OPINIÓN

Las sombras de Goya

Marzo 2023

Las pinturas de Francisco de Goya enmarcan lo siniestro, sobre todo sus “pinturas negras”, aquellas que cubrían las paredes de la famosa Quinta del Sordo, en donde el pintor pasó sus últimos años en España. 

La llamada Serie negra ha sido bien analizada. Y, por muy porfiado que sea el compromiso con el análisis, hay dudas y titubeos con respecto al mensaje de la obra general del pintor, así como del significado de cada obra por sí misma; parece que no hay un modo preciso de pronunciarse sobre los percances de dicha creación. Hay varios significados, pues, estudiados por los críticos de arte.

Según el filósofo Eugenio Trías, al igual que en Beethoven, la sordera de Goya influyó decisivamente en la reclusión de sus motivos, en el alojo de sus temas, en una asfixiante reflexión que ocasionó su ámbito creador. En 1792 rompió el canon mimético que hasta esa fecha gobernaba sus obras, y lo sustituyó con la muestra de la realidad social a través de sátiras que parecen ‘disparates mentales’. De hecho, el término capricho (“evento mental; hecho propio y específico de la cabeza”) da nombre a su serie de grabados, en los cuales se burla de la nobleza y del clero de finales del siglo XVIII. 

El mundo “fantástico” de Caprichos y Disparates es marcadamente tenebroso. En esos cuadros asaltan, del fondo negro y ocre, los gestos agresivos presos de pánico y de locura: así son los desarrapados de La romería de San Isidro y los rostros de Saturno devorando a su hijo. En dichas pinturas, que muestran un retroceso al dibujo, Goya difumina los contornos, recurso con el que hace aparecer figuras terroríficas. Esta característica, la de eliminar todo componente táctil o de modelado escultórico, será la que conquiste el impresionismo y la que geste el expresionismo. 

En su afición por suprimir el modelado, Goya domina la escenografía teatral, éste es el recurso que lo ampara e impide que sus apariciones fantasmales queden devoradas por el fondo mate oscuro; presagia la imagen en movimiento al evocar con pinceladas el puro gesto. Quizá ésta es su herramienta más propicia para retratar los horrores de la vida. A través de ella percibió y mostró la penuria humana: la injusticia, las guerras, incluso la brujería y la superstición.

Guiado por la sociedad, Goya inventó un mundo de personajes distinguidos por sus vicios. Los defectos de cada persona le sirvieron para hacer analogías entre los seres humanos y los animales: los búhos fueron para él animales que no soportan la verdad  (por eso prefieren vivir en las tinieblas); los gatos, ladrones y traidores; los perros, aduladores; los monos, bestiales e impuros, etc. Así representó a un pueblo sumido en la miseria.

De acuerdo con Valeriano Bozal, historiador del arte español, Goya era “consciente de que retrataba el carácter español; era muy crítico. Si sólo ves sus pinturas, puedes dudar; pero si las comparas con los dibujos, éstos son clarísimos. Las escenas de muerte o de guillotina, que a él le obsesionan, son de una lucidez absolutamente pasmosa. Todo indica que ha reflexionado mucho. Era un tipo muy racionalista, no en plan Mondrian sino reflexivo. No tenía nada de espontaneidad ingenua”.  Francisco de Goya fue partícipe de la asolación de la humanidad y la captó con un canon propio. En la medida en que su obra revela la vida, sitúa ese mundo de horror y de sombras que por ningún motivo debe ser omitido ni mucho menos obviado, pues de serlo florece impúdicamente.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Renta onerosa más inflación

Enero 2023

Los residentes en una ciudad sin casa propia, los inquilinos, son una parte cada vez más importante para la población mexicana. De acuerdo con el INEGI, en 2014 16% de la población solucionó su necesidad de vivienda con una casa rentada, mientras que para 2021 esta población aumentó a 21.1%. En la Ciudad de México el problema es todavía más grave, pues para 2020 46% de las viviendas eran rentadas, según la Encuesta Nacional de Vivienda. El crecimiento de esta modalidad como solución a la necesidad de vivienda de la gente se deriva, por un lado, del cambio de modelo económico que en términos de vivienda implica políticas dirigidas a hacer de ésta una mercancía y no un derecho, pero también del hecho de que cada vez menos gente puede acceder a comprar una vivienda adecuada, con materiales resistentes y sobre todo con una ubicación que les satisfaga.

Uno de los problemas que enfrenta la población inquilina es el aumento desmedido del pago que hacen cada mes. A esto se le suma la inflación, que se espera que por otro año esté por encima de lo normal (alrededor de 3%). De acuerdo con las expectativas del Banco de México la inflación se mantendrá este año en 8.7%.

Son numerosos los casos documentados de inquilinos expulsados de la noche a la mañana del departamento que habitaron durante mucho tiempo. Varios de ellos no tienen ningún conocimiento de que el Código Civil establece como aumento máximo anual 10%, que, si bien ya es excesivo, los propietarios violan la ley con un aumento mucho mayor. Los precios de las casas, ya sea comprada o rentada, como en todos los productos, se adecúan al número de viviendas disponibles y también al espacio que hay disponible para construir casas y departamentos. Con la inflación, es normal que los precios suban porque los costos de los materiales de construcción para las viviendas aumentan. En el caso de las rentas, es normal que el precio se ajuste a la inflación del año en curso. Sin embargo, en los últimos años ha ocurrido un proceso peculiar: el costo en términos reales, de las casas ha aumentado muy por encima de la inflación promedio. En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, ha crecido 135%, por encima del precio general de los productos (INDESIG, 2022).

Este abuso hacia la población inquilina es posible por dos razones. En primer lugar, el mercado de renta de vivienda se basa en la escasez de viviendas ante la necesidad demográfica. Un informe del Instituto Tecnológico de Massachussets, reveló que en México se necesita la construcción de 800 mil viviendas al año para atender el déficit. En segundo, la falta de vigilancia por parte de las autoridades para regular los abusos. Sino que, por el contrario, promueven leyes que favorecen a los caseros para poder desalojar o imponer contratos leoninos a los inquilinos.

Hasta ahora el gobierno no ha tenido la responsabilidad para solucionar los problemas de la población inquilina que sufre los abusos por parte de los caseros. No pueden quedarse a esperar a que haya voluntad política. No queda más que organizarse y levantar la voz para que el gobierno atienda las necesidades de vivienda de la población. Sin esto, el gobierno seguirá protegiendo a los rentistas.


Samira Sánchez es economista por la UNAM, maestra en Estudios Urbanos por El Colegio de México e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

La necesidad de la razón o El Rey Filósofo

Enero 2023

Es muy conocida la relación entre la filosofía y la geometría en la Antigua Grecia. En la entrada de la Academia de Platón estaba inscrito “No entre aquí quien no sepa geometría”.

La necesidad de la geometría para la reflexión no es literal, sino que se trata de una alusión a usar el razonamiento. La geometría requiere razonamiento, lo mismo que la filosofía; las implicaciones de dicha necesidad van más allá del filosofar por filosofar, son sobre todo implicaciones de carácter político.

El uso de la razón en las matemáticas y en la filosofía brinda importantes bases para que haya igualdad entre los seres humanos. Esto fue demostrado en el diálogo Menón de Platón. En dicha obra se narra que, a través de un esclavo de Menón, Sócrates demuestra que es posible conocer. Y eso es lo interesante: Sócrates le demuestra a Menón que una persona que no tiene estudios puede razonar al aplicar exitosamente el teorema de Pitágoras.

Menón, un ciudadano de Grecia, quedó atónito al observar cómo un esclavo, considerado ignorante por la mayoría, supo deducir el teorema de Pitágoras. Para los griegos, los esclavos eran carentes de palabra, contrario a los ciudadanos, quienes tenían formación académica y podían ser escuchados en la Asamblea.

