Por Donají Gallardo

Desde hace varias semanas, la fiebre causada por el virus del dengue ha figurado en los titulares de los principales noticieros y periódicos nacionales. ¿La razón? El alarmante aumento de casos de esta enfermedad en el país, cantidad que, se dice, ha rebasado la estadística nacional de los últimos 50 años. Efectivamente, el aumento de los casos de dengue es el más nuevo de la la lista de errores de la administración de la 4T.

La fiebre por dengue (también conocida como “fiebre quebrantahuesos”) es una enfermedad febril causada por el virus del mismo nombre, el cual es transmitido por el mosquito Aedes aegypti. México, desde hace muchos años, ha sido catalogado como región endémica, razón por la cual se han puesto en marcha numerosos programas para reducir el número de casos, con la clara intención de erradicar la enfermedad. Uno de los más importantes es el control del mosquito transmisor de la enfermedad, mediante la reducción o eliminación de reservorios de agua y la fumigación de las viviendas. Es justo aquí donde se inserta la problemática de estos días.

Durante la conferencia mañanera del 05 de septiembre, el Dr. Hugo López Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, haciendo referencia a la protesta por la falta de insecticidas, refirió que el aumento de casos de dengue no se debe a una acción humana, sino a condiciones climatológicas. Añadió, además, que, aunque el número de casos de este año se triplicó, respecto a los reportados en 2018, éste se mantiene dentro del promedio para esta época del año.

“Las condiciones de pobreza implican un deficiente o inexistente abastecimiento de agua potable”

Al respecto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informa que, en lo que va del año, México ha registrado 74, 277 casos de dengue, ubicándose en el 4° lugar, sólo después de Brasil, Nicaragua y Colombia (1 958 031, 94 513 y 84 644, respectivamente). Además, la Secretaría de Salud informa que el 70% de los casos corresponden a los estados de Veracruz, Quintana Roo y Chiapas. A esto hay que sumar los casos de mortalidad: 28 a la fecha; 10 de los cuales fueron documentados en Chiapas.

De las declaraciones emitidas por el subsecretario podría suponerse que esta enfermedad es algo esperado, puesto que año con año nuestro país se ve azotado por este problema de salud. Sin embargo, aunque es cierto que el problema no se debe totalmente a la falta de insecticidas, el subsecretario olvida un factor clave para la prevención de esta enfermedad, mismo que ha sido pobre e ineficazmente resanado.

Me refiero a la pobreza. Las condiciones de pobreza implican un deficiente o inexistente abastecimiento de agua potable; por ello, la población se ve obligada a almacenar la poca agua que llega a sus municipios. Esto desemboca en la aparición de múltiples reservorios, que se convierten en hogares propicios para la reproducción de los moscos vectores del dengue. Si a esto sumamos la falta de insecticidas para controlar la proliferación de vectores, y un sistema de salud desarticulado e ineficiente, obtendremos el resultado de una “epidemia de dengue”.

El problema del dengue, en lugar de servir como excusa para defender la posición de “un sistema insuficiente, ineficiente, depauperado y corroído por la corrupción, que nos fue legado por el gobierno pasado”, debería servir como aliciente para que el actual gobierno empiece a resolver realmente el problema de la pobreza que azota a nuestro país, y que trae consecuencias gravísimas para sus habitantes, como la muerte por dengue, una enfermedad que es perfectamente prevenible si se mejora la calidad de vida de los mexicanos.

Donají Gallardo es médico cirujano por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
donadele4495@gmail.com