Filosofía

Filosofía y ciencia

Febrero 2023

Es común que a los filósofos se les caracterice como personas estrafalarias e ingenuas, lejos del pensamiento enteramente racional o científico. A Sócrates se le conoce muy bien por preguntar hasta el cansancio la esencia de los zapatos, por ejemplo. Por otro lado, Tales de Mileto fue objeto de burlas porque se cayó a un pozo mientras observaba el cielo. Y René Descartes ha sido descrito como una especie de esquizofrénico que no estaba seguro de que el mundo era real, hasta que un día pensó la idea de Dios y pudo conciliar el sueño al reflexionar que si la idea de perfección existe es porque Dios la instaló en nosotros, lo cual implica la perfección de existir y, por tanto, él existía, y su silla y su casa también existían. Reflexiones de personas con suficiente tiempo de ocio.

Se plantea que existe un Descartes serio y un Descartes ingenuo. El Descartes serio es el matemático, es aquel que ideó las coordenadas cartesianas, quien revolucionó el pensamiento científico; el Descartes filósofo es el ingenuo, aquel que dudó incluso de su propia existencia.

No obstante, para Descartes, su filosofía era la base de su pensamiento científico. El Discurso del método, que fundó una nueva época filosófica, introduce a sus estudios de Geometría y Óptica, que continúan siendo su filosofía. La relación entre filosofía y ciencia es muy estrecha, Descartes lo expresa así en una carta a Mersenne el 20 de noviembre de 1629:

Y así como es posible aprender en un solo día todos los números hasta el infinito y a escribirlos en un lenguaje desconocido […] que sea también posible hacer lo mismo con todas las demás palabras necesarias para expresar todo cuanto pasa por el espíritu de los hombres. […] La invención de este lenguaje depende de la verdadera filosofía, porque es de otra forma imposible enumerar todos los pensamientos de los [seres humanos] y ponerlos en orden o siquiera distinguirlos de modo que lleguen a ser claros y distintos, que es desde mi punto de vista el mayor secreto de que se puede disponer para llegar a la verdadera ciencia.[1]

Las reflexiones filosóficas son la base del conocimiento científico. La ciencia no se entiende completamente sin la filosofía y, por otro lado, la filosofía requiere de la ciencia y de los científicos. Integrar refiere a Eudoxo, así como derivar refiere a Leibniz, creador del cálculo infinitesimal; la física tampoco se entiende completamente si no referimos a Aristóteles ni a Einstein, quien también era filósofo.

Se relaciona a la filosofía estrictamente con las humanidades, casi no se le encuentra en los programas de ciencias. Pero el pensamiento filosófico no se restringe a lo “humanístico” ni es solamente un breviario cultural que los empresarios usan para disfrazar la misión y la visión de sus empresas; sobre todo, la filosofía está en relación con el pensamiento científico, que en sí mismo precisa reflexión.

Independientemente del uso que el capitalismo hace de la ciencia y la filosofía, estos tipos de pensamiento son una tarea seria para comprender el suelo que pisamos, y no para consolarnos ante el triste e injusto mundo, sino sobre todo para salvar a la humanidad de la barbarie científica y moral que acarrea este sistema. La filosofía no es un sustituto de los antidepresivos ni un refuerzo del autoestima, a lo que se quiere asistir -dicho sea de paso- desde la filosofía estoica, de manera que Séneca es presentado como un coach emocional.

El hecho de que la humanidad haya perdido objetivos políticos humanos y se dirija hacia la destrucción del mundo garantiza seres humanos que navegan en abismos suicidas y nihilistas, a lo que se contrapone la justicia y la bondad, que requieren del pensamiento científico y filosófico en favor de una sociedad mejor. Por eso, el pensamiento filosófico es una tarea rigurosa, y debe ser tratado como tal. 


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] Descartes, R., Oeuvres philosophiques, 3 vols., Garnier, París, 1963, vol. 1, pp. 230-231.

La necesidad de la razón o El Rey Filósofo

Enero 2023

Es muy conocida la relación entre la filosofía y la geometría en la Antigua Grecia. En la entrada de la Academia de Platón estaba inscrito “No entre aquí quien no sepa geometría”.