A pesar de no estar muy convencido en un principio, Menón termina por estar de acuerdo con la deducción matemática de su esclavo.

La conclusión a la que induce Sócrates en ese diálogo es que, ante la razón, un esclavo no carece de palabra. Sócrates refutó la idea de que los esclavos no tenían derecho a hablar o que no tenían conocimientos. En el momento en que la razón se instala, se anuncia un mundo en donde todos los seres humanos pueden tener autoridad, voz, derecho a ser escuchados.

Ante las deducciones racionales, cuestiones como la raza, la clase social o el sexo no interfieren. Frente al teorema de Pitágoras, espartanos, atenienses, mujeres, hombres, negros y blancos, están de acuerdo; la razón iguala a las personas. Incluso el esclavo más pobre de los esclavos tiene autoridad si lo que ha dicho se sostiene racionalmente. La inscripción “no entre aquí quien no sepa geometría” se refiere al hecho de que los seres humanos deben someterse a la razón para que haya justicia.

Una vez que se ha planteado que ante la razón todos y todas somos iguales, surgen algunas preguntas. Por ejemplo, ¿qué tipo de sociedad se funda una vez que se instala la razón? O, ¿cómo se garantiza que la razón esté sostenida realmente en favor del pueblo? La respuesta que dio Platón al problema es la instauración de una República gobernada por un filósofo. Cuando se alude al proyecto del rey filósofo no se trata precisamente de un gobernante que sea licenciado en filosofía ni se alude específicamente a un profesor de filosofía, sino a un gobernante racional que posea las bases morales adecuadas para gobernar. La honestidad del mismo deberá ser probada en la práctica, con sus hechos, y el resto de sus virtudes se comprobarán de la misma manera. De este modo, según Platón, se establecería un gobierno que siga aquello que es racional o aquello ante lo que todos los seres humanos son iguales. La base de la autoridad política sería sobre todo la razón.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

¿Por qué los comunistas ganaron la guerra civil china?

Diciembre 2022

La guerra civil china comenzó en 1927 y terminó en 1949. Los protagonistas de este conflicto fueron el Partido Comunista de China, dirigido por Mao Zedong, y el Partido Nacionalista o Kuomintang, dirigido por Chiang Kaishek. La guerra terminó con la victoria de los comunistas.

El Partido Comunista de China fue fundado en 1921 por un pequeño grupo de intelectuales marxistas preocupados por la situación de su país. Orientados por la Tercera Internacional, en 1924 los comunistas establecieron un frente unido con el Kuomintang para combatir juntos a los caudillos militares que se habían repartido China tras la disolución de la dinastía Qing, en 1912. Su misión era unificar todo el territorio bajo un único gobierno. En esta coyuntura el Partido Comunista pasó de ser un grupo de intelectuales a ser un partido de masas: miles de obreros, campesinos, estudiantes, soldados y mujeres abrazaron el comunismo. Con la muerte de Sun Yatsen, el fundador, y el ascenso de Chiang Kaishek como máximo líder del Kuomintang, los nacionalistas comenzaron a rechazar el frente unido. En 1927, Chiang Kaishek rompió la alianza y ordenó exterminar a todos los comunistas.

Los pocos supervivientes abandonaron las ciudades y se refugiaron en regiones marginadas e inhóspitas del campo. En el nuevo medio, los comunistas comenzaron a organizar a los campesinos y lograron que miles se sumaran a sus filas. Con esa fuerza, mayoritariamente campesina, y lejos de las ciudades, los comunistas fundaron un Estado dentro de un Estado, al cual llamaron “Soviet de Jiangxi”. El ejército rojo se creó para defender al soviet de las campañas de exterminio lanzadas por el Kuomintang. Pero las tropas de Chiang Kaishek eran más y tenían mejor armamento, entonces los comunistas tuvieron que abandonar el Soviet de Jiangxi y emprendieron una retirada estratégica, luchando por sobrevivir. De las 85 mil personas que iniciaron la Larga Marcha en 1934, solo 8 mil la terminaron en 1935.

En 1936 los comunistas formaron un nuevo soviet en Yan’an. Ahí reorganizaron sus mermadas fuerzas y nuevamente comenzaron a crecer con el trabajo de masas que realizaban entre los campesinos. El inminente inicio de la invasión japonesa (Japón ya había ocupado Manchuria desde 1931) llevó a los comunistas y nacionalistas a formar un segundo frente unido, esta vez para combatir juntos a los japoneses. En 1937 Japón invadió China. Las tropas japonesas aplastaron al ejército nacionalista en Shanghái y Chiag Kaishek cambió la capital de su gobierno a la ciudad de Chongqing, alejándose de las áreas conquistadas por Japón. En el norte, los comunistas combatían a los japoneses siguiendo una estrategia de guerra de guerrillas, lo que les daba más flexibilidad y los exponía a menos riesgos.

En 1945, Japón perdió la guerra contra las potencias aliadas y se rindió. Con el ejército que había reorganizado en los últimos años de la guerra, Chiang Kaishek lanzó una nueva campaña militar contra los comunistas. El ejército rojo había crecido numéricamente durante la guerra y había obtenido armas de los japoneses cuando estos se rindieron. A pesar de ello, las fuerzas del ejército rojo eran inferiores a las de Chiang Kaishek. Los nacionalistas tenían 2.5 millones de soldados, contaban con aviones y barcos de guerra, habían desarmado a 1.5 millones de japoneses y Estados Unidos los respaldaba. Los comunistas tenían menos de un millón de soldados, carecían de aviones y barcos, solo habían desarmado a 30 mil japoneses y ninguna potencia los respaldaba. A pesar de las diferencias abismales, los comunistas triunfaron.

Durante toda la guerra civil, el Kuomintang siempre tuvo más fuerza que el Partido Comunista. ¿Por qué ganaron los comunistas? Un factor determinante fue el descontento que los nacionalistas generaron en la población. El gobierno de Chiang Kaishek entre 1927 y 1937 había tenido cierta estabilidad política y económica, pero desde que inició la invasión japonesa el gobierno se volvió dictatorial y aplicó políticas económicas desastrosas. Los obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales repudiaron a los nacionalistas y comenzaron a apoyar a los comunistas. Hasta los empresarios deseaban la llegada de los comunistas, esperando que ellos pudieran controlar la inflación y estabilizar la economía. Varios sectores urbanos tenían miedo de los comunistas porque estos habían crecido en el campo y casi no tenían presencia en las ciudades; además, la propaganda anticomunista de los nacionalistas había hecho lo suyo. Pero la gente ya no soportaba más el gobierno del Kuomintang. Al perder el apoyo de las ciudades, Chiang Kaishek perdió sus principales bases de poder y los comunistas las ganaron.

Lenin dice que las revoluciones solo tienen éxito cuando los de abajo ya no quieren seguir viviendo como antes y los de arriba ya no pueden seguir gobernando igual. Así se entiende el triunfo de los comunistas en la guerra civil china.


Ehécatl Lázaro es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y cursa una maestría en Estudios de China en El Colegio de México.

Repetir a Marx

Diciembre 2022

En los ámbitos universitarios o académicos es ya muy común que la gente se asuma de izquierda. Automáticamente, se critica al neoliberalismo y se defienden los derechos humanos, que son una bandera todavía necesaria, atribuida a las izquierdas.

Es común escuchar en clases o en espacios académicos que gran parte del personal estudiantil y docente se asume como progresista; están en favor de las luchas populares. Y parece que todo el mundo ha leído a Marx, pues se alude a sus ideas principales; las injusticias del país y del mundo son bien conocidas tanto en sus causas como en sus consecuencias. Las declaraciones de los círculos académicos contienen verdades sobre la explotación laboral y sobre las crisis económicas.

