Octubre 2022
La Gran Depresión
A finales de octubre de 1929, los llamados “Felices años veinte”, que fueron un periodo de aparente aceleración económica y relajación de las tensiones sociales, terminaron abrupta y devastadoramente cuando la Bolsa de Nueva York experimentó el colapso más grande de su historia, desvaneciendo millones de dólares en cuestión de días y desencadenando la recesión más grande en la historia de los Estados Unidos, hoy conocida como la Gran Depresión. En los años siguientes, miles de bancos cerraron, negocios quebraron en todo el país, y millones de trabajadores perdieron su empleo. El desempleo llegó a un dramático 20 por ciento. Grandes sectores de la población estadounidense, que aún no estaban en situación de pobreza, vieron desaparecer los ahorros de toda su vida y cualquier perspectiva laboral. A millones los desalojaron de sus casas, entre ellos a agricultores empobrecidos, dificultando aún más el acceso a la alimentación. La especulación financiera desenfrenada a cargo de las élites empresariales había impulsado el auge de la economía en la década de los veinte, y construido las fortunas masivas de los nuevos ultrarricos. Ésta era considerada por muchos la culpable de la desgracia global que ahora vivían. Así, la inestabilidad inherente al sistema capitalista creó, una vez más, condiciones maduras para la organización anticapitalista.
Las predicciones optimistas de una recuperación rápida al inicio de la recesión se mostraron falsas cuando la devastación económica se extendió por todo el país a principios de los años treinta. Entonces, la tensión y el malestar comenzar a aumentar rápidamente. La masa de pobres y hambrientos veía campos cultivables ociosos por falta de rentabilidad y fondos para los agricultores. Cuando la crisis se agudizó, estallaron disturbios por alimentos y la población recurrió a la fuerza para resistir a los intentos de desalojo de la policía. Durante los años 1931-1933 la policía tuvo que sofocar a multitudes de cientos y, a veces, miles de personas, muchas de ellas armadas, que exigían comida y trabajo en ciudades como Arkansas, Detroit, Indiana Harbor, Boston, Nueva York, Seattle y más. En el verano de 1932, se necesitaron “cuatro tropas de caballería, cuatro compañías de infantería, un escuadrón de ametralladoras y seis tanques” para reprimir una marcha en Washington D.C. de 20.000 veteranos de la Primera Guerra Mundial que exigían el pago de bonos de guerra.[1]
El Partido Comunista de los Estados Unidos (CPUSA) rápidamente asumió un papel activo en la organización. En marzo de 1930, el CPUSA organizó un “Día Internacional del desempleo”, en el que más de un millón de trabajadores se manifestaron en EE. UU. bajo el lema “¡No mueras de hambre! ¡Lucha!”. Se crearon Concejos de Desempleados, que reclutaron a decenas de miles, organizaron protestas, y lucharon fervientemente contra los desalojos. Los comunistas fueron capaces de organizar a través de líneas raciales, a pesar de la persistencia de los antagonismos en este ámbito, y se convirtieron en líderes en la organización de huelgas de alquiler y en la resistencia local contra desalojos. Rápidamente se popularizó el eslogan: “¡Corre rápido y encuentra a los Rojos!”, que se utilizaba cuando la policía aparecía para desalojar a alguna familia de su vivienda. Cuando la policía arrojaba a la calle los muebles de los desalojados, multitudes de personas ayudaban a devolverlos a las casas y levantaban barricadas físicas hasta que la policía se veía obligada a irse. En un caso famoso en la ciudad de Nueva York en enero de 1932, conocido como la “Batalla del Bronx”, un consejo de desempleados votó a favor de apoyar una huelga de alquiler a gran escala y dispuso que miles de residentes resistieran físicamente los intentos de la policía por romper el Huelga. Cuando los propietarios de dieron por venidos y anunciaron el fin de los desalojos y una reducción del alquiler, la multitud estalló en cánticos de La Internacional mientras agitaban sus ejemplares del periódico del CPUSA.[2]
La insatisfacción con el estatus quo condujo a la elección del candidato populista del Partido Demócrata Franklin Roosevelt a la presidencia en noviembre de 1932. Roosevelt era una figura carismática, que prometía promulgar un conjunto de reformas para aliviar la situación de la clase trabajadora y lograr estabilidad económica, con la esperanza de un acuerdo múltiple entre las grandes empresas, los trabajadores y el estado. La Ley de Recuperación de la Industria Nacional, aprobada en 1993, autorizaba al estado regular salarios y precios, estableció un programa de obras públicas nacionales sin precedentes —movilizando directamente a millones de desempleados para trabajar— y proveía derechos de negociación colectiva a los sindicatos. Un programa más radical de planificación y producción estatales llamado Tennessee Valley Authority, implementado en 1933, ganó popularidad inmediatamente al llevar desarrollo económico y modernizar la infraestructura en áreas rurales del sur, pero fue despreciado como un programa “socialista” por las élites gobernantes.
Al principio, las élites empresariales presionaron para aplastar las reformas de Roosevelt y, de hecho, obtuvieron un control significativo sobre la economía a través de sus posiciones en las asociaciones empresariales recién creadas, así como en la Cámara de Comercio. Sin embargo, conforme avanzaba su mandato, la creciente amenaza de disturbios y rebeliones empujó a Roosevelt mucho más allá de lo que esperaba o incluso de lo que quería lograr. Un ejemplo de esta amenaza es la “huelga de la costa oeste” de 1934, en la que decenas de miles de estibadores en todos los puertos de la costa oeste declararon una wildcat strike[3] a pesar de la reticencia y protesta de la dirigencia conservadora del sindicato; la huelga paró en seco la actividad económica. El paro culminó con una huelga general en San Francisco, después de que dos trabajadores murieran en enfrentamientos con la policía. El estado llamó a nuevas fuerzas policiales especiales y la guardia nacional, que llegaron con tanques, ametralladoras y artillería, amenazando con un gran enfrentamiento con los trabajadores de la ciudad. El periódico Los Angeles Times escribió: “La situación en San Francisco no se puede describir correctamente como una ‘huelga general’. Lo que realmente se está desenvolviendo allí es una insurrección, una revuelta de inspiración y dirección comunistas contra el gobierno. Solo hay una cosa por hacer: sofocar la revuelta con la fuerza que sea necesaria.”[4] Al mismo tiempo, una huelga de camioneros en Minneapolis, fuertemente influenciada por la Liga Comunista de Estados Unidos, declaró una huelga que inmovilizó la ciudad. Más tarde ese año, más de 300.000 trabajadores textiles en todo el sur se declararon en huelga, dirigida por las mismas bases obreras, lo que provocó más batallas mortales con las fuerzas policiales e incluso la extensión de la huelga al noreste. En última instancia, cada una de estas luchas terminó en acuerdos, pero el creciente temor a una revuelta de clase se incrustó en la conciencia nacional.
Para mitigar estas amenazas de rebelión y estabilizar las relaciones de clase, Roosevelt amplió su lista de reformas. Conocido popularmente como el “New Deal” (Nuevo Trato o Nuevo Acuerdo), la amplia gama de reformas aprobadas bajo el mandato de Roosevelt incluyó el establecimiento de seguridad social, seguro de desempleo, salario mínimo, regulaciones a la banca y actividad financiera, reforma fiscal progresiva, programas de obras públicas, reformas agrícolas para estabilizar los ingresos de los agricultores y la expansión de los derechos laborales y sindicales. A pesar de la persistencia de la depresión, Roosevelt se hizo muy popular entre la clase trabajadora, realineando dramáticamente el panorama político de los EE. UU. en las próximas décadas. El Partido Demócrata se convirtió en el partido de los obreros organizados y de los trabajadores pobres, y Roosevelt fue reelegido para cuatro mandatos presidenciales, algo sin precedentes en la historia de EE.UU. En total, ocupó este cargo desde 1933 hasta su muerte en 1945.
