Julio 2022
Introducción
El caso de la guerra nos ayuda a entender la profundidad y complejidad en la forma en la que desde Marx y Engels se analizan los fenómenos porque el claro rasero que se le aplica a la conexión entre estructura y superestructura en otros aspectos de la vida social, no se aplica de manera inmediata como un simple fenómeno surgido del desarrollo de las fuerzas productivas en el caso del análisis de la guerra. Es decir que, aunque en el fondo de todos los fenómenos, como dice Marx en la Contribución a la crítica de la economía política, se encuentre su explicación en la economía o estructura social, en realidad en muchas ocasiones esto no es suficiente para explicar dicho fenómeno en sí. Veremos, por tanto, a través de algunos textos clásicos de Marx y Engels la forma en que el problema de la guerra ayuda a entender la conexión entre estructura y superestructura de manera más rica, así como la necesidad de desechar los esquematismos que se han difundido como lo “clásico” del pensamiento marxista.
El planteamiento de Engels en el Anti-Dühring
Es en el Anti-Dühring en donde Engels hace un esfuerzo por explicar a grandes rasgos la teoría que Marx y él mismo desarrollaron a lo largo de su trabajo intelectual. En numerosas ocasiones habían expresado su deseo de tratar de manera más profunda algunos de los supuestos que se encontraban ya en su teoría, pero que solamente sería posible tratar una vez que culminara la obra que en esos momentos ocupaba la mayoría de sus esfuerzos: la crítica a la economía política que se plasmó en El capital.
El texto por entero es una respuesta al pensador Eugen Dühring, quien en contra del marxismo había desarrollado una teoría propia del socialismo. El texto se divide en tres partes principales: a) Filosofía, b) Economía política y c) Socialismo. Es en la segunda sección que se encuentra “La teoría de la violencia y el poder”, en donde se exponen los argumentos que según Engels defiende la teoría del marxismo en torno a las relaciones de poder con todas las acciones que este último implica, la forma en que se implementa algún tipo de violencia como por ejemplo las políticas de guerra. Sin embargo, veremos que, aunque en el Anti-Dühring se puede ver una explicación sistemática de lo que podría considerarse una teoría general sobre la violencia y el poder en el marxismo, en realidad ésta va transformándose, dependiendo no tanto del tiempo, sino del estudio concreto de la política internacional, lo que nos lleva a profundizar en la especificidad del pensamiento marxista como un análisis de la totalidad concreta. Pero empecemos con lo que se explica en el Anti-Dühring.
El texto se desenvuelve con las constantes referencias de Engels a los textos del pensador que intenta refutar, tratando de contra argumentar los fallos en su teoría. En el caso de la teoría de la violencia y el poder en el texto de Dühring se lee: “La formación de las relaciones políticas es lo históricamente fundamental, y las dependencias económicas no son más que un efecto o caso especial y, por lo tanto, siempre hechos de segundo orden. Algunos de los recientes sistemas socialistas parecen evidentemente presentar una actitud completamente invertida respecto de este principio rector, pues desarrollan las subordinaciones políticas como a partir de las condiciones económicas.” (Engels, 1981;151) La postura de Dühring es pues, clara. En la dialéctica de la determinación de las condiciones subjetivas y objetivas, son las relaciones políticas las que determinan la historia, y lo económico es lo secundario, en contra de “Algunos de los recientes sistemas socialistas…”, clara alusión al marxismo.
Engels, intentando desarrollar la postura del marxismo, responde que esto es inexacto. Para clarificar al respecto, desarrolla la forma en la que Dühring analiza el libro de Robinson Crusoe. La relación que se entabla entre Robinson y Viernes es de dominio del primero sobre el segundo y este dominio se da por medio de la violencia, esto es, un acto político. Explica Engels: “Y como esa opresión constituye el punto de partida y el hecho fundamental de toda la historia pasada, y como la tal acción ha sido inoculada de injusticia por el pecado original, de tal modo que en los periodos posteriores se ha suavizado simplemente y se ha “transformado en las formas, más indirectas, de la dependencia económica; y puesto que en esta opresión originaria se basa toda la “propiedad violenta” vigente hasta hoy: es claro que todos los fenómenos económicos tienen que explicarse por causas políticas, o sea por la violencia.” (Engels, 1981;151-152). Contrariamente a la visión de Dühring, Engels dice: “… contra el explicito precepto del señor Dühring, Robinson no ha “tomado como punto de partida y por sí misma la agrupación política” producida por el sometimiento de Viernes, sino que “la ha tratado exclusivamente como medio de lograr el pienso” …” (Engels, 1981;152). De esta forma, el mismo ejemplo sirve para mostrar dos puntos de vista distintos, el primero en donde la violencia es lo que justifica la historia, y el segundo que explica a la violencia como el medio para lograr lo verdaderamente importante: el sustento; de esta manera Engels cree demostrar que “… el poder, la violencia, no es más que el medio, mientras que la ventaja económica es el fin” (Engels, 1981;152-153), y con esto quedaría explicitada la postura marxista de la cuestión.