Por eso, repetir a Marx es —para muchos— repetir verdades sabidas hasta el cansancio. Son comunes las afirmaciones siguientes: las ideas de Marx no innovan, no son ingeniosas, no abonan para la formulación de un nuevo sistema filosófico. Incluso, se cuestiona si las ideas de Marx contienen filosofía. ¿No es más bien antropología o sociología? -preguntan con desdén-; es que Marx, señalan despectivamente, ya pasó de moda, su pensamiento es superficial, carece de nuevas formulaciones para que el ser humano se adapte a un sistema injusto y bien conocido por todos. Si para la academia de élite, la filosofía de Marx no contiene nuevas líneas de investigación, entonces no llama la atención porque no es redituable.

Por otro lado, las verdades ya muy sabidas se mencionan en diversos medios: en aulas, en periódicos, en redes sociales; y no provocan el temor de los dueños de las grandes empresas responsables de la explotación, por el contrario, se producen mercancías en favor de las luchas sociales —playeras con mensajes a favor del feminismo o productos procesados sin crueldad animal, por ejemplo—. Hoy todo parece evidente, el mundo injusto se ha normalizado a tal grado que no se pierde la vida por decir verdades, algo que en el pasado sucedió repetidas veces. En el pasado, quienes tenían el poder económico y político acosaban e incluso asesinaban a sus denunciantes; el ejemplo paradigmático es Sócrates.

Y no es que los gobernantes de hoy sean menos irracionales que los del pasado. Tampoco es que se den por supuestas las ideas de los grandes pensadores, porque ya casi nadie se detiene a pensarlas, es que el sistema de producción subsume exitosamente cada lucha colectiva y cada reflexión. Resaltar este hecho no implica pedir que se violente a los intelectuales, sino afirmar que sus declaraciones no perjudican realmente los intereses de los grandes empresarios ni abogan, en último término, por beneficiar directamente a las grandes mayorías.

Los análisis de hoy repiten lo ya conocido, y repetir que Marx tenía razón parece convertirse en material mercantil, los empresarios pueden vender mercancías con dicho slogan. El sistema mercantiliza el pensamiento filosófico. Darle la razón a Marx o a cualquier otro filósofo no repercute radicalmente en el orden social. Y la garganta de los y las académicas no está en peligro al sostener que tal o cual pensador tenía razón. No sucede así con quienes se atreven a hacer activismo o a denunciar abiertamente las políticas gubernamentales.

Que esté permitido darle la razón a las y los filósofos —sobre todo a Marx— permite, a su vez, que los mismos sean olvidados. Porque los discursos repetitivos, alejados de la crítica y de una acción disruptiva, no modifican el statu quo. Por eso, la academia elitista, centrada en los problemas ontológicos de moda, harta de las ideas de Marx, se acopla muy bien en el mercado. Conviene más poner en duda a la élite de los institutos educativos y menos a quienes denuncian y son criminalizados hasta el cansancio.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Cuentas falsas para no hacer una reforma fiscal redistributiva

Septiembre 2022

El modelo de economía mixta que se instrumentó en México entre los años que siguieron a la Revolución Mexicana y hasta la década de los setenta del siglo pasado tenía como una de los pilares de su funcionamiento no solo que el gobierno dirigiera la actividad económica, sino que participara activamente en dicha actividad como agente productivo, como inversor, generador de empleos productivos. El diseño de la política monetaria a discreción del gobierno garantizaba a este una fuente de financiamiento en la impresión de dinero.

Así podía financiar a los sectores improductivos del gobierno (como la burocracia y el ejército, principalmente) y hasta la inversión pública. Sin embargo, esta fuente de ingresos, significaba una fuente también de enormes presiones inflacionarias con la consiguiente consecuencia de la pérdida de riqueza de quienes poseían su riqueza en dinero. La imposición del modelo neoliberal en el mundo exigió renunciar a este tipo de financiamiento por parte de los gobiernos, exigió declarar la autonomía de los Bancos Centrales con el mandato principal de procurar la estabilidad del dinero, esto es, el control de la inflación. Se obligó así a los gobiernos a depender esencialmente de la capacidad recaudatoria que tenían y la cuestión de qué sectores de la sociedad pagarían el funcionamiento del gobierno

En días pasados se recibió en la Cámara de Diputados el Paquete económico pata el ejercicio fiscal 2023 que presenta el Gobierno Federal. El paquete en cuestión estima que el sector público percibirá 7.1 billones de pesos en 2023, esto es, 1.2 billones más que en 2022(9.9%). Los ingresos del sector público se componen de: a) los impuestos (65%), b) los ingresos del gobierno federal no tributarios (3.3%), c) ingresos de CFE y otros organismos (13.3%), y d) los ingresos petroleros (18.5%). ¿De dónde se prevé que provenga ese incremento de los ingresos tributarios? Sobre todo, de los ingresos tributarios que aumentarían en 0.67 billones de pesos, 56% del total del incremento estimado. El resto de los incrementos se distribuye en las otras tres fuentes de ingreso referidas arriba. Esta estructura de los ingresos fiscales es exactamente la misma que la que existía con los gobiernos anteriores. Un esquema altamente regresivo, en el que no pagan más los que perciben la mayor parte del producto social, sino las clases medias.

Diversas voces han denunciado que las cuentas que hizo el Gobierno Federal, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en particular, para dicho paquete se basan en supuestos sobre el comportamiento de las principales variables macroeconómicas más que optimistas, supuestos francamente infundados y muy lejanos a las opiniones de los expertos al respecto. Se ha destacado que el carácter fantasioso de las cuentas se explica porque permite negociar la distribución del presupuesto, sobre la base de que lo que se reparte es un pastel más grande al real, lo que facilita la negociación en las cámaras que tendrán que aprobarlo. Otra razón es que, habiéndose aprobado el presupuesto, mediante subejercicios y recortes, el presupuesto se puede adecuar a los intereses del presidente y su partido, intereses sobre todo de carácter electoral dado que el año que viene se disputa la gubernatura del Estado de México, el estado con la lista nominal más grande del país con casi 12 millones de electores.

Otra razón es que, mediante las cuentas fantásticas, se pretende presentar una imagen de una hacienda pública suficiente y sana que no requiere ningún cambio en la recaudación. La negativa rotunda del gobierno de la 4T a hacer una reforma fiscal que implique una política de verdadera redistribución del ingreso; es decir, que efectivamente sean los más ricos los que financien el gasto del gobierno y no los trabajadores a sueldo, las pequeñas y medianas empresas, es decir, la clase media, significa en la práctica protege los ingresos y la riqueza del sector más rico de nuestra sociedad. Una prueba más de que la consigna de: “primero los pobres” es solo propaganda del gobierno de la 4T y no verdadero principio de gobierno.


Vania Sánchez es doctora en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona.

La fe incondicional de la élite mexicana en la dependencia y subordinación

Agosto 2022

Un aspecto central de la política mexicana en las últimas décadas es que, detrás de las peleas intestinas al interior y entre partidos y facciones, prevalece un consenso generalizado sobre los grandes temas económicos prioritarios en México. Quizás la muestra más clara es el inexistente debate concerniente al modelo de desarrollo que México necesita para comenzar a superar sus problemas más urgentes. Y, en efecto, aunque el discurso de AMLO enfatice su quiebre con el “neoliberalismo”, lo cierto es que, con excepción de su visión sobre el rol del Estado en el sector energético, no hay ningún rompimiento serio, ni en el discurso ni en los hechos, con los componentes estructurales del modelo económico que domina en nuestro país desde hace, al menos, cuatro décadas. El elemento central de este modelo es la subordinación de la economía nacional a las necesidades e intereses de los grandes monopolios globales, y en particular de los de Estados Unidos, que se traduce en hacer de México una gran maquiladora de las empresas transnacionales que producen para el mercado mundial, y para el norteamericano en particular.  Los defensores de este modelo nunca hablan en estos términos, sino que se refieren a las oportunidades que ofrece adoptar un modelo económico exportador teniendo acceso preferencial al mercado más rico del mundo, y beneficiándose de la inversión extranjera que aprovecha la localización geográfica privilegiada de México.

