Marx y la literatura

Mayo 2022

Carlos Marx fue un gran lector de novelas y sus aficiones de esta índole recorrían una gran parte de la historia de la literatura universal. Según Paul Lafargue Marx prefería las novelas del siglo XVIII —de manera especial, Tom Jones del escritor inglés Henry Fielding— y como descanso intelectual leía, a veces, dos o tres al mismo tiempo, alternándolas. Además, Marx conocía muy bien y admiraba las obras de Walter Scott, y decía que una de ellas, Eterna Mortalidad o Los puritanos de Escocia, era una obra maestra. La afición que sentía por las historias de Scott la compartían también sus hijas. En su infancia, Eleanor Marx, la más pequeña de las tres, leía esas novelas y al mismo tiempo hacía proyectos para insurreccionar las Tierras Altas de ese país.

Marx prefería las historias de aventuras y de humor. Sin embargo, ponderaba a Cervantes y a Balzac por encima de todos los novelistas. En palabras de Lafargue, Marx veía en Don Quijote cómo el mundo burgués en ascenso ridiculizaba y escarnecía las virtudes de la épica de la caballería en desaparición. Asimismo, tenía la intención de escribir una crítica de La comedia humana, el gigantesco proyecto literario que Balzac emprendió a partir de 1830. Marx decía a propósito que Balzac había sido el historiador de su tiempo y admitía que éste había creado una serie de personajes que todavía estaban en embrión en la época de Luis Felipe, el último rey de Francia, y que sólo se desarrollaron plenamente hasta los días de Napoleón III.

Además, conocía de memoria a Goethe y Heine. Wilhelm Liebknecht cuenta que de todas las obras poéticas de la literatura alemana, Fausto era la más agradable para Marx. De la misma manera, Dante era uno de sus poetas favoritos, y Marx era capaz de declamar grandes tiradas de la Divina Comedia. Otro de sus escritores predilectos era el poeta escocés Robert Burns.

Por otra parte, Marx sentía un respeto ilimitado por Shakespeare, había estudiado su obra y conocía “hasta el menos importante de sus personajes”. El dramaturgo inglés era en realidad objeto de un verdadero culto por parte de toda su familia. Su hija Eleanor escribió que Shakespeare era la Biblia de su casa. El mismo Marx, su esposa y sus tres hijas eran capaces de recitar escenas íntegras de la producción shakesperiana.

A juicio de Marx, Shakespeare y Esquilo constituían los mayores genios dramáticos que hubiera producido la humanidad. En ese sentido, leía todos los años a Esquilo en el original griego. En un apunte que se titula “El arte griego y la sociedad moderna”, Marx aseveró que el arte griego y la epopeya valían, en ciertos aspectos, como una norma y un modelo inalcanzables. La propia Eleanor reconoció que su padre leía todo Homero para ella y sus hermanas, además del Cantar de los Nibelungos, Las mil y una noches y, por supuesto, Don Quijote.

Cuando ya tenía 50 años, Marx comenzó a estudiar el ruso y en seis meses lo aprendió. A partir de ahí leyó a los poetas y prosistas rusos, de los cuales prefería a Pushkin, Gogol y el satirista Shchedrín.

Por si fuera poco, en su juventud Marx había escrito algunos poemas que conservaba Jenny Marx, su esposa, y, más adelante, contrajo el compromiso solemne con sus tres hijas de escribir un drama sobre los Gracos. No pudo cumplir su palabra. Lafargue escribió: “Habría sido interesante ver cómo él, llamado el «campeón de la lucha de clases», hubiera tratado ese episodio terrible y magnífico de la lucha de clases en el mundo antiguo”.


Victoria Herrera es historiadora por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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