Engels utiliza los ejemplos históricos para repasar su planteamiento en contra de la opinión de Dühring empezando por estudiar la importancia de la base material-económica necesaria para el desarrollo de las relaciones políticas: “Para que en tiempos de las guerras médicas el número de esclavos fuera en Corintio de 460.000, con lo que había diez esclavos para cada miembro de la población libre, hizo falta algo más que “poder y violencia”, a saber, una industria artesanal y suntuaria muy desarrollada, y un amplísimo comercio”. (Engels, 1981;153) De esta manera, lo que sustenta la posibilidad de la dominación de gran cantidad de esclavos por mano de unos cuantos hombres libres, no es solamente la opresión y la violencia que se ejerce por parte del pequeño número de explotadores de la mano de obra esclava, sino una base económica que le precede. Con esto no quiere decir Engels, según hacemos notar, que no haya en absoluto dominio, poder que se implementa en las distintas relaciones sociales, o incluso violencia, que se utilice para la dominación de una parte de la humanidad por otra, sino que estas relaciones de poder dependen y en cierta medida se modifican, de las bases desarrolladas en la organización económica y técnica de algún momento histórico.
Dühring prosigue en su intento de desarrollar su punto de vista, y este es que la propiedad actual no es sino el resultado de la violencia y la caracteriza como: “Aquella forma de dominio que se basa no solo meramente en la exclusión del prójimo del uso de los medios naturales de existencia, sino, además, cosa más importante, en el sometimiento del hombre civil.” (Engels, 1981;154). A esto opone Engels la propiedad como desarrollo de los medios de producción y no por medio de la violencia y del robo, dice que “Ni siquiera la formación de una aristocracia espontánea, como la que tuvo lugar entre los celtas, los germanos y en el Pendjab indio sobre la base de la propiedad común del suelo, se basa al principio en la violencia, sino en la voluntariedad y la costumbre.” (Engels, 1981;155)
Lo que Engels pretende demostrar aquí en contra de lo que dice Dühring, es que para que la violencia y el poder se manifiesten no hace falta una simple voluntad, es decir que, como Marx también opinaba, “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su voluntad, bajo condiciones elegidas por ellos mismos, sino bajo condiciones directamente existentes, dadas y heredadas.” (Marx, 2015;39). Las condiciones reales determinan la forma en que se manifiesta la violencia, de cualquiera de los tipos que son analizados por el marxismo: lucha de clases, guerra civil, guerra entre naciones (imperialismo). Así, la violencia de la que hace uso Robinson presupone un estado de desarrollo de la técnica que corresponde a su vez al desarrollo de las fuerzas productivas de una sociedad. Habrá que preguntar en el ejemplo de Robinson y Viernes de dónde sale el puñal con el que es sometido Viernes pues “Ni en las fantásticas islas de las robinsonadas crecen hasta ahora los puñales como las hojas de los árboles…”(Engels, 1981;159). Pregunta Engels qué pasaría si del mismo modo en que Robinson ha conseguido su puñal Viernes se consigue un revólver y la respuesta es, según él, clara: “… el revólver triunfa sobre el puñal y con esto quedará claro incluso para el más pueril de los axiomáticos que el poder no es un mero acto de voluntad, sino que exige para su actuación previas condiciones reales, señaladamente herramientas o instrumentos, […], en una palabra, que la victoria del poder o la violencia se basa en la producción de armas, y ésta a su vez en la producción en general, es decir: en el “poder económico”, en la “situación económica”, en los medios materiales a disposición de la violencia.” (Engels, 1981;159)