La pregunta obligada es por qué, a pesar de los pésimos resultados de dicho modelo en aquello que es verdaderamente importante, sigue siendo aceptado acríticamente por la mayoría del establecimiento político y mediático de México. La lógica de la defensa se puede resumir así: México vivía un boom exportador en la década de los años noventa tras la firma del TLCAN y todo apuntaba hacia el crecimiento sostenido, pero entonces vino el ascenso de China y el este asiático, lo que debilitó a la industria mexicana. A pesar de eso –argumentan– nuestro país aumentó abruptamente sus exportaciones manufactureras y se posicionó a la cabeza en importantes industrias como la automotriz. Pero como los resultados son tan negativos, esta excusa no basta, así que la defensa se ha complementado en los últimos años con la afirmación de que “ahora sí” México puede cosechar los frutos de su híper integración con EE. UU.: lo hemos escuchado desde 2016, cuando el gobierno de Donald Trump inició su guerra comercial con China. Entonces se decía que México podría aprovechar las inversiones que abandonarían Asia. 

La coyuntura actual ha reforzado los argumentos a favor del “ahora sí”. Como resultado conjunto de la crisis en las cadenas globales de suministros por la pandemia, la reforzada guerra comercial con China, y la “desglobalización” del mundo –acelerada por la guerra en Ucrania– estarían dadas las condiciones óptimas para que México se beneficie de la relocalización masiva de la producción que abandonará al gigante asiático. México, se dice, podría ocupar el lugar que tenía China en la producción mundial, generando millones de empleos nuevos, transferencias tecnológicas y un acelerado crecimiento económico. El mismo AMLO ha expresado abiertamente que ese es el papel que México debería desempeñar en la nueva coyuntura mundial, proponiéndole a EE. UU. ser un aliado incondicional para desbancar a China como la “fábrica del mundo”.

Llegados a este punto, las opiniones acerca de si el gobierno de AMLO ha favorecido o entorpecido esta tendencia, difieren marcadamente. Por un lado, desde la oposición nacional e internacional al actual gobierno, se argumenta que la hostilidad hacia el capital extranjero, la excesiva austeridad y prudencia económica, así como el reciente conflicto con EE. UU. en materia energética, está provocando que México “pierda su oportunidad” de beneficiarse de la coyuntura actual. Como resultado de esto, los principales ganadores de la guerra comercial con China han sido otros países asiáticos. Sin embargo, el desenlace de esta historia todavía no es claro; recientemente, se ha documentado la apertura de nuevas plantas maquiladoras en México y la expansión de las actuales, que emigran de Asia para aprovechar la localización e infraestructura en México. Esto se puede ver en el desempeño de las exportaciones manufactureras en nuestro país, las cuales, en junio pasado, comparadas con las de junio de 2021, son cerca de 20% mayores; los defensores del gobierno actual toman esto como evidencia suficiente de un nuevo boom exportador, de que en materia económica se están haciendo las cosas bien.  

Pero las preguntas faltantes, tanto por parte de quienes lamentan la hostilidad de AMLO al capital extranjero, como de quienes ya celebran el nuevo milagro económico, son las siguientes: ¿por qué éste y otros periodos de bonanza no se traducen en un desarrollo generalizado para la economía mexicana? ¿Quiénes son los principales beneficiarios de la producción industrial en México, tal y como existe actualmente? El primer elemento, que generalmente pasa desapercibido acríticamente por analistas y políticos, es que estos periodos de bonanza son resultado de factores externos a la economía mexicana. La implicación es que su duración también es algo que escapa completamente al control del gobierno: se trata de “milagros que no llevan a nada”. El reto del desarrollo no consiste en subirse a una ola de bonanza generada por circunstancias externas, sino en crear las condiciones internas para que el crecimiento alimente al crecimiento. Basar el crecimiento en bajos salarios y en la cercanía geográfica a EE. UU. es el camino más rápido al fracaso.  Finalmente, es imposible entender los efectos limitados de estos periodos de bonanza exportadora sobre la economía mexicana si abstraemos el carácter maquilador de nuestra economía. Casi por definición, estas unidades están desconectadas del aparato productivo nacional y se especializan en segmentos de bajo valor agregado, lo que hace que tengan poca influencia sobre el resto de la economía. Finalmente, no se cuestiona el hecho de que, tras décadas de especialización exportadora, las condiciones de súper explotación en que se halla la clase obrera mexicana no se hayan atenuado en lo más mínimo. 

Así pues, tanto la oposición como la 4T cometen el error de plegarse incondicionalmente a una estrategia económica caracterizada por la dependencia, la subordinación y la súper explotación. El gobierno, sin embargo, comete un error adicional: apostar todas sus cartas al T-MEC y la integración con EE. UU., pero viola los requisitos de ese mismo modelo, provocando el resquemor de quienes tienen la llave de la inversión y, por lo tanto, del crecimiento. Esta situación implica que la salida del impasse no está en las expresiones políticas dominantes actuales, defensoras, abierta o veladamente, del gran capital imperialista. La construcción de un nuevo modelo económico es la tarea del pueblo organizado y consciente de su situación y de la coyuntura actual.


Jesús Lara es economista por El Colegio de México e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

La vida de millones de mexicanos se pone en riesgo

Agosto 2022

No podríamos estar más de acuerdo con el escritor soviético Nikolai Ostrovski cuando dice que lo más preciado que posee el hombre es la vida, sin embargo, en nuestro país pareciera que ésta no tiene ningún valor. Para la inmensa mayoría de mexicanos de a pie la vida se puede perder con la misma rapidez con la que cae un rayo: la inseguridad ha ocasionado la muerte de más de 120 mil mexicanos en lo que va del sexenio; las enfermedades también han hecho su labor, pues la Covid-19 ha matado a más de 320 mil personas, y, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en la primera mitad del 2021 las enfermedades del corazón ocasionaron la muerte de 113 mil mexicanos, mientras que la diabetes mellitus de 4 mil personas. Muchas de estas muertes se habrían podido evitar desde el gobierno con acciones certeras contra la inseguridad, contra la Covid-19 y con un acceso universal a la salud y la alimentación.

Para cuidar lo más preciado que tiene el hombre es fundamental una buena alimentación, es decir, tener acceso a alimentos en cantidad y calidad suficientes para un pleno desarrollo (seguridad alimentaria). Sin embargo, México tiene una penosa trayectoria como país con hambre. Actualmente, millones de mexicanos no tienen acceso a alimentos nutritivos en cantidad ni en calidad suficientes. Las mediciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social muestran que la pobreza extrema ha aumentado en los últimos años, de 8.7 millones de personas que no cubrían sus necesidades básicas de alimentación en 2016, a 10.8 millones en 2020. Si hablamos de las carencias por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad el problema se dispara, pues el número de personas con estas carencias aumentó de 26.5 millones en 2016, a 28.6 millones de personas en 2020, lo que representa un incremento de 22.5%. Sin embargo, otros estudios muestran que el problema es mayor, por ejemplo, Aguilar-Estrada et al. (2018) al medir la seguridad alimentaria con la metodología de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura encontraron que ocho de cada diez hogares en México presentan algún grado de inseguridad alimentaria.