La necesidad de la geometría para la reflexión no es literal, sino que se trata de una alusión a usar el razonamiento. La geometría requiere razonamiento, lo mismo que la filosofía; las implicaciones de dicha necesidad van más allá del filosofar por filosofar, son sobre todo implicaciones de carácter político.

El uso de la razón en las matemáticas y en la filosofía brinda importantes bases para que haya igualdad entre los seres humanos. Esto fue demostrado en el diálogo Menón de Platón. En dicha obra se narra que, a través de un esclavo de Menón, Sócrates demuestra que es posible conocer. Y eso es lo interesante: Sócrates le demuestra a Menón que una persona que no tiene estudios puede razonar al aplicar exitosamente el teorema de Pitágoras.

Menón, un ciudadano de Grecia, quedó atónito al observar cómo un esclavo, considerado ignorante por la mayoría, supo deducir el teorema de Pitágoras. Para los griegos, los esclavos eran carentes de palabra, contrario a los ciudadanos, quienes tenían formación académica y podían ser escuchados en la Asamblea.

A pesar de no estar muy convencido en un principio, Menón termina por estar de acuerdo con la deducción matemática de su esclavo.

La conclusión a la que induce Sócrates en ese diálogo es que, ante la razón, un esclavo no carece de palabra. Sócrates refutó la idea de que los esclavos no tenían derecho a hablar o que no tenían conocimientos. En el momento en que la razón se instala, se anuncia un mundo en donde todos los seres humanos pueden tener autoridad, voz, derecho a ser escuchados.

Ante las deducciones racionales, cuestiones como la raza, la clase social o el sexo no interfieren. Frente al teorema de Pitágoras, espartanos, atenienses, mujeres, hombres, negros y blancos, están de acuerdo; la razón iguala a las personas. Incluso el esclavo más pobre de los esclavos tiene autoridad si lo que ha dicho se sostiene racionalmente. La inscripción “no entre aquí quien no sepa geometría” se refiere al hecho de que los seres humanos deben someterse a la razón para que haya justicia.

Una vez que se ha planteado que ante la razón todos y todas somos iguales, surgen algunas preguntas. Por ejemplo, ¿qué tipo de sociedad se funda una vez que se instala la razón? O, ¿cómo se garantiza que la razón esté sostenida realmente en favor del pueblo? La respuesta que dio Platón al problema es la instauración de una República gobernada por un filósofo. Cuando se alude al proyecto del rey filósofo no se trata precisamente de un gobernante que sea licenciado en filosofía ni se alude específicamente a un profesor de filosofía, sino a un gobernante racional que posea las bases morales adecuadas para gobernar. La honestidad del mismo deberá ser probada en la práctica, con sus hechos, y el resto de sus virtudes se comprobarán de la misma manera. De este modo, según Platón, se establecería un gobierno que siga aquello que es racional o aquello ante lo que todos los seres humanos son iguales. La base de la autoridad política sería sobre todo la razón.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Una enseñanza de Chesterton

Diciembre 2022

Gilbert Keith Chesterton fue un magnífico escritor, insólito y fuera de serie, autor de la novela El hombre que fue Jueves.

El hombre que fue Jueves cuestiona los alcances del anarquismo. La historia comienza con la discusión entre un poeta llamado Gabriel Syme, que defiende el orden y las leyes, y un anarquista llamado Gregory, quien aboga por la disolución de toda institución gubernamental. A partir de esa discusión, la historia girará en torno a las acciones de una red supuestamente anarquista.

En el desarrollo, aparece un personaje llamado Domingo, líder de un grupo anarquista que hablará una sola vez, después de que Chesterton ha planteado un misterio con la expectativa de ser resuelto. Domingo guarda silencio en buena parte del relato, y se espera que su participación en el diálogo resuelva los enigmas planteados en la historia. Sin embargo, cuando Domingo toma la palabra dice una serie de incoherencias que profundiza los problemas en lugar de aclararlos. Acto seguido, Gabriel Syme afirma lo siguiente: “¿Por qué han de pelear entre sí todas las cosas de la tierra? ¿Por qué cada cosa insignificante se ha de sublevar contra el mundo? […] Para que todo lo que obedece a una ley merezca la gloria y el aislamiento del anarquista. Para que todo el que lucha por el orden sea tan bravo, sea tan honrado como el dinamitero.” En pocas palabras, Syme afirma que el destino del universo es el anarquismo, o bien, el orden que ofrece la dignidad del anarquismo. En palabras del poeta que defendía a la ley, Chesterton expresa el anhelo de una revolución que logre conservar el orden.