En la tercera y última parte de lo correspondiente a “La teoría de la violencia y el poder” Engels extrae un último argumento de Dühring en donde expone que “La instauración de un dominio económico sobre las cosas ha tenido como presupuesto el dominio político, social y económico del hombre sobre el hombre. ¿Cómo podría imaginarse a un gran propietario de la tierra sin incluir en la imagen todo su señorío sobre los esclavos, siervos u hombres indirectamente sometidos?” (Engels, 1981;168). Pero el error de Dühring aquí es, nuevamente según Engels, presuponer la explotación de la tierra en zonas grandes sin analizar su desarrollo desde las contradicciones económicas más elementales: “… al principio de la historia de todos los pueblos de cultura no encontramos a los ‘grandes propietarios del suelo’ que nos desliza aquí el señor Dühring con ese habitual estilo de prestidigitador al que él llama ‘dialéctica natural’, sino que encontramos comunidades tribales o de aldea con propiedad común de la tierra.” (Engels, 1981;169). Por tal motivo, la filosofía de la violencia, o la concepción de la violencia y del poder que ofrece Dühring, sirve aquí también para ayudar a explicar la concepción marxista: no es el impulso de las voluntades o de la moral abstracta del ser humano lo que implanta la violencia como motor de la historia en su mero impulso subjetivo, sino que por el contrario, solo en la medida en que lo permite el desarrollo económico se pueden desatar los niveles de violencia y las formas de utilizar el poder para el dominio de unos sobre otros. Más aún,
Si el señor Dühring no quiere decir con su dominio del hombre por el hombre, como condición previa del dominio de la naturaleza por el hombre, sino que nuestra actual situación económica, el grado de desarrollo hoy alcanzado por la agricultura y la industria, es el resultado de una historia social desarrollada a través de contraposiciones de clase, relaciones de dominio de servidumbre, entonces está diciendo algo que desde el Manifiesto Comunista ha tenido tiempo de sobra para convertirse en un lugar común. Lo que importa es explicar el origen de las clases y de las relaciones de dominio… (Engels, 1981;172).
Pero si bien el desarrollo de las condiciones materiales permite la manifestación de la violencia en algún grado y forma, lo cierto es que a su vez ésta es necesaria para el desarrollo y avance de las mismas condiciones que permiten su aparición. La relación entre economía y violencia no puede ser estática y determinista en este sentido, la violencia y el poder representan un estado del desarrollo de las fuerzas productivas que, a su vez, se van aprovechando de las formas de violencia para acelerar su desarrollo. Esto es lo que le permite a Engels la evaluación de la violencia no en su aspecto meramente moral. En contra del señor Dühring que opina que el poder es absolutamente malo, Engels opina que “… la violencia desempeña otro papel en la historia, un papel revolucionario; de que, según palabra de Marx, es la comadrona de toda vieja sociedad que anda grávida de otra nueva; de que es el instrumento con el cual el movimiento social se impone y rompe formas políticas enrigidecidas y muertas.” (Engels, 1981;177). Con esto queda el panorama general de la teoría de la violencia y el poder de Engels, poniendo la dialéctica entre las condiciones materiales y las subjetivas de tal manera que las primeras determinen a las segundas.
Engels y la revisión de la actividad del revolucionario como combatiente
A esta visión tan determinista se le opone el mismo Engels. A lo largo de escritos posteriores va analizando cómo la forma en la que se cambian las condiciones específicas económicas influye también en la forma en que se implementan las políticas de guerra, incluso para el estudio de en qué medida la revolución puede llegar a ser un enfrentamiento armado entre dos clases sociales distintas. Pero esta transformación, y esto es importante, depende no solamente del movimiento en la llamada estructura de la sociedad, sino que son desencadenadas por una serie de determinaciones políticas y organizativas que enriquecen el análisis marxista. Esto quiere decir que, aunque en “Última instancia” como decía Marx mismo, las causas de los problemas puedan ser, quitándole toda concreción, la economía de una sociedad, en realidad hay una serie de eventos que nos indican que para poder dar el diagnóstico correcto de un fenómeno se debe estudiar el movimiento interno de la “superestructura” social.