Al mismo tiempo, las políticas protectivas hacia los pobres y el aparente favoritismo de Roosevelt por la clase obrera le ganaron el resentimiento de las élites empresariales, quienes lo desdeñaban como un “traidor a su clase”. Durante el primer año de su presidencia, se reveló en el Congreso un supuesto complot para derrocar a Roosevelt e instalar una dictadura fascista dirigida por el general mayor Smedley Butler; un complot que hacía eco del ascenso del fascismo en Europa. Desafortunadamente para los golpistas, Smedley Butler, quien era en ese momento, el infante de marina más condecorado en la historia de los EE. UU., había evolucionado en su postura hasta convertirse en un crítico del capitalismo y un partidario del presidente Roosevelt. Tras décadas de servicio militar, Butler se dio cuenta de que sus acciones no servían a los intereses del estadounidense promedio, ni a los ciudadanos de los países que ayudó a invadir, sino a los de la clase capitalista. Declarando que durante décadas había servido sin saberlo como un “hombre musculoso de clase alta” para Wall Street y etiquetándose a sí mismo como un “mafioso del capitalismo” en un libro que escribió titulado War is a Racket, Butler testificó ante el Congreso contra los golpistas, y el golpe nunca se concretó. La seguridad de la que gozó Butler tras dar a conocer su testimonio, sin embargo, nunca llegó al cada vez más popular senador de Luisiana Huey Long, quien criticó a Roosevelt por no ir lo suficientemente lejos con sus reformas. Long amenazó a Roosevelt con competir contra él en las elecciones presidenciales, pero fue asesinado en 1935, en lo que muchos consideraron una conspiración.
Eventualmente, la clase dominante tuvo que aceptar a regañadientes la necesidad de las reformas de Roosevelt para salvarse de la amenaza de una revolución. El New Deal coincidió con la publicación de La Teoría General, del economista John Maynard Keynes, un texto innovador que desafió las ortodoxias económicas del capitalismo laissez faire (de libre mercado) y mostraba la necesidad de un papel muchísimo más activo del estado en la regulación de la economía. Las políticas de Roosevelt y el giro general en los estados de todo el mundo hacia una nueva era de participación estatal en asuntos económicos se asociaron con el “keynesianismo”, un término para este nuevo marco ideológico que se apoderó del mundo capitalista, reconociendo la necesidad de estabilización y coordinación económicas, que se consideraban indispensables para evitar que el conflicto de clases derrocase el orden existente.
La Segunda Guerra Mundial (WWII) y el Segundo Temor Rojo
A fines de la década de 1930, el futuro de los EE. UU. era incierto. La inestabilidad del sistema capitalista dio paso a la mayor crisis que jamás haya enfrentado el capitalismo estadounidense: la recesión económica más larga y profunda de su historia. La ira y el resentimiento aumentaron, mientras crecía la influencia del marxismo y el Partido Comunista. Huelgas masivas y enfrentamientos a gran escala con la policía e incluso con el ejército estallaban en ciudad tras ciudad. Un populista de izquierda fue elegido a la presidencia e inmediatamente casi fue derrocado y reemplazado por una dictadura fascista. Y mientras la amenaza de la revolución empujaba a Roosevelt a ampliar sus reformas, la depresión económica persistía y el temor a un levantamiento comunista masivo crecía. Si alguna vez hubo un momento en la historia de Estados Unidos en el que existió la posibilidad real de una revolución socialista, fue durante estos años. No es difícil imaginar un evento como la huelga general de San Francisco convirtiéndose en una revuelta obrera armada generalizada. Si el complot golpista contra Roosevelt hubiera tenido éxito, quizás EE. UU. se hubiese unido a las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial en lugar de a los Aliados, o quizás podría haber estallado a una guerra civil, como había ocurrido en España. En un mundo distinto, todos estos eventos pudieron haber llevado a un punto de inflexión y una historia completamente diferente para el siglo XX. Sin embargo, ese punto de inflexión para la revolución nunca llegó. El CPUSA, enfrentando represión permanente y una atmósfera anticomunista en el país promovida por las élites dirigentes, nunca logró tracción suficiente como para amenazar con una victoria electoral presidencial ni con una insurrección al estilo bolchevique.
Por el contrario, el inicio de la Segunda Guerra Mundial (WWII) alteró profundamente el panorama geopolítico y económico global. Al interior, la entrada de EE. UU. en la guerra después del ataque japonés a la base militar de Pearl Harbor en Hawái en 1942 condujo a una movilización masiva durante la guerra, lo que acabó rápidamente con el desempleo y provocó un aumento de los sentimientos patrióticos entre la población. Los sindicatos aceptaron restringir las huelgas durante la guerra, y el CPUSA incluso cambió su caracterización de ésta después de que la Alemania nazi invadiera la Unión Soviética, de una guerra imperialista a una lucha necesaria contra el fascismo. El hecho de que la guerra nunca tocara suelo estadounidense, con la única excepción del ataque a Pearl Harbor, significó que Estados Unidos se convirtió en la principal potencia hegemónica, reemplazando por fin al Imperio Británico, y colocándose a la cabeza para la reconstrucción de Europa. La demanda agregada generada por esta reconstrucción, el poder sin paralelos y el acceso a los mercados alrededor del globo, y la poderosa lista de reformas de Roosevelt que proporcionó seguridad económica y estabilidad sin precedentes, todo se combinó para producir un auge económico de posguerra, en un periodo que hasta la fecha se le describe como la edad de oro del capitalismo estadounidense.
No obstante, el poder de negociación de los trabajadores organizados emergió de la guerra más grande que nunca, obteniendo un asiento no oficial en la mesa de gobierno. La clase obrera había ganado un enorme poder y protecciones a través de las reformas de Roosevelt, y el CPUSA, con su base de más de 75,000 miembros en 1947, amenazó con impulsar estas victorias más allá a medida que avanzaba la transición de una economía de tiempos de guerra a una de tiempos de paz. El temor de que la recesión pudiera volver a asomar la cabeza en cualquier momento y revitalizar el conflicto de clases de la década de 1930 perseguía a la clase dominante. Además, las victorias del socialismo en todo el mundo encendieron las alarmas en el núcleo capitalista. En 1949, la Unión Soviética probó con éxito su primera bomba nuclear, poniendo fin al breve reinado de supremacía nuclear unilateral estadounidense, y ese mismo año el Partido Comunista Chino salió victorioso de la Guerra Civil China, con el Kuomintang respaldado por Estados Unidos huyendo a Taiwán (anteriormente conocido como como Formosa). Los Partidos Comunistas llegaron al poder por toda Europa del Este, las ideas marxistas se extendieron por América Latina, el Medio Oriente, África y Asia, y los Partidos Comunistas se posicionaban para lograr victorias electorales en Europa Occidental. El presidente de EE. UU., Harry Truman, el vicepresidente más conservador de Roosevelt, que asumió el poder después de la repentina muerte de Roosevelt en 1945, respondió declarando una política de “contención” de la expansión del comunismo por cualquier medio necesario, sentando las bases para la Guerra Fría. Así, el orden de la posguerra creó las condiciones para una ola de represión anticomunista tanto en el país como en el extranjero.