Con los precios altos de los alimentos la inseguridad alimentaria se agudiza y con ello nos alejamos más de la meta de erradicar el hambre y, sobre todo, de tener a mexicanos bien alimentados y sanos. El problema no es menor si consideramos que el 75% de los requerimientos nutricionales de los mexicanos se obtienen de un grupo reducido de alimentos: tortilla, harina de trigo, leche, carne de cerdo, aceites y grasas, pollo, huevo y frijol; y estos productos son precisamente los que han acumulado la mayor alza en los precios, por ejemplo, los aceites comestibles y la harina de trigo aumentaron 33% y 28% sus precios, respectivamente.  

La alta inflación provoca que las familias limiten aún más su ya raquítica dieta. Un estudio realizado a los hogares pobres de las zonas rurales y urbanas muestra que los productos como: pan blanco, pan dulce, pollo, res, puerco, pescados, mariscos, atún, huevo, leche, queso y yogurt se comportan como bienes de lujo, es decir, se consumen únicamente cuando el ingreso lo permite, o sea, casi nunca. Esto significa que la dieta de los hogares más pobres es muy limitada (León, 2020).

Lejos estamos de alimentarnos como los especialistas en nutrición lo recomiendan: dieta balanceada, no consumir demasiados embutidos, enlatados, comidas con conservadores o ultraprocesados. Nos encaminamos a agudizar el problema que la Organización Mundial de la Salud señala: que la ingesta de alimentos y bebidas muy transformados y poco saludables están impulsando una ola de obesidad, aumentando el cáncer y las enfermedades cardiacas y con ello la muerte prematura de miles de mexicanos.


Jorge López Hernández es economista por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

AMLO fortalece dependencia de México respecto a EEUU

Julio 2022

La política exterior del gobierno de López Obrador se presenta como una serie de contradicciones: 1) exige el fin del intervencionismo de Estados Unidos en los países de América Latina, pero llama a los países de América Latina a someterse al liderazgo de Estados Unidos para enfrentar a China; 2) boicotea la Cumbre de las Américas organizada por Estados Unidos, pero realiza ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos en territorio mexicano; 3) defiende la soberanía de México frente a Estados Unidos, pero emplea a las fuerzas armadas mexicanas como patrulla fronteriza al servicio de la política migratoria estadounidense.

En realidad, estas contradicciones en la política exterior no son sino el correlato de la política interior. Por definición, la política exterior es un instrumento que poseen los Estados para alcanzar aquellos objetivos que consideren prioritarios, siendo estos la supervivencia y la integridad territorial. Pero la política exterior también obedece a otros planes de corto, mediano y largo plazo, según las metas de Estado. En el caso de China, por ejemplo, su objetivo de convertirse en “un país socialista desarrollado, fuerte, democrático, culturalmente avanzado y armonioso para 2049”, orienta y da coherencia tanto a la política interior como a la política exterior. Desde este punto de vista, la política exterior contradictoria y errática de López Obrador refleja una política interior con las mismas características.

Un caso concreto que ilustra esta relación es el T-MEC. El nuevo acuerdo comercial que sustituyó al TLCAN fue firmado en 2018 y entró en vigor en 2020. El gobierno de López Obrador lo celebró pomposamente como un mecanismo que no solo llegaría a salvar a México de la penosa situación económica que padecía en 2019 y 2020 (con la pandemia empeoraría más) sino que se convertiría en un permanente motor del crecimiento económico. Si bien el TMEC facilita la exportación a Estados Unidos de productos hechos en México, el acuerdo es un mero tratado comercial. El desarrollo económico de México no puede descansar en un acuerdo de esta naturaleza, sobre todo si miramos los resultados mediocres que arrojó su antecesor, el TLCAN, después de casi treinta años de operación.

Dos años después de haberle dado la bienvenida al TMEC, López Obrador asume la posición contraria y declara que su gobierno está dispuesto a abandonar el acuerdo con tal de defender la soberanía de México. Esto ocurre en el contexto de las controversias generadas por la reforma eléctrica, la cual afectó a algunas empresas estadounidenses y canadienses que ya habían hecho inversiones en el ramo de la electricidad en México. Si la reforma eléctrica viola o no las cláusulas del TMEC, es algo que todavía está en litigio, lo cierto es que tanto el gobierno de Estados Unidos como el de Canadá ya están defendiendo a sus empresas y han llamado al gobierno de México a respetar sus intereses en México, so pena de sancionar al país imponiéndole aranceles a sus productos. Una imposición de aranceles a México sería un duro golpe a la economía nacional, pero la salida de México del TMEC sería una catástrofe para el país.

En realidad, lo que refleja la posición contradictoria del gobierno de López Obrador respecto al TMEC es la ausencia de un proyecto de desarrollo nacional: por un lado le apuesta todo al empuje económico que puede traer el TMEC al país y por el otro atenta contra ese mismo empuje al llevar adelante una reforma que hiere los intereses de los verdaderos mandamases de ese acuerdo comercial. Y esto es algo que atraviesa a toda la política interior: un día golpea a los empresarios y otro día los invita a Palacio Nacional a celebrar su amistad, un día le exige a Salinas Pliego que pague sus impuestos y otro día le da los contratos para distribuir los programas del bienestar, un día lanza una diatriba contra la corrupción y otro día otorga contratos por asignaciones directas, un día reparte dinero entre el pueblo para incrementar su nivel de vida y otro día reprime a las organizaciones populares que se movilizan para mejorar su condición de vida, un día declara que el sistema de salud será como el de Dinamarca y otro día le aplica tantos recortes presupuestales que sufre desabasto de medicinas.

En la medida en que México no cuenta con un proyecto de desarrollo correctamente planeado y ejecutado, en esa medida el país sigue dependiendo de las necesidades económicas de los demás países con los que nos relacionamos. López Obrador puede desgañitarse cuanto quiera defendiendo la soberanía nacional, pero mientras su gobierno no aplique un proyecto de desarrollo nacional coherente y científicamente elaborado, en los hechos estará fortaleciendo la dependencia de México respecto a Estados Unidos. Solo cuando hayamos puesto en marcha un proyecto con estas características, entonces podremos considerar si es conveniente o no enfrentarse económicamente a Estados Unidos. De otra manera es mejor no hacerlo, por muy soberanos e independientes que nos digamos.


Ehécatl Lázaro es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y cursa una maestría en Estudios de China en El Colegio de México.

Sospecha frente al progreso

Mayo 2022

El planeta se nos cae a pedazos. La contingencia sanitaria que paralizó más de un año buena parte de las actividades comerciales, culturales, educativas o políticas surgió en el seno de una sociedad polarizada económicamente, con enormes desigualdades. Pero la cosa es mucho, muchísimo más grave, las olas de calor y las sequías en nuestro país han puesto en el centro de mira el cambio climático y la crisis ecológica que ya está acá, respirándonos en la nuca. La crisis del agua, que parecía un problema muy a futuro está arribando como un jinete del Apocalipsis silencioso.

El sistema de producción capitalista ha vuelto el mundo un páramo, aunque los heraldos del libre mercado anunciaban con cornetas de oro que el futuro sería resplandeciente. Mediante el desarrollo, la modernidad y el progreso, lo que ayer se anunciaba como bienestar, enriquecimiento y felicidad hoy se nos presenta como contingencia sanitaria, crisis migratoria, crisis económica y crisis ambiental.