Engels en una introducción al trabajo de Marx La lucha de clases en Francia menciona algunas cuestiones reveladoras que ayudan a entender mejor la problemática de la lucha revolucionaria. Durante algún tiempo la lucha estaba determinada por ciertas condiciones que hacían posible la disputa de los ciudadanos organizados contra las fuerzas militares del Estado. Al no estar tan desarrolladas las herramientas con las que se combatía, prácticamente cualquiera que se procurara armas podía hacer frente a las milicias armadas. Engels explica que no era que las masas populares, o quienes quiera que fueran los rebeldes, tuvieran las mismas ventajas para derrotar al enemigo que se les pusiera enfrente, aunque fueran las fuerzas armadas del Estado, lógicamente mejor entrenadas, sino que las condiciones objetivas, en este caso la poca separación que había en la técnica de un bando respecto del otro permitía condiciones que hacían posible la victoria por otros medios. Engels explica que “… en la época clásica de las luchas callejeras la barricada tenía más eficacia moral que material. Era un medio para quebrantar la firmeza de las tropas. Si se sostenía hasta la consecución de este objetivo, se alcanzaba la victoria, si no, venía la derrota. Este es el aspecto principal de la cuestión y no hay que perderlo de vista tampoco cuando se investiguen las posibilidades de las luchas callejeras que se puedan presentar en el futuro.” (Engels, 1974;265). Es fundamental la cita anterior por diferentes razones, una de las más llamativas es la importancia moral de las barricadas que depende del desenvolvimiento de la guerra, no determinada en absoluto por cierto nivel de desarrollo armamentístico. La lucha no está resuelta de una vez y por todas, esa es una de las lecturas equivocadas que pueden desprenderse de la simplificación de la relación estructura-superestructura; aunque la base determine en última instancia las posibilidades de aparición de las formas de la superestructura, en realidad no hay una reciprocidad tan simple.
Una visión simplista de la relación entre las dos partes fundamentales de la estructura social llevaría a pensar que no hay más que analizar la sola economía y desprender de ahí toda la construcción de algún fenómeno, pero en realidad las formas que se manifiestan, que se desprenden de la base económica son variadas, y lo que hay que hacer es estudiar, aparte de cómo influye la base estructural, la lógica interna de la superestructura, cómo se han manifestado, cuáles son las contradicciones internas que han permitido que se desarrollen de cierto modo y no de otro, hay que atender a la “síntesis de determinaciones”, tal era el método científico aceptado por Marx.
En el estudio de las modernas formas de oponerse a la fuerza organizada del Estado, Engels analiza las condiciones que se le presentaban desde el punto de vista anteriormente mencionado. El desarrollo de la técnica de las armas permitía cierto nivel de respuesta por parte de los opositores del régimen. Sin embargo, la ventaja aparente no estaba determinada ya por dicho desarrollo embrionario, sino que dependía de una serie de sucesos que determinaban que las barricadas desempeñaran el papel deseado o no. La eficacia de dicho método de combate era, a decir de Engels, más bien moral. Dependiendo de cómo se desarrollara el combate, la posibilidad de la victoria estaba en que, debido a la capacidad de respuesta que aún se tenía en ese tiempo, la resistencia prolongada a un ataque de las tropas del Estado creaba agotamiento moral de éstas, lo que sentaba una base, esta vez subjetiva, en donde podía fincarse la victoria.
Más adelante en el mismo artículo Engels menciona que el desarrollo de la técnica de las armas hacía casi imposible la lucha revolucionaria por este medio lo que llevaba a pensar en nuevas formas de lucha. Pero los cambios no son solamente estructurales, no es solamente el desarrollo técnico el que determina las nuevas condiciones, en gran medida se crean condiciones subjetivas que juegan un papel importante para determinar la situación del movimiento que pretenda influir en la conciencia de la masa. La situación en 1849 Engels la ve del siguiente modo:
La burguesía se había colocado en todas partes al lado de los gobiernos, ‘la cultura y la propiedad’ saludaban y obsequiaban a las tropas enviadas contra las insurrecciones. La barricada había perdido su encanto; el soldado ya no veía detrás de ella al ‘pueblo’, sino a rebeldes, a agitadores, a saqueadores, a partidarios del reparto, a la hez de la sociedad; con el tiempo, el oficial se había ido entrenando en las formas tácticas de la lucha de calles: ya no se lanzaba de frente y a pecho descubierto hacia el parapeto improvisado, sino que lo flanqueaba a través de huertas, de patios y de casas. (Engels, 1974;265-266).