La ola de represión interna comenzó con lo que ahora se conoce como el “Segundo Temor Rojo” a fines de la década de 1940. Al igual que el Primer Temor Rojo, el segundo también fue anticomunista, pero el foco estaba puesto en los riesgos de espionaje y subversión dentro del gobierno, la educación, el entretenimiento y los sindicatos. Este movimiento, cuyo objetivo declarado era erradicar públicamente a los estadounidenses potencialmente subversivos o desleales, la mayoría de las veces con poca o nula evidencia, fue encabezado por el senador Joseph McCarthy y se conoce comúnmente como macartismo. En 1947, el presidente Harry Truman emitió una orden de lealtad exigiendo que todos los empleados federales fueran investigados para determinar si eran leales al gobierno de los Estados Unidos. En 1950, el Congreso aprobó la Ley de Seguridad Interna McCarran que, entre otras cosas, convirtió en delito grave las acciones que pudieran contribuir al “establecimiento de una dictadura totalitaria” en los EE. UU. y autorizó al presidente a arrestar y detener a cualquier persona sospechosa de participar en espionaje o sabotaje en caso de emergencia. También creó la Junta de Control de Actividades Subversivas (SACB), que podría obligar a cualquier organización sospechosa de comunista a registrarse en el Departamento de Justicia y entregar información sobre membresía, finanzas y actividades del grupo. La ley fue enmendada en 1954 con la Ley de Control Comunista, que proscribió al CPUSA y prohibió a los miembros de organizaciones comunistas desempeñar funciones representativas; esta medida iba dirigida principalmente a los sindicatos, a quienes el gobierno ansiaba separar definitivamente de la influencia comunista. Al mismo tiempo, el Comité de Actividades Antiestadounidenses (HUAC), que fue fundado en 1938, cumplía su objetivo principal de exponer a los comunistas en el gobierno y Hollywood. En 1947, el HUAC interrogó a 29 personas acusadas de “inyectar” propaganda comunista en los filmes de Hollywood. De los 29, diez fueron acusados de desacato al tribunal cuando se negaron a admitir sus creencias políticas o nombrar a otros comunistas. Estas diez personas, conocidas como los Diez de Hollywood, fueron multadas y sentenciadas a prisión. Después del juicio, los ejecutivos de películas en Hollywood crearon listas negras de presuntos radicales y prohibieron el empleo a más de 300 personas. Estas listas negras rápidamente se expandieron a otras industriales. Mientras tanto, el FBI, bajo la dirección de J Edgar Hoover, investigaba presuntos comportamientos subversivo con el uso de acciones que claramente violaban la libertad de expresión y organización, como escuchas telefónicas, vigilancia e infiltración en grupos de izquierda. Las personas homosexuales se vieron particularmente afectadas durante este periodo: se les concebía como un riesgo específico para la seguridad nacional en tanto, supuestamente, eran un grupo particularmente susceptible a la “manipulación” y propaganda comunista.
La membresía de los grupos de izquierda se redujo significativamente, ya que la participación en ellos podría tener graves consecuencias: cientos de personas fueron encarceladas y más de 10,000 perdieron sus trabajos, la mayoría de los cuales tenían conexión con el CPUSA. En 1949, el gobierno federal llevó a juicio a 12 líderes del CPUSA bajo el cargo de abogar por el derrocamiento violento del gobierno, lo que constituía una violación de la Ley Smith de 1940. A pesar de no presentar evidencia de que los líderes llamaron abiertamente a la violencia, o de que tomaron alguna medida hacia una revolución, más allá de la lectura de teoría revolucionaria, los 12 fueron declarados culpables o en desacato al tribunal. Más de 140 miembros del partido fueron procesados y el funcionamiento del partido se tornó cada vez más difícil.
McCarthy era una figura polarizadora, y comenzó a perder credibilidad a mediados de la década de 1950 cuando acusó de subversión a héroes de guerra y miembros del ejército estadounidense. En 1957, la Corte Suprema exigió que, para ser declarado culpable de violar la Ley Smith, el gobierno debía demostrar que la persona acusada había tomado medidas concretas para derrocar al gobierno, más allá de defender esta postura en teoría. La Ley de Seguridad Interna y la Ley de Control Comunista fueron finalmente derogadas en la década de 1990.
A pesar de la ola de macartismo y el duro golpe que esto representa para las organizaciones de izquierda, en 1949 se fundó Monthly Review, que es la revista socialista que ha sido publicada durante más tiempo de forma continua en la historia de EE. UU. La revista fue editada inicialmente por el economista marxista Paul Sweezy y el historiador Leo Huberman, y contado con colaboradores de la talla de Albert Einstein, Samir Amin, W.E.B. Du Bois, Che Guevara y C. Wright Mills. El primer número, que incluía el famoso ensayo de Einstein “¿Por qué el socialismo?” solo tenía 450 suscriptores. Para 1950 ya eran 2,500 y para 1954, 6,000. Todo esto en el punto más álgido del macartismo. Tanto Sweezy como Huberman fueron atacados duramente en estos años, y el caso de Sweezy llegó a la Corte Suprema, donde ganó probando que sus acciones estaban en el marco de la libertad de expresión. Con el surgimiento de la Nueva Izquierda a mediados de la década de 1960, la membresía aumentó considerablemente. Para 1977, Monthly Review contaba ya con 11,500 suscriptores.
El movimiento por los derechos civiles y la nueva izquierda
Apenas extinto el Segundo Temor Rojo en las décadas de 1960 y 1970, EE. UU. vivió un periodo de numerosas protestas a gran escala por amplios movimientos sociales y políticos. Muchos de los involucrados eran parte de un movimiento todavía más abarcador llamado la Nueva Izquierda. La Nueva Izquierda fue un movimiento político de activistas jóvenes en su mayoría organizados en torno a gran diversidad de temas sociales, incluidos los derechos civiles, la política de drogas, la libertad de expresión, entre otras, todo esto enmarcado en el gran catalizador que fue la oposición a la guerra de Vietnam.
El sociólogo Charles Wright Mills popularizó el término en la ya famosa “Carta a la Nueva Izquierda”, que redactó en 1960 después de viajar al extranjero y conocer a los intelectuales de la Nueva Izquierda en Gran Bretaña. Mills, cuya atención principal estaba en la desigualdad de poder y no tanto en la económica, no veía en el proletariado el agente de transformación social. Para él, eran los intelectuales, y los intelectuales jóvenes en particular. En su carta, Mills se decanta abiertamente por la Nueva Izquierda, y llama a los jóvenes intelectuales a alejarse del enfoque tradicional de la “Vieja Izquierda” y su atención exclusiva a problemas laborales y de lucha de clases, y propone avanzar hacia ámbitos de oposición a las estructuras de autoridad prevalecientes en la sociedad. La Nueva Izquierda, de acuerdo con la carta de Mills, era fuertemente antisistema y se oponía al liberalismo. Su ideología también estuvo influenciada por varios avances intelectuales y eventos mundiales del momento, como lo fueron la publicación de “El Capital Monopolista” de Paul Sweezy y Paul Baran en 1966, el movimiento de derechos civiles, la Guerra de Vietnam y la Revolución Cultural China.
Antes de estudiar a los grupos de la Nueva Izquierda, primero es necesario discutir el movimiento por los derechos civiles, que precedió, influyó fuertemente y luego se fusionó parcialmente con la Nueva Izquierda. Si bien los afroamericanos tenían técnicamente los mismos derechos constitucionales que el resto de la ciudadanía estadounidense tras consumarse la Guerra Civil y la subsiguiente abolición de la esclavitud en 1865, en la práctica enfrentaron una discriminación extrema, que incluía la retención de sus derechos civiles y, por lo general, tuvieron que soportar la violencia permanente de los supremacistas blancos, especialmente en los estados del sur. Durante casi 100 años, las leyes estatales y locales impusieron la segregación racial en el Sur, conocidas como leyes Jim Crow. En 1954, la Corte Suprema declaró inconstitucional la segregación en las escuelas públicas con el histórico caso Brown vs Board of Education. Ese mismo año, la Corte Suprema declaró inconstitucionales otro conjunto de las leyes Jim Crow, incluida la segregación en los lugares públicos y la prohibición del matrimonio interracial.
