La geopolítica de la pandemia

Marzo 2020

La pandemia del Covid-19 se ha convertido en un escenario más de la geopolítica internacional. Los principales polos de poder a nivel mundial miden sus fuerzas, hacen cálculos y movilizan sus recursos para salir fortalecidos de la coyuntura actual. Paralelamente a la batalla científica por controlar al virus, se libra una batalla política de dimensiones planetarias entre los países que se disputan la hegemonía mundial. Por un lado, Estados Unidos lucha por defender su posición de superpotencia única conquistada con la caída de la Unión Soviética; por el otro, China busca ampliar sus cada vez mayores áreas de influencia. Esta disputa geopolítica es en realidad el correlato del comportamiento económico internacional que en las últimas décadas han tenido ambos países. En este contexto, la capacidad que tengan para responder eficazmente a la pandemia, y la intervención que ejerzan en otros países, repercutirá en la proyección mundial de las dos potencias. La crisis actual pone a prueba el liderazgo internacional de Estados Unidos y China, algo que los gobernantes de ambos países entienden bien.

Estados Unidos ha dejado solos a sus aliados y ha optado por replegarse al interior de sus fronteras para contener la expansión del virus. Los países europeos que participan en el concierto de las naciones bajo la batuta norteamericana -en términos militares, políticos, económicos y diplomáticos- hoy están luchando prácticamente solos para detener el avance de la pandemia. Cada país hace lo que puede con sus propios recursos para enfrentar la crisis, lo que ha provocado que los países más débiles de la zona Euro encabecen hoy las listas de víctimas mortales por el coronavirus. Mientras las cifras de defunciones de Italia y España ya superan a las de China, países como Alemania e Inglaterra han desplegado todos los recursos a su disposición para contener la propagación de la pandemia y manejar adecuadamente los casos de contagio. No hay cooperación internacional entre países europeos para enfrentar la crisis, como tampoco hay una intervención eficiente de la superpotencia estadounidense.

Si la presencia de Estados Unidos se ha desdibujado con sus aliados, con sus “enemigos”, en cambio, mantiene una política agresiva. A pesar de la crisis, actuando como si no existiera la emergencia sanitaria, el 10 de enero Mike Pompeo anunció la aplicación de nuevas sanciones económicas a Irán, específicamente contra grandes empresas productoras de hierro y acero, a fin de asfixiar su economía y derrocar a la dirigencia política del país persa. El mismo día, el secretario del Tesoro declaró que las “sanciones continuarán hasta que el régimen detenga la financiación del terrorismo global y se comprometa a no contar nunca con armas nucleares”. Por otro lado, continúa el cerco económico contra Venezuela. El 18 de marzo el Fondo Monetario Internacional le negó a Venezuela un préstamo que Nicolás Maduro solicitó para poder hacer frente a la emergencia sanitaria, pues la economía del país no está en su mejor momento debido a las sanciones que Estados Unidos mantiene desde hace años contra los venezolanos. Así pues, la potencia norteamericana deja en el desamparo a sus aliados y condena a morir por la pandemia a quienes considera sus enemigos.

La participación de China es totalmente diferente. Una vez que controló la expansión del virus entre su población, la potencia asiática comenzó un ambicioso plan orientado a intervenir en otros países para ayudar en el manejo de la crisis. El 11 de marzo el gobierno chino evió a Italia un primer equipo de médicos especialistas en el combate al coronavirus, para compartir con los italianos la experiencia china en el tratamiento de la pandemia. Días después, el 19 de marzo, un segundo equipo de médicos expertos chinos aterrizó en Lombardía, la zona más afectada de Italia, para contribuir al manejo de la emergencia sanitaria; los médicos fueron recibidos como héroes y el presidente lombardo declaró a los medios que es “una ayuda de vital importancia que servirá para salvar vidas”, al mismo tiempo que mandó un mensaje de agradecimiento al pueblo chino. Con el segundo destacamento médico, China envió también una donación de 2 millones de mascarillas, mil ventiladores pulmonares, 20 mil trajes protectores y 50 mil pruebas para detectar el coronavirus. El 13 de marzo, también España recibió un lote de equipo médico donado por el gobierno chino. En esta crisis, China está ocupando los vacíos que deja la ausencia estadounidense.

La reacción de los polos de poder ante la pandemia es un reflejo de la correlación global de fuerzas que existe en la actualidad. En los últimos años el liderazgo de Estados Unidos se ha visto fuertemente cuestionado por el surgimiento y consolidación de otros polos de poder, como China y Rusia. El gigante asiático amenaza la preeminencia norteamericana como país más rico del mundo y como principal productor de tecnología de punta. Rusia, por otro lado, le disputa a los estadounidenses la posición delantera en generación de armamento, además de que ha demostrado su superioridad estratégica al derrotar a las fuerzas estadounidenses en escenarios como Siria o Crimea. Así, mientras China, Rusia y Cuba envían personal médico para ayudar a los italianos, Estados Unidos se limita a mantener una guerra mediática que señala a China como culpable de la propagación del virus. En conclusión, el escenario geopolítico originado por la pandemia del coronavirus expresa la pausada pero indiscutible transformación del orden mundial pos-Guerra Fría. Algo que todos los países entienden cada vez mejor.


Ehécatl Lázaro es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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