Si bien la técnica armamentística se había desarrollado a gran escala, lo cierto es que aquí Engels quiere hacer notar algo muy distinto, el cambio en algunos aspectos que comúnmente serían clasificados del lado de la superestructura social. El ánimo de los soldados ya no era el mismo de antes cuando les costaba disparar hacia los manifestantes por identificar en ellos a la masa popular. Esto es elemental a la hora de analizar la importancia de la superestructura, de la evolución ideológica en sus contradicciones internas, por ejemplo, o del control que los diversos grupos políticos tienen de sectores elementales que pueden influir en la opinión de la masa, esto es, los medios de difusión masiva. Pero también los nuevos conocimientos se hicieron presentes, y no necesariamente por una evolución radical del armamento utilizado, sino por la asimilación de las formas de combatir del enemigo y de la evolución de las tácticas utilizadas hasta el momento. Todo esto es un desarrollo no de la técnica impulsada por la economía, sino de la guerra misma, de su ley interna, con relativa independencia de la base material que le da sustento.
Gallie y la inconsistencia de la postura de Engels
En un famoso libro titulado Filósofos de la paz y de la guerra el filósofo W. B. Gallie analiza la inconsistencia de Engels en torno a su postura de la teoría de la violencia y del poder, representada en la postura sobre la guerra del colega y amigo de Marx. Sintetizando lo anteriormente dicho, podemos decir que por un lado está la postura de las determinaciones que sufren las partes de la superestructura social por parte de la estructura, de tal manera que gran parte de las relaciones sociales están determinadas por el desarrollo de los medios de producción, así como las formas de violencia están determinadas por la economía de cierto momento histórico o como la guerra y sus formas estaría determinada por el desarrollo tecnológico disponible en el momento. Sin embargo, por otro lado, se nos muestra la relativa independencia de la superestructura que puede influir en el mismo desarrollo de la estructura y, por lo tanto, del papel que la guerra y las relaciones de poder tienen en el desarrollo de la sociedad socialista.
Por lo anterior, Gallie se plantea la cuestión de qué es lo que busca el marxismo en sus opiniones acerca de la guerra y cuál es la enseñanza que podemos sacar de ello. Lo primero que hay que tomar en cuenta es el hecho de que para el marxismo la guerra no es en sí ni un bien ni un mal, que representa cosas distintas dependiendo de la situación histórica, y que, a pesar de esto no es posible que podamos explicar la guerra y la paz solamente “… como efectos calculables y graduables de cambios más profundos en el modo en que las sociedades organizan su fuerza productiva.” (Gallie, 2014;141). Gallie ve en el desarrollo de la teoría del marxismo por parte de Engels una demostración de que la guerra (y podríamos decir que otras partes de la llamada superestructura) tiene una relativa independencia que hace que sirva de importante apoyo y base del desarrollo de las mismas condiciones estructurales.
Basando su análisis en los textos clásicos de Engels, principalmente en el Anti-Dühring, observa Gallie que si bien es verdad que la guerra juega un papel importante en beneficio de ciertos intereses económicos, la guerra tiene otra dimensión más allá de la simple utilización en pro de dichos intereses. Gallie dice que “… en el curso de su planteamiento, Engels observa de manera más bien sorpresiva que la ‘guerra era tan antigua como la existencia simultánea, lado a lado, de diversos grupos de comunidades’. En otras palabras, la existencia de la guerra en contraste con la función social que en este punto se le atribuye, se postula desde el principio como un factor independiente de la situación que va a explicarse.” (Gallie, 2014;144). De esta forma, la guerra, aunque al servicio de intereses económicos, es una condición de las sociedades mismas, quienes deben desarrollar métodos para defenderse de otros grupos sociales desde la aparición de las comunidades mismas; en este sentido, las distintas guerras no son simplemente una respuesta a condiciones materiales-económicas, sino que son una necesidad desde el punto de vista de los distintos grupos sociales que defienden naciones con culturas e ideas distintas.