Con estos antecedentes, el movimiento por los derechos civiles se consolidó como movimiento político en 1954. Duró hasta 1968, aunque la lucha contra el racismo aún continúa hoy. En ese momento, la atención se centró en otorgar a los afroamericanos los mismos derechos protegidos por la ley, incluida la abolición de la segregación racial institucional, la discriminación, la privación de derechos y la violencia. El movimiento enfatizó el uso exclusivo de métodos pacíficos en su lucha por justicia social, a pesar de que a menudo se enfrentó con la violencia de los sureños blancos, como el Ku Klux Klan, un grupo terrorista supremacista blanco, pero también de funcionarios estatales y locales.
Muchos eventos inspiraron indignación y manifestaciones durante este período. En 1955, Emmett Till, un afroamericano de catorce años, fue secuestrado, torturado y finalmente linchado en Mississippi después de ser acusado de violar a una mujer blanca, lo que provocó indignación nacional. De 1955 a 1956 Montgomery, Alabama, experimentó un boicot generalizado al sistema de autobuses, después de que dos mujeres negras fueran arrestadas por no ceder sus asientos a los pasajeros blancos en los autobuses públicos. El boicot no terminó sino hasta cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional la segregación en los autobuses públicos. Como otra forma de protesta, esta vez contra la segregación en restaurantes, los estudiantes afroamericanos ocupaban todos los asientos disponibles en establecimientos que practicaban la segregación, y se negaban a irse cuando se les negaba el servicio. Esto comenzó en Greensboro, Carolina del Norte, en 1960, pero rápidamente se generalizó en todo el sur y tuvo una duración de dos años, incluyendo a más de 70,000 participantes, en lo que se conoció como el movimiento sit-in. Estos eventos trajeron tanto publicidad negativa como dificultades económicas para las empresas, ya que los participantes ocupaban espacios de los clientes regulares, y finalmente dieron como resultado la eliminación de la segregación en muchas empresas locales. En 1963, más de 5,000 estudiantes marcharon en Birmingham, Alabama, para unirse a las manifestaciones contra la segregación, en lo que se llamó la Cruzada de los Niños. Durante la manifestación, muchos estudiantes fueron arrestados y atacados violentamente por policías y perros policía. Además, se hizo un gran esfuerzo para organizar el registro de votantes, tras innumerables abusos sobre el derecho al voto de los afroamericanos. Muchos de estos esfuerzos culminaron en marzo de 1965, cuando, después de una serie de arrestos y asesinatos policiales de manifestantes en Selma, Alabama, más de 600 personas marcharon de Selma a Montgomery, la capital del estado. Los manifestantes fueron recibidos por agentes del orden, algunos a caballo, que atacaron a los manifestantes pacíficos con gases lacrimógenos, garrotes y otras armas. Esto provocó indignación en todo el país y llevó a que poco después se aprobara la legislación sobre el derecho al voto.
Algunos grupos del movimiento por los derechos civiles estuvieron, tanto individual como colectivamente, detrás de muchas de estas acciones. El Congreso por la Igualdad Racial, o CORE, fue una organización afroamericana fundada en Chicago en 1942, antes de que despegara el movimiento por los derechos civiles. CORE creía en la no-violencia como táctica contra la segregación. Los miembros participaron en Freedom Rides, donde los activistas viajaban en autobuses interestatales hacia los lugares del sur donde no se estaba cumpliendo el fallo de la Corte Suprema sobre la eliminación de la segregación en los autobuses públicos, a menudo siendo atacados brutalmente en el proceso. Su sección de Chicago desafió la segregación en las Escuelas Públicas de esa ciudad. Las secciones se organizaron de manera similar a un sindicato democrático. Llevaban a cabo reuniones mensuales de miembros, funcionarios elegidos y muchos comités de voluntarios.
La Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano (SCLC) fue otra relevante organización afroamericana de la lucha por los derechos civiles, formada en Atlanta, Georgia, a raíz del boicot a los autobuses de Montgomery en 1957. Tenían el objetivo original de participar en acciones directas no violentas para acabar con la segregación en los sistemas de autobuses del Sur. Poco después, ampliaron este objetivo para centrarse en acabar con todas las formas de segregación. Entre sus muy diversas actividades, crearon “escuelas de ciudadanía” en donde enseñaban a los adultos negros a leer, con miras, entre otras cosas, a aprobar las pruebas de alfabetización para poder registrarse para votar, completar los exámenes de manejo y otras tareas esenciales. Gracias a este programa, más de 700.000 afroamericanos se registraron para votar. También jugaron un papel clave en eventos fundamentales como la campaña en Birmington, Alabama, la Marcha de 1963 en Washington y la marcha de Selma a Montgomery. El SCLC fue criticado por algunos miembros más jóvenes por su falta de militancia y se la considera menos radical que otros grupos del movimiento activos en ese momento.
El Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC) fue otro grupo con sede en Atlanta que surgió en 1960 a partir del movimiento de las sit-in estudiantiles. El SNCC se convirtió en el movimiento que aglutinó a la mayor cantidad de estudiantes involucrados en el movimiento por los derechos civiles. Practicaron la democracia participativa y evitaron la jerarquización de la organización, mientras que en la práctica se involucraban en tácticas no-violentas, ganando liderazgo y dirección participando y dando seguimiento a los acontecimientos más importantes del momento.
Con toda la importancia de estos movimientos y organizaciones, el movimiento por los derechos civiles en EE. UU. está indisolublemente asociado a los nombres de dos de sus líderes más importantes: Martin Luther King Jr. y Malcom X. Martin Luther King Jr. fue un líder eclesiástico afroamericano y presidente de la SCLC. Predicó la resistencia no-violenta, a menudo encabezando marchas por causas como el derecho al voto, la desegregación y los derechos laborales, siendo muchas veces encarcelado por hacerlo. Pronunció su histórico discurso “Tengo un sueño” (I have a dream), en donde exigía el fin del racismo frente a un público de entre 200 y 300 mil personas en la Marcha por el Trabajo y la Libertad en Washington en el año de 1963. En 1968, Martin Luther King, Jr. y la SCLC iniciaron la formación de la Campaña de los Pobres, con el objetivo de obtener justicia económica para los marginados de EE. UU. Esta campaña, que fue controvertida incluso dentro del movimiento de derechos civiles, tenía como objetivo viajar por el país para formar un “ejército multirracial de los pobres”. Esto incluía demandas concretas al gobierno federal tales como la creación un programa antipobreza de 30 mil millones de dólares, con medidas para crear pleno empleo (específicamente, “trabajo significativo con salario digno”), una forma de ingreso básico universal, vivienda asequible, acceso a la tierra y al capital para los pobres y las minorías, y oportunidades políticas para las masas. Sin embargo, Martin Luther King fue asesinado antes de que se llevara a cabo la campaña, que continuó bajo el liderazgo de Ralph Abernathy. Políticamente, Martin Luther King cuidó su lenguaje en público para evitar ser vinculado públicamente con el comunismo. De hecho, ésta era una tendencia general entre los activistas y grupos de derechos civiles, en un intento por obtener la base de apoyo más amplia posible. Se sugiere que esta es la razón por la cual la SCLC agregó “cristiano” a su nombre. Sin embargo, en privado, Martin Luther King Jr. leía y admiraba a Marx y apoyaba una forma de socialismo democrático. Más adelante en su vida, pasó de centrarse exclusivamente en los derechos civiles a incluir posturas anticapitalistas y contra la guerra. Luchó por un ingreso básico universal, la redistribución de la riqueza para promover la justicia racial y económica, la vivienda pública y la atención médica universal, entre otras cosas. A menudo fue examinado por el FBI bajo su programa para desbaratar las organizaciones políticas nacionales en ese momento, COINTELPRO (Programa de Contra-Inteligencia). El COINTELPRO se involucró en tácticas de espionaje contra MLK que incluían grabarlo en secreto, chantajearlo anónimamente, y difundir campañas de difamación en su contra. En 1968, Martin Luther King Jr. fue asesinado en Memphis, Tennessee. James Earl Ray, partidario del político supremacista blanco George Wallace, fue arrestado por el acto y se declaró culpable unas semanas después. Hasta el día de hoy, algunas personas, incluida la familia de King, creen que Ray es inocente y fue engañado para encubrir lo que fue un trabajo interno del gobierno.
