Un imperio a cuentas

Marzo 2023

Generalmente, las dinámicas de poder llevan a los opresores o las más influyentes a escribir la historia de acuerdo a su visión de las cosas. En Estados Unidos, por ejemplo, predomina entre las elites una narrativa discursiva en donde se conciben asimismo como una democracia modelo para el resto de los países del mundo. En esta concepción, los derechos humanos de los ciudadanos son respetados, los derechos de los inmigrantes son igualmente acatados, no hay clases sociales pues todos pertenecen a la llamada “clase media”, lo que sea que eso signifique.

Sin embargo, a pesar del predominio de esta concepción, hay una serie de problemas sociales de larga data que dejan ver un país inestable, problemático, lleno de contradicciones e injusticias que aún están por resolverse en uno u otro sentido.

Me concentraré en la cuestión del racismo estructural contra las minorías y los inmigrantes y el militarismo apoyándome en las ideas del teórico estadounidense Nikhil Pal Singh, quien ha estudiado por muchos años los orígenes del estado de cosas en Estados Unidos, entre ellos, los aparatos de represión y el supremacismo blanco.

Las elites estadounidenses han construido un mito sobre su historia y su presente olvidando conscientemente su pasado, es decir, encubriendo o enmascarando sus crímenes y la trayectoria vergonzosa y deleznable sobre la que se cimenta este país.

Pero si el imperio persiste en olvidar, hay quienes le recuerdan constantemente estos crímenes e injusticias, los de ayer y hoy, y estos son las víctimas de esos abusos: las minorías racializadas, los inmigrantes que temen ser deportados y son víctimas de sobreexplotación, los disidentes políticos y de ideas que son censurados o marginados de la palestra pública. Los que sufren la opresión económica de los grandes corporativos que tiene sometido al estado, del capitalismo salvaje que se ve reflejado en la educación, en la salud, en los servicios públicos privatizados que son costosos e inaccesibles para la mayoría de los trabajadores. Es el país con el mayor número de muertos por coronavirus con más de 1 millón 100 mil muertos, a pesar de aún ser el país más rico del mundo y que destina más de 18% de su PIB en gastos en salud, lo que refleja la grosera desigualdad económica que sufren sus habitantes.

Para entender a este país y sus abusos hay que decir primero que Estados Unidos se construyó sobre una serie de opresiones, en primer el esclavismo que no fue abolido sino hasta finales del siglo XIX y luego mantuvo un sistema de segregación racial que se extendió hasta la década de 1960. Once de los primeros doce presidentes de EE. UU. fueron esclavistas.

Pero también está construido sobre la colonización y el robo de tierras a los grupos indígenas, el saqueo de sus recursos y el exterminio de ellos mismos.

Este es el origen de política imperial y expansionista estadounidense. Y a partir de aquí no hay momento en la historia en que este imperio no haya estado en guerra.

Les siguieron la expansión hacia el oeste, incluida la anexión de la mitad del territorio mexicano, la anexión de las antiguas colonias españolas, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, luego la política intervencionista en América Latina, y un largo etcétera.

Hoy se encuentra en una guerra encubierta contra Rusia, en la que Ucrania es solo un peón más del tablero geopolítico mundial. Las corporaciones del complejo militar-industrial se frotan las manos con las ganancias que obtendrán por la fabricación de drones, artillería ligera y misiles. En un año, el valor de mercado de los principales contratistas del ejército ha subido unos 35 mil millones de dólares.

Estados Unidos busca la hegemonía mundial que al mismo tiempo significa el apuntalamiento del capitalismo más salvaje como sistema económico. Y no vacila en caer en la trampa de Tucídides para proteger sus intereses, es decir, caer en el error histórico de impedir el ascenso de una potencia que amenaza la unilateralidad del imperio, en este caso, el ascenso inevitable de China.  Esto solo augura más conflictos armados e inestabilidades globales con efectos perversos para todos.

A nivel interno Estados Unidos, se enorgullece de ser una nación donde impera el estado de derecho, se respeta la propiedad privada y hay orden social y estabilidad. La otra cara de la moneda que se menciona muy poco es que es el país con el complejo penitenciario más grande la historia humana. En las prisiones de EE. UU. hay un total de 2.1 millones de individuos encarcelados, la mayoría de ellos latinos y afroamericanos. El inmenso aparato policial y de represión sirve a los intereses del capital y de los ricos. Pocos se atreven a levantar la voz y a exigir sus derechos si pueden ser tachados de perturbar la paz y ser encarcelados.

Martin Luther King afirmó que los tres males que caracterizan al imperio norteamericano son el racismo, el materialismo y el militarismo. El primero, dice Nikhil que es el producto directo del esclavismo. El segundo, producto del hambre de tierra, y el tercero es un legado de la colonización y el expansionismo. Esta es la historia de EE. UU. y es lo que explica su unilateralismo interno y global hoy en día.


Arnulfo Alberto es maestro en economía por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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