La complejidad de la estructura social permite el desarrollo independiente (relativo, recalcamos nuevamente) que hace tan importante una buena lectura de la guerra y sus consecuencias para la táctica que ha de tomar el movimiento socialista si quiere influir de manera real en la transformación de una nación. Es importante tomar en cuenta, para el combate contra el dogmatismo, la opinión que sobre el tema tienen Marx y Engels, “Ambos nos muestran la guerra y los métodos de hacer la guerra profundamente influenciados por otras formas de actividad mucho más constructivas y creadoras; pero también nos muestran a la guerra determinando y apoyando a éstas de las maneras más sorprendentes y perdurables.” (Gallie, 2014;149). Se hace aquí explícita la dialéctica entre el objeto y el sujeto, entre la estructura y la superestructura. La base material que determina el “edificio social” no es sino lo que determina las condiciones de existencia de los fenómenos, pero esto en un plano de la realidad, desde cierta perspectiva. Nada impide que las creaciones de esta base, de esta estructura, no tengan vida propia y, de hecho, siguiendo el pensamiento de Marx y Engels, es importante analizar su estructura interna y su movimiento particular para tomar las medidas tácticas correspondientes para actuar de cierta manera u otra en el plano del movimiento político.
Gallie, analizando un texto de Engels sobre La lucha de clases en Francia, escrito por Marx, observa que, aunque había ciertos avances técnicos en las armas que determinaban la oportunidad de actuar de manera directa o indirecta en la lucha revolucionaria armada, había otras condiciones no propiamente técnicas. A la par que el desarrollo de los medios de comunicación, que hacían más fácil la agrupación de refuerzos por parte de las fuerzas del Estado, o del perfeccionamiento de los proyectiles que hacían que solamente un grupo selecto de hombres entrenados pudiera manejar ese tipo de armamento o por lo menos solo ellos tuvieran oportunidad de conseguirlo, a la par de todo eso, repetimos, “… quizá lo más importante de todo, eran las calles anchas y los largos alojamientos regulares de los suburbios industriales de la mayoría de las grandes ciudades europeas, que ya podían ser dominados y despejados en unos momentos, como nunca antes, por los cañones” (Gallie, 2014;156). Es verdad que es necesario cierto desarrollo para implementar estas reformas en el plano de la arquitectura de la sociedad, pero en cierto sentido los mismos recursos, el mismo nivel de desarrollo, organizado de manera diferente, puede cambiar las cosas de manera sustancial como para modificar la forma en la que se combate en una guerra civil, por ejemplo. Para hacer las calles más anchas y reorganizar la distribución de la ciudad para hacer más operativa y eficaz la lucha contra las barricadas no se necesitó de un cambio en el modo de producción, y sí implicó el fin[1] de la lucha armada, por lo menos en esas ciudades, como método efectivo para dar la lucha revolucionaria.
Marx: de las Tesis sobre Feuerbach y el Manifiesto
En el desarrollo del problema de la guerra, la violencia y el poder, se ve reflejada la preocupación de Marx de la dialéctica entre lo objetivo y los subjetivo, entre la materia y la idea. Ya en las famosas tesis sobre Feuerbach declara que “El defecto fundamental de todo materialismo anterior —incluido el de Feuerbach— es que sólo concibe el objeto, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto [Objekt] o de contemplación, pero no como actividad sensorial humano, como práctica, no de un modo subjetivo.” (Engels, 1970;9). Esto es lo que nos permite entender cómo es que, por un lado, Marx defiende una postura materialista y, por el otro, intenta rescatar la parte de actividad del ser humano que permite a su vez la transformación de la materia y los fenómenos en general.
El papel que juega la lucha, la confrontación, la guerra en cierto sentido, para el desarrollo histórico es muy importante. La subjetividad del ser humano se revela aquí como la creadora, la constructora de la historia. Esto se puede apreciar ya en un texto también debatido y difundido asombrosamente a lo largo y ancho del orbe: el Manifiesto del partido comunista.