La brecha entre la supuesta democracia estadounidense y la realidad de segregación y discriminación propició en este periodo el auge de las ideas del Nacionalismo Negro y el Separatismo Negro. El nacionalismo negro luchaba por la justicia política, social y económica para las comunidades y personas negras, manteniendo una identidad negra distintiva que se resiste a la asimilación a la cultura blanca. Algunos nacionalistas negros también son partidarios del separatismo negro, un movimiento político que busca crear instituciones independientes para los afrodescendientes. Los defensores de esta postura más radical la defienden sosteniendo que la experiencia ha demostrado que la igualdad no es posible de otra forma.
Malcom X, una de las figuras clave del movimiento por los derechos civiles, fue un importante defensor de estas ideas. Fue un ministro musulmán afroamericano y activista de derechos humanos que abogó por el empoderamiento de los negros y la promoción del islam en la comunidad negra. Hasta 1964, fue el portavoz público más importante de la Nación del Islam (NOI), una organización política religiosa y nacionalista negra que abogaba por la separación de los estadounidenses blancos y negros. Durante este tiempo, criticó a Martin Luther King Jr. y a la corriente principal del movimiento por los derechos civiles por su énfasis en la no-violencia y la integración racial. En 1964 renunció públicamente a la Nación del Islam y comenzó a centrar su activismo en los derechos humanos internacionales de los negros en lugar de los derechos civiles en los EE. UU. En este periodo, también, se convirtió en crítico del sistema capitalista. Un año más tarde, en 1965, fue asesinado. No hay consenso sobre quién es el responsable; pero lo que sí se sabe es que fue blanco del FBI, es decir, del COINTELPRO durante, toda su vida política activa. Si bien es una figura controvertida, la mayoría celebra a Malcolm X por su constante dedicación a la justicia racial, y se le describe como una de las personas más influyentes de la historia. Se le atribuye haber elevado la autoestima de los estadounidenses negros, conectándolos con su herencia y articulando sus quejas sobre la desigualdad. También inspiró a muchos futuros activistas negros radicales, como el movimiento Poder Negro (Black Power).
El movimiento por los derechos civiles tuvo gran influencia y se apuntó numerosas victorias políticas. La Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derechos Electorales de 1965 prohibieron la discriminación en las prácticas laborales, protegieron los derechos de voto y prohibieron la segregación racial en los centros de trabajo y lugares públicos, entre otras cosas. La aprobación de estas dos leyes básicamente eliminó lo que quedaba de las leyes Jim Crow. Aprobada en 1968, La Ley de Derechos Civiles prohibió la discriminación en la vivienda. Es importante señalar que muchos argumentan que, al impulsar estos cambios, el gobierno EE. UU. tomaba en cuenta las tensiones de la Guerra Fría y, en particular, la cobertura que los medios soviéticos daban a la discriminación racial en EE.UU., el supuesto modelo mundial de derechos humanos.
Y aunque estos cambios desmantelaron la base institucional de la discriminación y segregación raciales en el sur, otros procesos operaban en un sentido opuesto. Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos afroamericanos emigraron del sur al norte y oeste del país en busca de empleos. Sin embargo, después de la guerra, la mayoría de los empleos se concentraron en áreas blancas, dejando a las poblaciones negras en condiciones de alto desempleo y malas condiciones de vivienda, muchas viviendo en guetos urbanos. Además, la población negra tenía desproporcionadamente poco o ningún acceso a oportunidades económicas y políticas, como se podía ver, entre otras cosas, por su falta de representación política y nula representación en las principales universidades del país. Del mismo modo, La represión y la violencia policial continuaron siendo una gran fuente de inconformidad en las comunidades negras. Así, a mediados de los años 60 surgió un nuevo movimiento que creía que las tácticas de no violencia o de desobediencia civil no eran suficientes para luchar contra estas condiciones: el movimiento Poder Negro. La lucha pasaba de buscar igualdad de derechos ciudadanos a luchar por el poder económico y político para los estadounidenses negros.
El movimiento Poder Negro estuvo muy influenciado por Malcolm X, y particularmente por su crítica a los métodos no violentos de Martin Luther King Jr. También estuvo influenciado por el Movimiento de Acción Revolucionaria (RAM), un grupo nacionalista negro revolucionario que operó en los EE. UU. entre 1962 y 1969. El objetivo del RAM era convertir el movimiento por los derechos civiles en una revolución negra internacional, y fue el primer grupo en aplicar el maoísmo a las condiciones de los negros en los EE. UU. En su apogeo, el RAM tenía secciones en todo el país, con varios niveles de militancia que iban desde cuadros de tiempo completo hasta miembros que solo colaboraban económicamente con la organización. Sintetizaron las ideas de Marx, Lenin, Mao y Malcolm X en lo que consideraban una teoría integral del nacionalismo negro revolucionario. Fue la única organización política secular a la que se unió Malcolm X antes de 1964, e influyeron profundamente en la política del movimiento Poder Negro. Como no podía ser de otra forma, el RAM también fue blanco de COINTELPRO. A pesar de sus inmensas contribuciones teóricas, el RAM fue criticado por “no practicar sus ideales revolucionarios”. Esto se debió en parte a que decidieron ser una organización clandestina para garantizar su seguridad y, por lo tanto, muchas de sus acciones se realizaron a espaldas de otras organizaciones. También se debió a que el RAM estaba formado, principalmente, por intelectuales con educación universitaria que, a su vez, organizaban principalmente a estudiantes o jóvenes “pequeño burgueses” negros, en lugar de a la clase trabajadora negra. Para 1969, debido en gran parte a la represión del gobierno, el RAM prácticamente se había disuelto: muchos de sus miembros se unieron al Partido de Liberación Negra u otros grupos por los derechos civiles.
El movimiento Poder Negro era enormemente diverso y numeroso, pero sus dos pilares filosóficos eran el nacionalismo negro y el socialismo. Las tácticas también variaban sustancialmente algunos grupos exigían acción violenta inmediata para luchar contra la supremacía blanca, otros creaban servicios para las comunidades negras, como librerías, cooperativas de alimentos, medios de comunicación, escuelas y clínicas y servicios médicos. Con mucho, el grupo más famoso y representativo del movimiento Poder Negro fue el Partido Pantera Negra (BPP). El BPP fue una organización política marxista-leninista fundada en 1966 en California por dos estudiantes universitarios, Bobby Seale y Huey Newton, y se mantuvo activa hasta 1982.