Esta visión del progreso como un constante ascenso fue elevado a concepción filosófica por la burguesía próspera en el siglo XIX. Sin embargo, desde su génesis hubo señales de alarma, sospechas y crítica. Ya en el Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels advertían: “Donde quiera que se instauró, la burguesía echó por tierra todas las relaciones idílicas, echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués, el agua helada de sus cálculos egoístas. Enterró la dignidad personal bajo el dinero. Sustituyó un régimen de explotación velado por las ilusiones políticas y religiosos por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación.” A pesar de los beneficios que traía consigo el capitalismo industrial, el desarrollo de las fuerzas productivas, los autores alertaron sobre los peligros inmanentes a este sistema. 

Porque el espíritu de la época de la burguesía se caracteriza fundamentalmente por la necesidad de producción constante y dinámica, incesante y perpetua, en esta crítica ya encontramos implícita la problemática de lo perecedero de los recursos naturales frente a una necesidad de explotación recurrente, la carrera sin límites por la producción y reproducción de mercancías ha sido el sello distintivo de la forma de producir (y de apropiarse) la riqueza social. En este sentido el progreso aparece como “esa odiosa ídola pagana que se niega a beber el néctar si no es en el cráneo de los sacrificados”.

Sin embargo, dentro de la tradición marxista existe una fuerte reserva sobre la teoría del progreso, sobre todo cuando observamos que tal progreso exacerba las desigualdades y centraliza el capital. Uno de los pensadores que más se preocupó por esta cuestión fue el filósofo judío alemán Walter Benjamin, que fue pionero sin duda en cuestionar la ideología del progreso, de la modernidad, del avance incansable hacia el futuro como un rinoceronte metálico embistiendo a su paso ciegamente a diestra y siniestra y destruyendo todo a su alrededor. “No hay progreso si no hay dicha para las almas.” Sólo redistribuyendo todo y paliando las desigualdades el progreso alcanza su punto más revolucionario.

De la misma manera el filósofo francés Henri Lefebvre fue taxativo en su condena a la sobreproducción anárquica y potencialmente ecocida del capitalismo durante la segunda mitad del siglo XX, en su célebre obra La producción del espacio escribió: “Junto con Dios, la naturaleza muere: el hombre los mata y quizá se suicida en la misma operación.” Esta frase que se ha convertido en una premonición de la modernidad encierra una crítica terrible.

A pesar de que no hay otro planeta y los recursos son limitados la necesidad de maximizar las ganancias es tal que nos termina por consumir a nosotros mismos. Es preciso actuar en consecuencia. La prevalencia de este sistema rapaz con los recursos naturales y la expoliación de los trabajadores es una garantía de la continuidad de la crisis y quizá, como lo anunciaba Lefebvre, del fin de la especie.

Al fin y al cabo, como recuperaba Marx del historiador conservador Thomas Carlyle: “Si los hombres perdieron la creencia en un dios, su único recurso contra un No-Dios ciego, de Necesidad y de Mecanismo, contra una terrible Máquina de Vapor Mundial que los aprisione en su vientre de hierro como un monstruoso toro Faloris, sería, con o sin esperanza, la rebelión”.


Aquiles Celis es historiador por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

La Unión Soviética salvó al mundo del nazismo

Mayo 2022

No fueron los estadounidenses, ingleses ni franceses quienes detuvieron el avance militar de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Con su guerra relámpago, lanzada el 1 de septiembre de 1939, Hitler tomó Polonia en un mes; acto seguido atacó a Francia, derrotó a sus fuerzas armadas en 46 días y tomó París el 14 de junio de 1940. Gracias al factor geográfico, Hitler no avanzó con sus tropas y tanques a Inglaterra, pero sí envió a la aviación nazi a que bombardeara Londres y otras ciudades entre 1940 y 1941. Al terminar el primer año de la guerra, Hitler tenía totalmente sometidos a los franceses y a los ingleses los había reducido a la impotencia. Incluso Dunkerque, episodio que en las películas muestran como legendario, fue solo una desesperada operación de evacuación que buscaba rescatar a las tropas británicas estacionadas en Francia, ante el imparable avance alemán.

El 22 de junio de 1941 Hitler lanzó la Operación Barbarroja contra la Unión Soviética. Su objetivo último era exterminar a los pueblos eslavos y conservar algunos supervivientes para usarlos como esclavos; con los campos ucranianos se alimentaría a la nueva Alemania y con las inmensas reservas de petróleo y gas rusos se impulsaría a la industria y el ejército nazi. Hasta el invierno de 1941 todo fueron buenas noticias para Hitler: en cuatro meses los alemanes avanzaron desde la frontera soviética y llegaron a las puertas de Moscú y Leningrado (San Petersburgo). Pero a partir del invierno de 1941 las tropas nazis se estancaron; al no poder tomar militarmente las dos ciudades más importantes de Rusia, optaron por ponerles sitio para obligarlas a rendirse por hambre y enfermedad. Eso nunca ocurrió. En Moscú, las tropas soviéticas rompieron el cerco e iniciaron la contraofensiva en enero de 1942. En Leningrado las tropas y la población resistieron dos años en condiciones extremas y fue hasta enero de 1944 cuando lograron romper el cerco e iniciar una contraofensiva que obligó a los alemanes a retroceder. En Stalingrado (Volgogrado) los soviéticos montaron un dispositivo militar para detener el avance nazi que se dirigía a tomar los pozos petrolíferos del Cáucaso; la batalla de Stalingrado fue de una intensidad sin precedentes: entre agosto de 1942 y febrero de 1943 murieron dos millones y medio de personas. Al final también en el frente de Stalingrado los soviéticos detuvieron el avance nazi e iniciaron la contraofensiva, logrando la rendición del mariscal Paulus.

Los soviéticos detuvieron solos a los nazis. Jamás recibieron apoyo de los estadounidenses, ingleses ni franceses. También los soviéticos solos derrotaron a Hitler. Fue la Unión Soviética quien tomó Berlín y quien obligó a Wilhelm Keitel a firmar, ante el mariscal soviético Gueorgui Zhukov, la rendición oficial de Alemania. Los estadounidenses combatieron a Japón en el Pacífico a partir de diciembre de 1941 y los ingleses combatieron a Alemania en el norte de África en 1942, pero no fueron esos teatros de guerra los que detuvieron el avance nazi ni los que llevaron a Hitler al suicidio. Esa es la razón por la que la Unión Soviética tuvo 27 millones de bajas mortales durante la guerra, mientras Francia tuvo 600 mil, Inglaterra 450 mil y Estados Unidos 420 mil. Los números hablan por sí mismos sobre quién derrotó al nazismo.

Todos los 9 de mayo el pueblo ruso celebra la derrota de la Alemania nazi, honra a quienes perdieron la vida en la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) y refrenda su compromiso de luchar por la supervivencia y la soberanía de Rusia. La celebración de este 9 de mayo cobra especial relevancia ante un mundo que empieza a adquirir los tonos de una conflagración militar entre grandes potencias. En una intervención que hizo durante la guerra de Ucrania, Putin les recriminaba a los jefes de Estado europeos que antes eran los europeos quienes trataban de conquistar a Rusia (Napoleón y Hitler) y que ahora se habían rebajado al nivel de ser peones de un país extra europeo que también busca la destrucción de Rusia: Estados Unidos. Y es verdad. En Ucrania, Rusia no solo está enfrentando al nazismo ucraniano, sino fundamentalmente al imperialismo estadounidense que busca apoderarse de Rusia. Como lo dijo Putin, se trata de una cuestión de vida o muerte para Rusia. En la Segunda Guerra Mundial, la defensa de la Unión Soviética contra el nazismo alemán salvó a la humanidad de caer en las garras de Hitler; hoy, la defensa de Rusia contra el imperialismo estadounidense puede salvar a la humanidad de caer bajo un mundo unipolar que responda únicamente a los intereses de Estados Unidos y sus aliados. En esta batalla, Rusia no está sola. Tiene el apoyo de China, Venezuela, Siria, Cuba, Irán y los países afectados por el imperialismo estadounidense que han comprendido la necesidad de un mundo multipolar.


