La economía de Jevons: de “el fin de la teoría del valor” a la revolución marginalista

Marzo 2023

Introducción

William Stanley Jevons nació en Liverpool en 1835, fue hijo de una familia de comerciantes, ingresó al University College de Londres en 1851, tenía sólidos conocimientos matemáticos, le gustaba la meteorología, y le gustaba hacer estudios empíricos sobre cuestiones monetarias y económicas. Él, junto con Carl Menger y León Walras son la tríada más importante de la escuela marginalista. 

En este trabajo se analizará el método que sugiere Jevons para la economía plasmado en Principios de la Economía Política (1871), se observará que tiene dos problemas principales: al matematizar la economía iguala tierra, trabajo y capital a variables, lo que hace imposible diferenciar las especificidades de cada uno y que el enfoque que usa para la construcción de su teoría se basa en el individuo, lo que no debería extrapolarse a la sociedad. 

El método de Jevons

La piedra angular es que el valor de las cosas dependen enteramente de la utilidad y no del trabajo; que el quehacer económico de los hombres está en función del: dolor y del placer, “es difícil incluso de concebir; pero es la cantidad de estos sentimientos lo que nos impulsa continuamente a comprar y vender” (Jevons, 1871: 11). Con ello quita la teoría del valor trabajo de la economía y la sustituye por la utilidad. Concibiendo así las bases de la economía, basta con trazar cuidadosamente las leyes naturales de la variación de la utilidad, como dependiente de la cantidad de mercancías en nuestra posesión para llegar a una teoría satisfactoria del intercambio, de la cual, las leyes de la oferta y la demanda son una consecuencia necesaria, afirma. 

Desde esta perspectiva propone que la economía debe ser una ciencia matemática, “mi teoría es de carácter puramente matemático… las cantidades con las que tratamos deben estar sujetas a una variación continua, no dudo en utilizar la rama apropiada de la ciencia matemática, que implica la consideración sin miedo de cantidades infinitamente pequeñas (cálculo diferencial)” (Jevons, 1971: 3) para aplicarlo a los conceptos de la economía como riqueza, utilidad, demanda, oferta, capital, trabajo, interés, etcétera. Es consciente de que la aplicación de las matemáticas a la economía no es exacta, pero justifica que todas las ciencias físicas empezaron por generalidades y que las hipótesis no tienen que ser realmente exactas, “incluso los problemas aparentemente más sencillos de la estática o la dinámica son sólo aproximaciones hipotéticas a la verdad” (Jevons, 1871: 6).

A la objeción de que hay conceptos que no pueden ser medidos, argumenta que no se pueden medir directamente, pero

es a través de los efectos cuantitativos de los sentimientos como tenemos que estimar sus cantidades relativas. No podemos conocer o medir la gravedad en su propia esencia más de lo que podemos medir un sentimiento; pero, de la misma forma que medimos la gravedad por sus efectos sobre el movimiento de un péndulo, podemos estimar la igualdad o desigualdad de los sentimientos por las decisiones del espíritu humano (Jevons, 1871: 11)

Con la utilidad por delante, como una relación entre el dolor y el placer, como cosas que se pueden medir por sus consecuencias con el uso de las matemáticas, la economía debe servirse del método inductivo y deductivo, pues 

la inducción es una operación inversa, la inversa de la deducción, y sólo puede realizarse mediante el uso de la deducción. Poseyendo ciertos hechos de observación, formulamos una hipótesis sobre las leyes que rigen esos hechos; razonamos desde la hipótesis deductivamente hasta los resultados esperables; y luego examinamos estos resultados en conexión con los hechos en cuestión; la coincidencia confirma todo el razonamiento; el conflicto nos obliga a buscar causas perturbadoras, o bien a abandonar nuestra hipótesis (Jevons, 1871: 18). 

Dados estos principios no concibe la teoría del valor de la escuela clásica como correcta, sino que la desecha y pone en su lugar una sustitución: valor de uso = utilidad total; valor = grado de utilidad final; y poder adquisitivo = relación de cambio. Además de ello, otro de los cambios más importantes es que desplaza el análisis de producción y distribución de la riqueza al análisis del consumo porque la economía debe de fundarse en la utilidad y, esta, solo se puede entender examinando las necesidades y deseos del hombre, por ello 

necesitamos una teoría del consumo de la riqueza… Es evidente que la Economía se basa en las leyes del disfrute humano… Trabajamos para producir con el único objeto de consumir, y los tipos y cantidades de bienes producidos deben determinarse con respecto a lo que queremos consumir (Jevons, 1871: 39). 

La construcción teórica de Jevons se hace a partir del método que dice es deductivo-inductivo y siempre afronta los problemas desde el individuo para después hacer generalidades, que además él mismo afirma no tienen que ser exactas. Por ello “podemos partir de una ley psicológica obvia y podemos razonar hacia abajo y predecir fenómenos que se producirán en la sociedad por dicha ley” (Jevons, 1871: 16). 