Seale y Newton se percataron de la furia extrema en los guetos que desencadenó un asesinato policial, y se dieron cuenta de que esta ira popular podría ser una entrada para ganar poder político. Así, inicialmente, el BPP concentró sus fuerzas en hacer frente a la brutalidad policial. Crearon una “patrulla de ciudadanos armados abiertos” para monitorear el comportamiento de la policía y desafiarla cuando fuera necesario. La recaudación de dinero para armas inició con la venta de libros de marxismo-leninismo en los campus universitarios. Este uso de la autodefensa armada asustó a los estadounidenses blancos, y en 1967 California aprobó una ley, firmada por Reagan, con el objetivo de desarmar a los miembros del BPP. El FBI, bajo el COINTELPRO, calificó al BPP de organización terrorista y trató de desacreditarlo y criminalizarlo. Esta represión resultó contraproducente, y la ira que generó llevó a un aumento en la membresía. Así, la membresía alcanzó su pico, con oficinas en más de 70 ciudades e incluso a nivel internacional y miles de miembros, con una circulación de más de 250 mil ejemplares de su periódico.
Posteriormente, el BPP abandonó el nacionalismo negro y abrazó el socialismo racialmente inclusivo. En 1968, cambiaron su enfoque sobre la brutalidad policial en los Estados Unidos para comprometerse con el movimiento revolucionario internacional, guiados por la teoría marxista-leninista y maoísta. Así, en 1969 ya habían adoptado la práctica de crear programas sociales comunitarios para aliviar la pobreza y mejorar la salud. Estos programas incluían la prestación de servicios gratuitos de atención médica, alimentos y educación para las masas. En todo momento, colocaban la lucha de clases como el núcleo de su acción política y afirmaban representar a la vanguardia proletaria.
Para 1970, la membresía había disminuido considerablemente debido en gran parte al sabotaje del FBI. El COINTELPRO se infiltró en el partido, envió a muchos de sus miembros a cumplir largas sentencias de prisión e incluso asesinó a muchos militantes clave, como el famoso líder Fred Hampton, a los 21 años. El grupo se disolvió formalmente en 1982. Sin embargo, su legado prevalece hasta el día de hoy. A pesar de ser un grupo muy controvertido en ese momento, el partido influyó en muchos otros grupos militantes más pequeños pero similares. Entre sus principales contribuciones estuvo mostrar el vínculo entre la lucha de liberación negra y la oposición al imperialismo estadounidense, lo que valió a los miembros viajar y ser recibidos calurosamente en muchos países con los mismos objetivos, como Vietnam del Norte, Corea del Norte y China.
Durante el declive del BPP, comenzó a formarse el Ejército Negro de Liberación (BLA). Esta organización clandestina nacionalista negra estuvo activa entre 1970 y 1981 y ganó más fuerza a medida que el BPP decaía. Estaba compuesto por exmiembros del BPP, así como por miembros de otras organizaciones del Poder Negro como el RAM, que creían que una organización clandestina era la más adecuada dadas las condiciones políticas actuales (es decir, la represión violenta del gobierno de los EE. UU.). El BLA rechazó el reformismo y sostuvo ideales anticapitalistas, antiimperialistas, antirracistas y anti-sexistas. Su programa era de lucha armada: “tomar las armas por la liberación y autodeterminación de los negros en los Estados Unidos”. En los hechos, su lucha armada consistió en una serie de bombardeos, asesinatos de policías, robos y fugas de prisión por parte de un conjunto descentralizado de organizaciones y colectivos que trabajaban juntos e independientemente unos de otros. Muchos activistas del BLA fueron arrestados y el grupo se desvaneció en 1981, y muchos de sus antiguos miembros se convirtieron en anarquistas declarados.
La Nueva Izquierda estadounidense de los años sesenta, como mencionamos anteriormente, estuvo fuertemente influenciada por los movimientos por los derechos civiles y el Poder Negro, tanto ideológica como organizativamente. Muchas protestas de la Nueva Izquierda giraron en torno a la justicia racial. Algunos grupos siguieron tácticas de desobediencia civil no violenta, mientras que otros se inspiraron en algunas tácticas más radicales del movimiento Poder Negro. En general, el cambio del enfoque tradicional del conflicto capital-trabajo hacia posturas “antisistema”, particularmente en el ámbito cultural, ciertamente estuvo influenciado por muchos jóvenes que crecieron y vieron innumerables abusos de los derechos civiles por parte de todo el aparato del estado.
Quizás el grupo de Nueva Izquierda más conocido fue Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS). SDS se formó originalmente en 1960 como una rama de la Liga para la Democracia Industrial (LID), un grupo compuesto principalmente por intelectuales de izquierda, pero se separó en 1965, se propusieron eliminar de su constitución una cláusula que prohibía la afiliación de comunistas. Ese mismo año, el Partido Laborista Progresista se fusionó con SDS. Su documento fundacional de 1962, la “Declaración de Port Huron”, pedía varias medidas progresistas, incluida la regulación de empresas privadas, la participación democrática en los centros de trabajo y en la elaboración de políticas públicas, el apoyo a los movimientos de descolonización y la promoción de los derechos civiles a través de la desobediencia civil no-violenta. En términos de organización, la declaración pedía una democracia participativa sin estructuras jerárquicas, y SDS, en efecto, nunca desarrolló una dirección central fuerte.
Para 1962, la SDS era el grupo radical más importante en los campus universitarios. En su punto de mayor relevancia tenía alrededor de 300 secciones y 30,000 miembros. Inicialmente, la mayoría de las actividades fueron en apoyo a la lucha por los derechos civiles. En 1963, empezaron a promover un Proyecto de Investigación y Acción Económicas (ERAP) con el propósito de organizar a los barrios en un movimiento interracial de los pobres para exigir al estado la mejora de los cheques de bienestar, guarderías, etc. Este movimiento no tuvo mucho éxito. Rápidamente SDS dirigió sus esfuerzos a la oposición a la Guerra de Vietnam, liderando el movimiento en la mayoría de campus universitarios, sosteniendo numerosas movilizaciones en el país. Esto se convirtió en la actividad principal de la SDS, el número de miembros aumentó y se volvieron más militantes; la SDS se volvió entonces bien conocida a nivel nacional. En 1967, abandonaron la Declaración de Puerto Huron. En 1968, promovieron por varios campus una movilización conocida como la Resistencia de los Diez Días que incluía mítines contra la guerra, marchas, sit-ins, teach-ins y un día de huelga estudiantil en la que millones de estudiantes no asistieron a clases.
Más tarde, a principios de 1969, SDS empezó a dividirse debido a conflictos internos en torno a la dirección y liderazgo nacional, visiones distintas sobre la Guerra de Vietnam, los movimientos de Poder Negro y la conversión de muchos de sus miembros al maoísmo. Muchos de los conflictos internos provenían de la confusión entre las metas de corto y largo plazo, en parte porque las actividades en contra de la guerra habían eclipsado la reflexión crítica y la discusión sobre el movimiento de largo alcance.