Ehécatl Lázaro es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y cursa una maestría en Estudios de China en El Colegio de México.

La ideología también es un arma: los ataques a Rusia

Abril 2022

El 24 de abril de 2019 RAND-Corporation lanzó un informe titulado “Sobreextender y desequilibrar a Rusia. Evaluando el impacto de opciones y sus costos”. El título de la investigación marca ya la línea seguida y posibilita la reflexión previa a la lectura sobre los temas que se exponen que, a decir verdad, son congruentes sobre todo con la parte de “desequilibrar” a Rusia. Estas intenciones no son sorpresa cuando se conoce que RAND Corporation es una organización privada sin fines de lucro que en sus inicios fue financiada por el gobierno de Estados Unidos, y que, como ellos lo exponen en su sitio web, su origen se da una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial con la intención de “conectar la planeación militar con la investigación y desarrollo de decisiones” y está “dedicada al desarrollo y promoción de objetivos científicos, educativos y caritativos por el bienestar y la seguridad de los Estados Unidos”. O sea, se trata de una organización dedicada a elaborar planes de acción, en todos los ámbitos sociales (economía, política, ideológicos, militares), en pro de Estados Unidos.

Estas intenciones quedan confirmadas tras una revisión del informe mencionado, mismo que es una clase de continuación de un informe anterior, realizado por RAND en el contexto de la Guerra Fría, en el que aconsejaban al gobierno de Estados Unidos no buscar estar por delante de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en todos los aspectos, pues bastaba con que se enfocaran en los que eran más próximos a Estados Unidos para que aquella se debilitara al expandirse hacia ámbitos que le resultaban lejanos. En la versión pública del informe de 2019 se dividen las áreas de influencia que son más cercanas a Estados Unidos —lejanas para Rusia— y se analizan las razones para provocar tensiones en ellas, cuáles serían los costos y las probabilidades de éxito.

Aunque buena parte de las páginas se centran en la presión militar a Rusia, hay un apartado dedicado a analizar los costos de medidas en el ámbito ideológico e informativo. En esta sección se presentan cuatro opciones de acción: 1) disminuir la confianza en el sistema electoral ruso; 2) crear la percepción de que el régimen no busca el interés público; 3) promover protestas domesticas y otras formas de resistencia no violentas y 4) socavar la imagen de Rusia en el exterior removiendo a Rusia de organismos internacionales (con excepción de los de la ONU) y boicoteando la participación de Rusia en eventos internacionales como la Copa del Mundo [la mención de este evento es explícita].

Cualquiera de las cuatro líneas de acción presentadas por RAND alertaría a cualquier nación por sí misma, pues es una declaración explícita de guerra ideológica al buscar minar y ensuciar la imagen de una nación en el exterior, y al tratar de inmiscuirse en los asuntos internos de un país independiente y soberano, como Rusia. Tener presentes estos elementos al analizar la guerra en Ucrania es fundamental, por dos razones: 1) porque las propuestas que RAND hizo en 2019 están siendo implementadas en estos momentos con más fuerza, desde la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU hasta la “cancelación” de artistas rusos muertos hace más de 100 años, y 2) para tener claridad de que la cuestión no se reduce a ser pro o anti Rusia, sino de cómo, por qué y hacia dónde se están moviendo las fuerzas internacionales y cuál es la posición que nuestro país debe tomar al respecto.


Jenny Acosta es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Valeri Bosenko

Abril 2022

Seguramente este breve escrito sea insuficiente para exponer las interesantes cuestiones que el pensador soviético Valeri Bosenko desarrolló, pero es preciso explorar la historia del pensamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas por varias razones.

Primero: porque no es la historia, tampoco por lo tanto la historia del pensamiento, cosa fácil de estudiar. Es común que haya quienes quieran reducir la historia a una sola idea simple y también quienes quieren desprender de ahí claras lecciones y sentencias que según sus deseos se acomodan a ciertas enseñanzas morales o políticas. Sin embargo, esto no es así, la historia está llena de aristas y estudiar las múltiples determinaciones de un fenómeno, como la dialéctica, por lo menos la que Hegel desarrolla, es lo correcto si queremos estudiar de manera científica la realidad.

Pues bien, lejos de lo que los críticos de la URSS han difundido, el pensamiento soviético fue rico en posturas y en aportes al pensamiento en general, de la mano del marxismo se hicieron estudios que en muchos casos ayudaron a razonar problemáticas con una visión novedosa. El pensamiento filosófico fue prolífico también. No solamente se escribían manuales de marxismo, que por cierto tenían un propósito específico: ayudar a difundir el pensamiento revolucionario y ponerlo al alcance de casi cualquier conciencia, sino que también hubo gente dedicada a la investigación profunda de los problemas que se desprenden de los textos de Marx, Engels y Lenin. Uno de esos tantos fue Valeri Bosenko.

Segundo: Bosenko perteneció a un grupo de marxistas que procuró no alejarse de los planteamientos centrales de dicho pensamiento. Es conocido que después de la caída de la Unión Soviética hubo una desbandada de pensadores que ya no fueron capaces de defender los planteamientos centrales del marxismo como verdaderos, y muchos de ellos se convirtieron en claros enemigos de los planteamientos revolucionarios. Bosenko procuró, a pesar de la derrota, defender en la medida de sus posibilidades al marxismo, con la intención de educar a la nueva generación de comunistas, profundizando y desarrollando la capacidad de los principios del marxismo de entender la realidad para poder transformarla.

Tercero: Bosenko es un pensador que intenta ser fiel con el pensamiento marxista en todas sus dimensiones, remarcando la necesidad de que la teoría no sea producto de un desarrollo abstracto, sino la consecuencia misma de la realidad y del desarrollo de ésta; para él, el problema del desarrollo de la filosofía y de la dialéctica materialista no era sino otra cara del desarrollo de las contradicciones reales de la sociedad, en concreto, del desarrollo de las contradicciones de clase; de este modo, el conocimiento de lo real estaba determinado por el movimiento mismo del movimiento revolucionario.

Rafael Plá León, filósofo cubano y alumno de Bosenko narra en un texto publicado al inicio de El proceso de formación de la teoría, una compilación de artículos de Bosenko publicados en editorial Edithor, que el profesor soviético al saber que la filosofía no era del agrado de algunos respondió: “…no les gusta porque no la estudian; no la estudian porque no les gusta. ¿Y saben cómo pueden salir de ese círculo vicioso? Sólo la actividad puede lograr romper la contradicción: haciendo, actuando, en este caso, estudiando.” Esta sola sentencia es muestra de la claridad de Bosenko, incluso en estos niveles muy básicos debemos darnos cuenta de que los problemas de la teoría se resuelven en la práctica. Pocos son los esfuerzos que se han hecho para difundir el pensamiento de este gran pensador, pero muy valiosos.


Alan Luna es filósofo por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Demagogia de ayer y de hoy

Marzo 2022

Vienen enseguida a cuento las palabras acerca de los demagogos pronunciadas hace casi dos siglos por un insigne liberal mexicano, el doctor José María Luis Mora: “Son infinitos los medios que se ponen en juego para llegar a este término [para hacerse del poder absoluto, aclaro yo]: pero entre ellos los más trillados consisten en hacerse popular para proporcionarse el ascenso; darse por necesario para mantenerse en el puesto; y suponer, para destruir la constitución, la imposibilidad o ineficacia de las leyes fundamentales… Los demagogos tienen un campo inmenso en ejercitar sus intrigas, dando rienda suelta a su ambición. Buscar las pasiones populares y una vez halladas adularlas sin medida…”. ¿No evocan acaso las palabras del doctor Mora los procedimientos del actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador? ¿No se hizo él mismo “popular” en el sentido preciso que indica el doctor Mora y justamente para procurarse un fulgurante triunfo electoral? ¿Y cómo es que ha mantenido su popularidad sin haber dado ninguna clase de resultados? ¿No ha torcido también las leyes a su gusto tildándolas precisa y convenientemente de ineficaces con el único fin de regalarse una legislación a modo?

