Por Tania Rojas
Enero 2022
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) reporta un total de 1.9 millones de personas desocupadas en 2018, 2.1 en 2019, 2.7 en 2020 y 2.4 en 2021. Sobre estos datos dos anotaciones son importantes: primero, ya en 2019, año en el que la pandemia no puede contar como causa, 213 mil personas más se sumaron al desempleo; y segundo, al tercer trimestre de 2021 aún nos encontrábamos con niveles de desempleo superiores, en términos absolutos, a los de 2019 y 2018. Es innegable pues, que el retroceso en la generación de empleo viene desde 2019, y que los niveles de desempleo actuales no se explican por entero por los efectos de la pandemia, sino, principalmente, por la falta de una política económica enfocada a la recuperación del crecimiento. Recordemos que en 2019 el PIB cayó -0.1%, resultado de la caída de la inversión pública y privada. Esto debido a que las políticas de austeridad en el gasto público castigaron especialmente a la inversión física, y a que la actitud hostil hacia la inversión privada desalentó inversiones en este sector. En 2019, la inversión física pública cayó 11.8% en términos reales respecto a 2018 (El Economista, 18 de febrero de 2020). La inversión privada, como proporción del PIB, ha caído desde 2019 y no se ha recuperado: en 2018 representó el 19.3% del PIB, 17.9% en 2019, 15.3% en 2020, y 16.5%, para cada segundo trimestre del año (México ¿cómo vamos?, 20 de septiembre de 2021).
Pero la falta de empleo no solo se advierte en el número de desocupados. El comportamiento del grupo que conforma la población no económicamente activa (PNEA), también expone la carencia de empleo. Este grupo está compuesto por personas que están en edad de trabajar, pero no participan en el mercado laboral. Esto es, no trabajan ni está en sus planes hacerlo. Aquí podemos encontrar a estudiantes, pensionados, jubilados, personas dedicadas a los quehaceres del hogar, ancianos, etc. La PNEA se encuentra actualmente muy por arriba de los niveles de 2018, año en el que sumaba a 37.5 millones de personas. En 2019 sumó 37.5 millones, 42.7 en 2020 y 39.8 en el tercer trimestre de 2021. De estos 39.8 millones, 7.8 están disponibles para trabajar, y aunque no han buscado trabajo aceptarían uno si se les ofreciera (INEGI, 2021). Lo anterior confirmaría la hipótesis de que el incremento de la PNEA se debió a que muchos han dejado de buscar trabajo debido a que no esperan encontrarlo.
Otro indicador más exhibe la insuficiencia de empleo, la subocupación. La población subocupada es la que tienen necesidad de trabajar más tiempo, por lo que están en busca de un empleo complementario al que tienen, o de un empleo que les ofrezca más horas de trabajo. Según en INEGI, 3.8 millones de personas se encontraban en esta condición en el tercer trimestre de 2018, 4.3 millones en 2019, 8.6 millones en 2020 y 7.2 millones en 2021. Como se ve, la subocupación aumentó de forma importante ya desde 2019, año en el que la tasa de subocupación se colocó al mismo nivel de la de 2016 (7.8% de la población ocupada); la tasa de subcupación actual es de 16.9%. Las medidas sanitarias de confinamiento y cese de actividades no esenciales eran necesarias. Pero pese a su implementación, las graves afectaciones sobre el empleo, y por tanto el crecimiento económico, pudieron minimizarse de haber tomado medidas para por lo menos conservar los puestos de trabajo. México se cuenta entre los países que menos medidas de protección al empleo tomó durante la pandemia (El Economista, 2 de diciembre de 2021). Esta actitud del gobierno frente a la pandemia es reflejo de su estrategia económica en general, esperar el crecimiento económico como consecuencia de la mayor integración comercial y financiera de México y los Estados Unidos, y de la inyección dispersa de recursos públicos en la “base”. En esto consiste lo que el presidente llama “la nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, que ni es nueva ni traerá mejores resultados porque ahora se hable de bienestar y no solo de crecimiento.
Tania Rojas es economista por El Colegio de México e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.