En esos momentos, en 1969, una fracción de SDS en la Universidad de Michigan se escindió para crear un nuevo grupo: la Organización Climática Clandestina (WUC) nombrada así por una canción lírica de Bob Dylan. Muchos miembros de la WUC se radicalizaron por su desacuerdo con el ERAP, del que concluyeron que el cambio social real no puede venir de la organización comunitaria y la política electoral, sino desde tácticas más radicales y disruptivas. El asesinato de Fred Hampton en 1969 provocó que la WUC declarara la guerra al gobierno de EE. UU. para hacer lo que fuera necesario para parar la violencia. Generalmente, sus posiciones se alineaban con las del movimiento Poder Negro, las del movimiento contra la guerra de Vietnam, y contra el imperialismo estadounidense. Su documento fundacional llamaba a formar una “fuerza de lucha blanca” para aliarse con los movimientos de liberación negros y otros antimperialistas para, eventualmente, formar una sociedad comunista sin clases. Su agente de cambio era el proletariado internacional. Organizacionalmente, crearon una serie de colectivos en las principales ciudades de EE. UU., dirigidos por un liderazgo central. Cada miembro practicaba la crítica y la autocrítica y no tenía propiedad o ingreso personales, sino que vivía como parte del colectivo. Rápidamente decidieron ser una organización clandestina y empezaron una lucha violenta contra el Estado, incluyendo campañas de bombardeos y provocación de disturbios a mediados de los 70s. En 1974, publicaron el manifiesto “Fuego de la pradera: la política del antiimperialismo revolucionario”, que fue ampliamente aplaudido por los grupos de izquierda. Mientras que públicamente eran etiquetados por el gobierno estadounidense como un grupo terrorista, los “hombres del clima” (Weathermen) fueron recibidos calurosamente en Cuba, donde se reunieron con representantes cubanos y de Vietnam del Norte para aprender de sus experiencias. Como muchos otros grupos nuevos de izquierda, empezaron a desintegrarse después de que EE. UU. se retiró de Vietnam en 1973. Esto, combinado con divisiones internas, provocó la disolución del grupo en 1977.
La Nueva Izquierda abarcaba varias subculturas, las más comunes eran la anarquista, los grupos de la contracultura y los hippies. La contracultura se convirtió en un fenómeno relevante en EE. UU. desde mediados de los 60s a mediados de los 70s orientado. El núcleo de la contracultura era fomentar la desconfianza del gobierno y tendencias antisistema. Esto ganó impulso con el movimiento por los derechos civiles, el movimiento por la libertad de expresión, contra la brutalidad policial y corrupción, la destrucción medio ambiental, la revolución sexual, la Guerra de Vietnam, la criminalización de drogas y otros problemas sociales generales a lo largo de las generaciones. El partido BPP, por ejemplo, es conocido como un ícono del movimiento de la contracultura. Muchos de estos grupos crearon y vivieron en comunas y otras comunidades con ese propósito, regularmente para vivir un estilo de vida clandestino sin la interferencia del gobierno para regular el uso de drogas u otras libertades personales. Por ejemplo, los hippies de mediados de los 60s crearon sus propias comunidades a las que algunos llamaron un resurgimiento del socialismo utópico. A principios de los 70s, aproximadamente 750,000 personas vivían en alrededor de 10,000 comunidades a lo largo de EE.UU. Estas fueron bien conocidas por el fenómeno cultural que incluyó la revolución sexual, la música rock psicodélica y el uso de drogas para explorar estados alterados de la consciencia que tuvieron un gran efecto en la música, el cine, la literatura y otras artes del tiempo. Aunque muchos hippies eran pacifistas y participaban en el movimiento por los derechos civiles y las manifestaciones contra la Guerra de Vietnam, en general no eran un grupo muy político.
Los otros dos grupos contraculturales famosos de ese tiempo fueron los Diggers y los Yippies, ambos activos en los 60s. Los Diggers se consideraron a sí mismos como “comunidad anarquista” y abrieron tiendas para donar comida, drogas y dinero. Ellos, como los hippies, trataron de crear una mini sociedad sin dinero, no capitalista. Los Yippies fueron otra rama del movimiento hippie lidereado por Abbie Hoffman y Jerry Rubin. Con enormes gestos dramáticos como nominar a un cerdo como candidato a la presidencia y otros gestos similares de carácter político, parodiaron a los partidos políticos. Los Yippies no tuvieron una membresía o jerarquía formal y se vieron a sí mismos como el ala política del movimiento hippie.
El movimiento contracultural terminó junto con el fin de la Guerra de Vietnam en 1973 y la renuncia de Nixon un año después. A menudo son criticados tanto por la izquierda como por la derecha por ser ingenuos y autoindulgentes. Muchos creen que la gran población joven que siguió a la Segunda Guerra Mundial no tuvo que concentrarse en la provisión de necesidades materiales como lo tuvieron que hacer las generaciones anteriores, por lo que se enfocaron más en las cuestiones sociales que en las económicas. En la izquierda, algunos creen que este movimiento tuvo un impacto positivo al impulsar el desarrollo del estado bienestar. Otros creen que su único impacto económico fue crear nuevos segmentos de marketing, especialmente en torno a la adopción de políticas de responsabilidad social por las corporaciones.
Hubo algunas ocasiones en que todos los grupos de la Nueva Izquierda se unieron para protestar o pelear contra algunos temas. Uno de esos eventos fue el Movimiento por la Libertad de Expresión (Freedom of Speech Movement) que tuvo lugar en la Universidad de California-Berkeley entre 1964 y 1965. La universidad había comenzado a exigir el cumplimiento estricto de las normas, como prohibir la defensa de causas o candidatos políticos, oradores políticos, reclutar miembros o recaudar fondos entre las organizaciones estudiantiles. Miles de estudiantes, incluyendo los representantes de CORE, SNCC y SDS participaron en las protestas en contra de esas medidas usando distintas tácticas de desobediencia civil. Las protestas culminaron con una ocupación en la que 4,000 estudiantes permanecieron en un edificio universitario para exigir a la administración reabrir las negociaciones sobre las restricciones políticas en el Campus. La ocupación fue completamente pacífica: los estudiantes, estudiaron, vieron películas, cantaron canciones folk y dieron clases unos a otros. Dos días después, la policía entró y arrestó a 800 estudiantes y levantó cargos contra los estudiantes organizados, lo que provocó protestas más grandes que casi cerraron la universidad. Un mes después, el nuevo rector estableció una nueva regulación que permitía la actividad política en el Campus. A pesar de este triunfo, hubo consecuencias contra los involucrados: en 1966, Ronald Reagan fue electo gobernador de California con una campaña que prometió “limpiar el desorden en Berkeley” (“cleaning up the mess in Berkeley”). Después de ser electo, Reagan, despidió a todos los que él creía que no habían sido suficientemente duros contra los manifestantes.
El movimiento culmen de todos los grupos de la Nueva Izquierda, sin embargo, fue el de las protestas contra la Guerra de Vietnam. El pico de este movimiento antiguerra fue a finales de los sesenta, liderado por gente joven de la Nueva Izquierda, opuestos al imperialismo estadounidense y al anticomunismo, y opuestos también a sorteo de guerra, que impactó mayoritariamente a las minorías y a la gente blanca de las clases más bajas. El movimiento continuó creciendo a medida que se hicieron público los informes de abusos de militares estadounidenses. El movimiento antiguerra consistió en muchas protestas pacíficas de alto perfil, y rápidamente se convirtió en un amplio movimiento social. Johnson y su administración rápidamente fueron rechazados en todos los campus universitarios del país. El movimiento antiguerra alcanzó su punto más álgido en la Convención Nacional Democrática de 1968 a finales de agosto en Chicago. El alcalde de Chicago dispuso a más de 23,000 policías y guardias nacionales para una protesta de solo 10,000 manifestantes. Las tensiones entre policías y protestantes rápidamente escalaron y estallaron disturbios con los manifestantes que coreaban “el mundo entero está mirando”. Ocho destacados activistas contra la guerra de distintas organizaciones, entre ellas los Yippies y el Partido Panteras Negras, fueron arrestados y procesados por conspiración para provocar disturbios. Conocidos como los Ocho de Chicago (Chicago Eight) originalmente y ahora como los Siete de Chicago (Chicago Seven), luego de que el juicio a Bobby Seale de los Panteras Negras se declaró nulo debido al trato particularmente injusto y, en ocasiones, violento por parte del tribunal, que se le negara asesoramiento legal y fuera atado y amordazado en su silla. El juicio fue ampliamente conocido por servir para fines políticos. Todas las condenas fueron posteriormente apeladas y revocadas después de que los siete pasaran largos años en prisión. Este juicio provocó una indignación masiva que creció después de que la Guardia Nacional disparara contra una manifestación por la paz de estudiantes desarmados en el estado de Kent en 1970, matando a cuatro estudiantes. En tres años, el porcentaje de estadounidenses que creían que EE. UU. se había equivocado al mandar tropas a Vietnam pasó de 30% a 70%.