Son muchas las frases del texto que se han hecho célebres, que no es de los más largos de Marx, ni de Engels mismo, pero la que abre la parte de “Burgueses y proletarios” hace reflexionar sobre el tópico que tratamos en este trabajo: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.” (Marx, Engels, 1977;20). El desarrollo económico y técnico es la base de la lucha de clases, depende de este la forma en la que se presenta dicha lucha, pero con la concepción de la lucha de clases Marx y Engels dejan ver la importancia de la batalla en las ideas y la política para el desarrollo de la historia.
El modo de producción feudal, anterior al capitalismo, se desarrolló de tal manera que engendró las bases para la aparición de la sociedad capitalista, ya que el movimiento interno de dicha sociedad alcanzó cierto punto en donde las relaciones feudales de producción necesitaban ser cambiadas por otras y es ahí en donde se hace necesario el cambio de modo de producción. Marx en el desarrollo de su exposición explica:
Hemos visto, pues, que los medios de producción y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un cierto grado de desarrollo, estos medios de producción y de cambio, las condiciones en las que la sociedad feudal producía y cambiaba, la organización feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la producción en lugar de impulsarla. Se transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y las rompieron.” (Marx, Engels, 1977;25).
En la cita anterior queda claro lo que hemos tratado de exponer. En primer lugar, hay cierto desarrollo de la economía por las contradicciones internas del desarrollo de los medios de producción, esto no es más que decir que hay una constante evolución de la forma en que la humanidad se procura los bienes para poder sobrevivir. Pero llega un momento en que es necesario un cambio, pues el modo de producción anterior ha llegado a su límite. Ahora bien, cuando es necesario “romper las trabas”, como dice el Manifiesto, ¿quién las rompe? No es un movimiento que llegue por inteligencia exterior a los sujetos actuantes de la sociedad, es necesaria la participación de la mente humana que actúa y hace posible el cambio. La libertad de acción juega aquí también un papel importante.
Conclusiones
La problemática de la guerra en el marxismo, ejemplificada en la teoría de la violencia y el poder escrita en el Anti-Dühring, nos presenta una oportunidad para reflexionar sobre uno de los problemas clásicos del marxismo, a saber, el de la estructura y la superestructura social y hasta dónde hay que respetar la ortodoxia marxista sin convertir su pensamiento en papel muerto.
Podemos entender mejor la dialéctica interna de la determinación económica y las manifestaciones de la superestructura analizando un problema que, por parte de los padres del marxismo, se profundizó hasta dar herramientas para estudiar la relativa independencia de los fenómenos superestructurales. Dicha independencia es importante, pues de otra manera la acción revolucionaria queda inhabilitada, debemos defender siempre la capacidad de inventiva de la sociedad para resolver problemas que no se van a solucionar por determinación de las causas económicas. Y a la vez, debemos comprender cómo es que es posible salirse de la determinación económica para plantear una sociedad distinta de esta; esto no es posible sin traspasar las fronteras de lo ya conocido y apoyarnos de esta libertad intelectual para plantear modernas soluciones y, en esa medida, hacer nuestra propia historia.
Estudiar el movimiento independiente e interno de la guerra, así como de las demás partes de la llamada superestructura debe ser una parte del estudio de la totalidad del fenómeno, tomando en cuenta que el modo en que todos estos confluyen, conforman su totalidad concreta. Es decir, una vez que estudiemos, llenando de concreción el fenómeno superestructural, en este caso la guerra, no debe dejarse de lado las condiciones materiales que le dan origen, evaluando el correcto peso de estas condiciones, para obtener conclusiones cada vez más concretas de la realidad que queremos estudiar y conocer.
Alan Luna es filósofo por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
[1] Esto tampoco es absoluto, Engels dice que es “casi imposible” pensar en la lucha por medio de barricadas con el moderno desarrollo técnico de las armas, aunque será una cuestión que se deberá analizar dependiendo de las condiciones concretas de cada nación.
Bibliografía
Engels, Friedrich (1981). Anti-Dügring, Grijalbo, México.
………… (1974). Temas Militares, Cartago, Argentina.
Gallie, W.B. (2008). Filósofos de la paz y de la guerra, FCE, México.
Marx, Karl y Engels, Friedrich (1970). Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos, Grijalbo, México.
………………………… (1977). Obras Escogidas, Tomo I, Progreso, URSS.
Marx, Karl (2015). El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Alianza, España.