Jevons, al hacer análisis con base en la utilidad usa el concepto de utilidad marginal, el cual se aplica al productor, al consumidor y al trabajador: al productor al utilizar sus recursos escasos de trabajo y capital, al aumentar una unidad de cada uno ¿Cuánto aumenta la cantidad de la producción?; al consumidor, al adquirir una unidad más de cierta mercancía ¿Cuánta utilidad le brinda? Esto lo aplica en las relaciones de intercambio, en la producción, en el consumo y en el acto de trabajar, de ahí deriva el nombre de escuela marginalista, porque siempre tiene presente la utilidad marginal en su análisis.

Las consecuencias de la teoría de Jevons

Jevons partió del hecho de que la economía clásica estaba equivocada en su teoría del valor trabajo y en su lugar propuso la utilidad y, su derivación, la utilidad marginal. Aplicó este concepto al análisis de los individuos para después extrapolar el análisis a toda la sociedad basado en los efectos que produce la utilidad (sostenido en el placer y el dolor de los hombres) utilizando el cálculo diferencial. Este hecho hizo que el análisis de la economía se trasladara al consumo y al intercambio, pues la teoría de Jevons sugiere que con el principio de utilidad todo mundo, productor y consumidor, asiste al mercado para satisfacer sus necesidades. 

La preocupación de la economía clásica era de dónde provenía el valor, cuál era la fuente de la riqueza de las naciones y gran parte de su construcción teórica la hizo en función de su teoría del valor trabajo. Pero Jevons con el principio de utilidad llega a la conclusión de que es en el proceso de intercambio donde se precisa la utilidad de las cosas y, por tanto, también los precios, es decir, aquí se fija el precio y, tanto como comprador y vendedor, obtienen una utilidad marginal tan benéfica para los dos como es posible. 

Es cierto que los recursos que dispone la sociedad son escasos y que uno de los principios de la economía es utilizarlos eficientemente, pero Jevons al acercarse a ese problema por medio del cálculo y el concepto de la utilidad marginal, somete al capital y trabajo al lecho de Procusto, a variables que se tienen que combinar en grado óptimo para obtener la máxima utilidad. Este punto es un contrasentido completo si consideramos los argumentos de la escuela clásica en lo tocante al trabajo, que tiene la cualidad sui géneris de crear valor al hacer uso del capital constante dentro de la fábrica para crear mercancías. Pero este hecho para Jevons no es relevante porque su objetivo no es entender la fuente de la riqueza, sino el camino más eficiente para repartir recursos escasos entre fines competitivos y así obtener la máxima utilidad posible.  

El cálculo aplicado a la economía no puede ser malo en sí mismo porque es una herramienta para el análisis, sino que el método empleado por Jevons para hacer su construcción teórica es parcial. Al usar matemáticas hace a la economía más precisa en su análisis, pero el marginalismo se enfoca exclusivamente en maximizar los beneficios del individuo y considera que por ese medio todos pueden acceder al máximo beneficio ad libitum. Este enfoque individual olvida las relaciones sociales donde se desenvuelven los individuos y considera que la conducta “normal o estándar” se puede modelar para toda la sociedad: ese absurdo es el que lleva a no considerar siquiera la evolución histórica de la sociedad. Este análisis se centra exclusivamente en el intercambio entre individuos, que es en el intercambio dónde pueden obtener la máxima utilidad posible, pero no considera las condiciones específicas de cada individuo, por lo que no ve por ningún lado el problema de la distribución de la riqueza como uno de los problemas centrales de la economía. 

Conclusión

El método y la construcción teórica de Jevons derivó en un cambio radical en el estudio de la ciencia económica: trasladar el análisis de la producción y distribución de la riqueza de la escuela clásica a el del consumo y uso eficiente de los recursos escasos para obtener la mayor utilidad posible de la escuela marginalista. El cambio se debió a que desechó la teoría del valor trabajo y se enfocó en el concepto de utilidad (y de utilidad marginal) como el móvil del homo economicus. Se identificó que su análisis centrado en los individuos, a pesar de que trata de justificar que está basado en un método inductivo-deductivo no es suficiente para extrapolar las conclusiones que obtiene del análisis de un productor o consumidor, porque en la realidad no se puede normar la conducta de un individuo y tampoco considera las relaciones sociales donde se reproducen las actividades de los individuos analizados. En la actualidad, la revolución marginalista que inició Jevons (y la escuela marginalista) sigue operando en los fundamentos del sistema económico imperante y sus consecuencias son evidentes: un perfeccionamiento sin precedente del sistema de producción que produce mucha riqueza pero que el mercado (en el intercambio) no puede distribuir equitativamente. 


Rogelio García Macedonio es economista por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Bibliografía

Jevons, W. S. (2013). The theory of political economy. Ed. PALGRAVE MACMILLAN, UK. Edición consultada en https://link.springer.com/book/10.1057/9781137374158 el 1 de diciembre de 2022. 

Marx, K. (2010). El capital. Crítica de la economía política. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V. Distrito Federal, México. 

Bujarín, N. (1975). Crítica a la teoría marginalista. Ediciones Cultura Popular. Distrito Federal, México. 

Roll, E. (1994). Historia de las doctrinas económicas. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V. Distrito Federal, México. 

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