Para 1968, la Nueva Izquierda empezó a fracturarse. La campaña presidencial democrática antiguerra trajo el tema de la Guerra de Vietnam al estado del pensamiento liberal dominantes, junto con otros movimientos sociales como los feministas y los movimientos por los derechos de los homosexuales. Esta institucionalización hizo que todos, con excepción de los más radicales de la Nueva Izquierda abandonaran el movimiento o que se convirtieron en actores centrales al Partido Demócrata. El resto de los sectores más radicales de la SDS se dividieron entre “los hombres del clima” y el BPP, y empezaron a desvanecerse rápidamente con la retirada de las tropas de Vietnam.
Al mismo tiempo que se desmantelaba la Nueva Izquierda, lo hicieron también algunas organizaciones gubernamentales anticomunistas clave. El Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara (The House Un-American Activities Committee) ya había comenzado a desaparecer gradualmente con la caída de McCarthy, pero rápidamente perdió el respeto popular después de que en 1967 y 1968 citara a los líderes Yippies, Jerry Rubin y Abbie Hoffman, quienes utilizaron a los medios para ridiculizar los procedimientos del comité. Intentaron renombrarse como Comité de Seguridad Interna en 1969 y, finalmente, terminó en 1975. Incluso más activo en tiempos de la Nueva Izquierda, fue el COINTELPRO. Con una vida en activo de 1956 a 1971, el COINTELPRO realizó una serie de proyectos encubiertos e ilegales del FBI para vigilar, infiltrar, desacreditar y desbaratar a las organizaciones políticas nacionales mediante la guerra psicológica, el hostigamiento del sistema legal, la fuerza ilegal, el asesinato y otras medidas. Apuntaron a cualquier grupo considerado subversivo por el FBI, organizaciones socialistas como el Movimiento de Derechos Civiles, los grupos de la Nueva Izquierda y los opositores a la Guerra de Vietnam o simpatizantes (como Albert Einstein). El COINTELPRO fue el organismo que interceptó y chantajeó a Martin Luther King Jr, el que drogó y mató al líder del BPP, Fred Hampton. El COINTELPRO terminó en 1971, luego de ser expuesto a los medios por la Comisión de Ciudadanos para investigar al FBI y la subsecuente indignación pública.
Si bien la influencia del Movimiento por los Derechos Civiles y la Nueva Izquierda comenzó a desvanecerse después de los setenta, se mantuvo durante y después de su punto más álgido; así, los demócratas comenzaron a adoptar posiciones más socialdemócratas tanto en materia de derechos civiles como de políticas de bienestar. La administración de Lyndon B. Johnson instrumentó un conjunto de programas nacionales a mediados de los sesenta llamados Gran Sociedad a fin de eliminar la pobreza y la injusticia racial. Johnson presentó uno de esos programas, coloquialmente conocido como “Guerra contra la pobreza”, en su discurso del estado de la unión de 1964, cuando la pobreza rondaba el 19%. El Congreso tomó medidas para combatir la pobreza a través de mejorar las condiciones de vida en los barrios de bajos ingresos y ayudando a que los pobres accedieran a oportunidades económicas. También se amplió el papel del gobierno en la educación y la salud como medios para la reducción de la pobreza. La mayoría de estos programas continuó durante los ochenta y noventa después de los cuales se impuso la desregulación y las críticas al estado del bienestar. Algunos de los programas permanecen hasta el día de hoy como el Medicare, Medicaid y el financiamiento federal de la educación.
En comparación con décadas anteriores, debido a la ruptura de la Nueva Izquierda con el movimiento obrero, hubo poca actividad sindical en esta época. Una excepción notable fue la Unión de Trabajadores Rurales de América (UFW, United Farm Workers of America) en 1962, liderada por los trabajadores Dolores Huerta y César Chávez en California, quienes notaron que los trabajadores agrícolas eran los más afectados por la pobreza y eran mayoritariamente inmigrantes ilegales. UFW se formó inicialmente como un movimiento social y actuó más como una organización mutualista que como un sindicato. Después de una gran huelga en 1965, la UFW se unió oficialmente a la AFL-CIO. La membresía actual de la UFW es de 10,000 miembros.
De la misma manera, los grupos socialistas o comunistas que se concentraron en el proletariado como único agente de cambio fueron menos comunes y más marginales en este periodo. Hubo muchas luchas internas entre estos grupos más pequeños basadas en las distintas posiciones sobre la política de entonces de la URSS. Los grupos más notorios de entonces incluyen: al Partido Laboristas Progresista, el Partido Socialista de los Trabajadores Trotskistas, el Nuevo Movimiento Comunista, el Partido Comunista de los Trabajadores y el Partido Comunista Revolucionario. Al Nuevo Movimiento Comunista se le considera como el nexo entre la Nueva Izquierda y los objetivos izquierdistas tradicionales. Entre los años setenta y ochenta fue muy popular y representó a un grupo diverso de marxistas, leninistas y maoístas, incluidos los Panteras Negras, los hombres del clima, la Liga de Octubre, el Partidos Comunista (Marxista-Leninista), el Partido Comunista Revolucionario de EE. UU. y Venceremos. En su punto de máxima influencia, tenía 10,000 miembros.
A pesar de no ser organizaciones tradicionalmente lideradas por los trabajadores, los sesenta y los primeros años de los setenta fueron testigos de una enorme ola de movimientos sociales de izquierda, especialmente entre los jóvenes estadounidenses. Para los setenta, la contrainteligencia del FBI, el fin de la Guerra de Vietnam y la absorción de los movimientos radicales en los partidos políticos, pusieron un alto a esos movimientos y, desde entonces y hasta estos días, no hemos visto una participación tan generalizada en movimientos políticos de izquierda semejante. De hecho, con la llegada de los setenta sobrevino la crisis económica y el inicio del giro al neoliberalismo que eliminaría cualquier resto de organización obrera en ese momento.
Bridget Diana y Evan Wasner son economistas por The University of Massachusetts Amherst.
[1] Zinn, H., & Arnove, A. (2015). A people’s history of the United States (Thirty-fifth anniversary edition). HarperPerennial, pp. 262.
[2] McBrearty , M. R. (2020, September 7). Fighting evictions: The 1930s and now. Monthly Review. Retrieved August 24, 2022, from https://mronline.org/2020/09/02/fighting-evictions-the-1930s-and-now/
[3] El término Wildcat Strike se refiere a una huelga que ocurre sin la autorización del sindicato correspondiente
[4] Selvin, David F. 1996. A Terrible Anger: The 1934 Waterfront and General Strikes in San Francisco. Detroit: Wayne State University Press; Zinn, H., & Arnove, A. (2015). A people’s history of the United States (Thirty-fifth anniversary edition). HarperPerennial, pp. 291.