En este aspecto, es importante recordar que Chesterton fue un militante político del ala conservadora: anhelaba conservar la familia, la nación y sus leyes. Sin embargo, la enseñanza de Chesterton no está en sus objetivos personales, no son sus anhelos conservadores lo que más se destaca de su texto, sino su análisis de la acción revolucionaria. En este sentido, en su libro Lo que está mal en el mundo, afirma que “la plebe nunca puede rebelarse si no es conservadora, al menos lo bastante como para haber conservado alguna razón para rebelarse.” Es decir, que un nuevo orden de cosas se instaura únicamente en la medida en que se conservan determinados estatutos, los cuales defienden el beneficio de la población mancillada. Por eso, paradójicamente, las rebeliones en contra de las injusticias tienen determinado tinte conservador y, al mismo tiempo, el objetivo de erradicar el estado actual de las cosas. Por otro lado, debe analizarse detenidamente qué se quiere conservar, qué se quiere defender, qué vale la pena sostener.

Marx advertía, en 1848, que todo lo sólido se desvanece en el aire, que el sistema económico moderno desvanece todo derecho y dignidad humana, fines humanos que debieran preservarse. Esta es una de las enseñanzas de Chesterton: conservar lo que merece la pena ser conservado.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Repetir a Marx

Diciembre 2022

En los ámbitos universitarios o académicos es ya muy común que la gente se asuma de izquierda. Automáticamente, se critica al neoliberalismo y se defienden los derechos humanos, que son una bandera todavía necesaria, atribuida a las izquierdas.

Es común escuchar en clases o en espacios académicos que gran parte del personal estudiantil y docente se asume como progresista; están en favor de las luchas populares. Y parece que todo el mundo ha leído a Marx, pues se alude a sus ideas principales; las injusticias del país y del mundo son bien conocidas tanto en sus causas como en sus consecuencias. Las declaraciones de los círculos académicos contienen verdades sobre la explotación laboral y sobre las crisis económicas.

Por eso, repetir a Marx es —para muchos— repetir verdades sabidas hasta el cansancio. Son comunes las afirmaciones siguientes: las ideas de Marx no innovan, no son ingeniosas, no abonan para la formulación de un nuevo sistema filosófico. Incluso, se cuestiona si las ideas de Marx contienen filosofía. ¿No es más bien antropología o sociología? -preguntan con desdén-; es que Marx, señalan despectivamente, ya pasó de moda, su pensamiento es superficial, carece de nuevas formulaciones para que el ser humano se adapte a un sistema injusto y bien conocido por todos. Si para la academia de élite, la filosofía de Marx no contiene nuevas líneas de investigación, entonces no llama la atención porque no es redituable.

Por otro lado, las verdades ya muy sabidas se mencionan en diversos medios: en aulas, en periódicos, en redes sociales; y no provocan el temor de los dueños de las grandes empresas responsables de la explotación, por el contrario, se producen mercancías en favor de las luchas sociales —playeras con mensajes a favor del feminismo o productos procesados sin crueldad animal, por ejemplo—. Hoy todo parece evidente, el mundo injusto se ha normalizado a tal grado que no se pierde la vida por decir verdades, algo que en el pasado sucedió repetidas veces. En el pasado, quienes tenían el poder económico y político acosaban e incluso asesinaban a sus denunciantes; el ejemplo paradigmático es Sócrates.

Y no es que los gobernantes de hoy sean menos irracionales que los del pasado. Tampoco es que se den por supuestas las ideas de los grandes pensadores, porque ya casi nadie se detiene a pensarlas, es que el sistema de producción subsume exitosamente cada lucha colectiva y cada reflexión. Resaltar este hecho no implica pedir que se violente a los intelectuales, sino afirmar que sus declaraciones no perjudican realmente los intereses de los grandes empresarios ni abogan, en último término, por beneficiar directamente a las grandes mayorías.

