lugar  el  florecimiento  de  las  ciudades  jónicas y,  sobre  todo,  un  acontecimiento  histórico,  que  fue  de  incalculable importancia  para  el  desarrollo  del  espíritu  griego.  Se  trata de la  fundación  de colonias  en todo  el  ámbito  del mundo habitado.  Mileto  tuvo  en  ello  la  parte  más  importante. […] El individuo griego se sintió libre de una manera sin igual en ningún otro pueblo.”

[2] Cf. Ibíd., p. 46.

[3] W. K. C., Guthrie. Historia de la filosofía griega I, Los primeros presocráticos y los pitagóricos, España: Gredos, 1984, p. 386.

[4] García Calvo, A. Lecturas presocráticas II, Razón común. Heráclito, España: Editorial Lucina, 1999, p. 186.

[5] Ibídem, p. 188.

[6] Cf. Ibíd., p. 187. Véase también Mondolfo, R. Heráclito, textos y problemas de su interpretación, México: Siglo XXI, 2012, p. 93.

[7] Cf. Hernández Oñate, Leonor, “Lógos: Heráclito y los orígenes de la filosofía” en Nova Tellvs, 33/2, Enero-Junio, 2016, p. 160: “Kósmos, al ser equiparado con el fuego, es “siemprevivo” y dinámico.”

[8] Ibídem, p. 157.

[9] García Calvo, A. Lecturas presocráticas II, Razón común. Heráclito, España: Editorial Lucina, 1999, p. 283.

[10] Platón, Apología de Sócrates, 39 c-d: “Yo os aseguro, hombres que me habéis condenado, que inmediatamente después de mi muerte os va a venir un castigo mucho más duro, por Zeus, que el de mi condena a muerte. En efecto, ahora habéis hecho esto creyendo que os ibais a librar de dar cuenta de vuestro modo de vida, pero, como digo, os va a salir muy al contrario.”

[11] DK 75.

[12] DK 89.

Bibliografía

García Calvo, A. Lecturas presocráticas II, Razón común. Heráclito, España: Editorial Lucina, 1999.

Gigon, O. Los orígenes de la filosofía griega, España: Gredos, 1985.

Hernández Oñate, Leonor, “Lógos: Heráclito y los orígenes de la filosofía” en Nova Tellvs, 33/2, Enero-Junio, 2016.

Mondolfo, R. Heráclito, textos y problemas de su interpretación, México: Siglo XXI, 2012.

Platón, Apología de Sócrates. España: Gredos [Colección Grandes Pensadores], 2010.

W. K. C., Guthrie. Historia de la filosofía griega I, Los primeros presocráticos y los pitagóricos, España: Gredos, 1984.

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