Los análisis de hoy repiten lo ya conocido, y repetir que Marx tenía razón parece convertirse en material mercantil, los empresarios pueden vender mercancías con dicho slogan. El sistema mercantiliza el pensamiento filosófico. Darle la razón a Marx o a cualquier otro filósofo no repercute radicalmente en el orden social. Y la garganta de los y las académicas no está en peligro al sostener que tal o cual pensador tenía razón. No sucede así con quienes se atreven a hacer activismo o a denunciar abiertamente las políticas gubernamentales.

Que esté permitido darle la razón a las y los filósofos —sobre todo a Marx— permite, a su vez, que los mismos sean olvidados. Porque los discursos repetitivos, alejados de la crítica y de una acción disruptiva, no modifican el statu quo. Por eso, la academia elitista, centrada en los problemas ontológicos de moda, harta de las ideas de Marx, se acopla muy bien en el mercado. Conviene más poner en duda a la élite de los institutos educativos y menos a quienes denuncian y son criminalizados hasta el cansancio.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Ideas en torno al materialismo según Politzer (I/II)

Se impone tanta verdad en este mundo en la medida en que nosotros
la impongamos, la victoria de la razón solamente puede ser
la victoria de [quienes] razonan.
Bertolt Brecht

Es pertinente señalar, por un lado, que el materialismo no debate en torno a la existencia de objetos externos al sujeto o al pensamiento humano, en otras palabras, el materialismo no intenta probar que existe la materia externa o la materialidad. Ni el materialismo ni ningún otro pensamiento filosófico. Al menos no ocurre así desde que Kant lanzó su Crítica de la Razón Pura. No obstante, la idea de que el materialismo prueba la existencia de los objetos ha sido muy difundida en los manuales filosóficos marxistas y vale hacer anotaciones al respecto.

La primera será una breve anotación en torno a los apuntes que alumnos y alumnas de Georges Politzer hicieron con base en sus clases y que recopilaron en su famoso manual Cursos de filosofía. La segunda será una anotación propiamente de la filosofía materialista.

I

El manual Cursos de filosofía de Georges Politzer señala que el materialismo sostiene que “las cosas que nos rodean existen independientemente de nosotros, son ellas las que nos dan nuestros pensamientos; y nuestras ideas no son más que el reflejo de las cosas en nuestro cerebro”.[1] Sin embargo, en la historia de la filosofía, filósofos y filósofas no se enmarcan especialmente en negar la existencia de los objetos ni del conocimiento que se genera a partir de éstos, sino en el modo en que el conocimiento se construye y la forma en que el ser humano se conduce a nivel social a partir de razonamientos, más aún: cómo debe actuar el ser humano en términos éticos y políticos.

Politzer elabora su argumentación en favor del materialismo de Marx. Se declara enemigo de la postura filosófica idealista que, según él, niega la existencia del mundo externo, es decir, que niega la existencia de los objetos materiales. Y no es que sea imposible negar los objetos materiales e ir contra esta postura, sino que es absurdo detenerse a debatir en torno a la postura “idealista” en pleno siglo XXI. En estos días, ¿quién o qué niega la existencia real de los objetos materiales? Quizá algunas ideas producto de la psicosis, pero más allá de eso, el debate filosófico se desenvuelve en torno a los hechos de la razón, como las argumentaciones en favor de los derechos humanos o las construcciones del lenguaje o la cultura. No tiene sentido reivindicar el materialismo como la forma de pensamiento que admite el conocimiento de los objetos, de ser así, se establecería una lucha contra molinos de viento.

Por otro lado, a este respecto es bueno recordar que Marx declaró su materialismo, no en contra de idealistas, sino en contra de materialistas. En específico, la crítica de Marx fue contra el materialismo de Feuerbach: “en la medida que Feuerbach es materialista, no aparece en él la historia, y en la medida en que toma la historia en consideración, no es materialista. Materialismo e historia aparecen completamente divorciados en él.” Para Marx, el materialismo de Feuerbach estaba disociado de la realidad concreta, lo que conducía a un materialismo inauténtico, o a un idealismo torpe.  Reivindicar el materialismo a la manera de Politzer omite la esencia racional del planteamiento de Marx, lo restringe a una caricatura del materialismo epicureísta, limita su comprensión y sus aplicaciones.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] Politzer, Georges, Cursos de filosofía, México: Fondo de cultura popular, 1962, pp. 43-44.

Scroll al inicio