Véanse si no tres ejemplos sucintos. En primer lugar, el presidente se comprometió durante su campaña electoral a bajar el precio de la gasolina, en lo que ha fracasado estrepitosamente porque aquellos ni han bajado ni se han mantenido, sino que, por el contrario, se han elevado drásticamente. Sin embargo, era aquella, claramente, una propuesta de campaña imposible de implementar, habida cuenta de que los precios de la gasolina no los determina un gobierno (por más popular que este sea) sino el mercado global. Para decirlo en los justos términos del doctor Mora, lo que López Obrador encontró allí, aprovechándose hábilmente de ello, fue una de las más sentidas pasiones populares y, no obstante, la terca realidad ya le ha tocado ruidosamente la puerta, teniendo que reconocer en días recientes, muy a su pesar, que el aumento del precio de la gasolina no depende de él.

El segundo caso obedece al compromiso que, de igual manera, AMLO hizo en campaña: crear un sistema de salud parecido al de Dinamarca.  Más claro, imposible, pues ¿qué mexicano, en su sano juicio, no desea y necesita que sus problemas de salud sean atendidos con prontitud y eficacia? Pero la situación fue exactamente la misma. Las palabras surtieron efecto, endulzando los oídos de una masa urgida de medicamentos y de centros de salud. Y ahora sucede que el INSABI, el cual se constituyó precisamente con esa finalidad, está en riesgo de desaparecer. Todo habrá quedado aquí también para variar en agua de borrajas. Y a todo esto ¿qué beneficios recibieron los mexicanos que padecen enfermedades crónicas o terminales?, ¿fueron suficientes las medidas sanitarias que se tomaron respecto a la pandemia de covid-19? Más de 322 mil muertes por covid no avalan en lo absoluto tal discurso.

Finalmente, la cacareada revocación de mandato, que podría constituir una herramienta de ejercicio de la democracia participativa, como sucedió en la Comuna de París (donde los consejeros municipales eran responsables y podían ser revocados en todo momento), si tal fuera en efecto el verdadero objetivo de AMLO, es decir, la revocación de mandato como medio para garantizar la participación ciudadana efectiva, entonces el contexto y las medidas para su aplicación tendrían por fuerza que ser radicalmente distintas –con controles y sanciones por proselitismo, como marca claramente la Constitución– porque de lo contrario esa revocación ad hoc adquiere todos los visos de medio, uno más, para asegurar y reforzar un poder absoluto. A fin de cuentas, los resultados que el gobierno de la 4T ha presentado no son tangibles. El gobierno de AMLO se ha caracterizado hasta el momento por un cuadro agudo de demagogia en el sentido concreto aducido por el doctor Mora.

¿Y quiénes son, casualmente, los peores enemigos de la “clase obrera”, pero también del pueblo en general? Responde Lenin: “Jamás me cansaré de repetir que los demagogos son los peores enemigos de la clase obrera. Son los peores, porque excitan los malos instintos de la multitud y porque a los obreros atrasados les es imposible reconocer a estos enemigos, los cuales se presentan, y a veces sinceramente, como amigos”. Las palabras finales del discurso del doctor Mora tampoco salen sobrando: “Pueblos y Estados de la nación mexicana escarmentad en los sucesos de vuestra propia historia, temed el poder de los ambiciosos y de las facciones que llaman en su auxilio, reunid vuestros esfuerzos para destruirlas, así seréis invencibles.”


Victoria Herrera es historiadora por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Por todos lados empobrece el pueblo de México (II)

Marzo 2022

En la entrega anterior mencioné al desempleo, los bajos salarios, el gasto en servicios médicos y catastróficos como factores que aumentan el empobrecimiento de los hogares mexicanos. En esta entrega continúo ilustrando los medios por los cuales millones de mexicanos desembolsan más dinero del que deberían a causa de los altos precios de los alimentos, el alto costo de los créditos al consumo y el gasto en la compra de agua potable.

El sobreprecio de los alimentos es una vía importante de empobrecimiento de los hogares mexicanos. Del total de gastos que realiza un hogar, la mayor proporción (38%) la destina a alimentos (ENIGH, 2020). Además, los hogares más pobres destinan una mayor proporción de sus ingresos a la compra de alimentos. Por ejemplo, en 2016 el 10% de los hogares más pobres destinó el 50.3% de sus ingresos a este rubro, mientras que el 10% más rico solo el 25% (INEGI, 2017).

De acuerdo con Ríos (2022), la fruta, el pan y los lácteos tienen un sobreprecio de, al menos, 91%; menciona también que las verduras, las tortillas y gran parte de la canasta básica tiene sobreprecios. Durante la pandemia los productos que presentaron un mayor incremento de precios fueron los alimentos: al cierre del 2021 el limón y el tomate alcanzaron una tasa de inflación de hasta el 90% con respecto al año anterior. El año pasado el precio de los alimentos fue el que más ejerció presión sobre la inflación, fueron también los productos que más golpearon los bolsillos de los mexicanos (El Economista, 2022).

Los alimentos no son los únicos que tienen sobreprecios, la telefonía móvil y el internet se caracterizan por ser de los servicios más caros con respecto a otros países. Por ejemplo, en 2021 el precio de un GB de internet móvil en México fue de 3.6 dólares, en EE. UU. de 3.3, en Brasil de 0.9 y en Chile de 0.39 dólares. Sin duda los mexicanos pagamos un servicio muy caro y malo.

Los sobreprecios de los alimentos, los servicios de internet y otros se deben en gran parte a el poder de mercado que tienen las empresas que producen y comercializan los productos. Ríos (2022) menciona que si se elimina el poder de mercado que tienen las empresas, el consumo del mexicano promedio aumentaría 8.4% y menciona que debido al aumento del consumo por la disminución de precios 3.8 millones de mexicanos dejarían de ser pobres. Aradillas (2018) en un estudio de la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) encontró que, en frutas, pan, materiales de construcción, lácteos, verduras, transporte aéreo de pasajeros, tortillas, autobús foráneo, carne de res, pollo y huevo, existe poder de mercado y que los hogares mexicanos pagan un sobreprecio de 98.2%. Esto provoca que los hogares pierdan, en promedio, 15.7% de sus ingresos por los sobreprecios, y para el 10% más pobre de la población la pérdida representa el 30.9%. Así, con precios más altos que los que deberían de ser, el consumo disminuye y la pobreza aumenta.

El sistema de crédito al consumo con “pagos chiquitos” es un fenómeno que ha cobrado fuerza en nuestro país debido a los bajos ingresos de los hogares. Algunas tiendas departamentales, de autoservicio y mueblerías han impulsado este tipo de créditos para colocar muebles, electrodomésticos, equipo de cómputo, celulares, ropa y calzado como medio para aumentar sus ganancias debido al alto costo del crédito.

El crédito al consumo en México, más que ser un medio para mejorar las condiciones de vida, ha funcionado como una vía para extraer el raquítico ingreso de millones de hogares por parte de las grandes empresas de ventas al menudeo. Para muchas tiendas y bancos el crédito en “pagos chiquitos” es un modelo de negocio muy exitoso. Sin embargo, para millones de familias que financian su consumo por esta vía significa entrar a un círculo vicioso que los mantiene en la pobreza. De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUCEF), este tipo de créditos puede ser el más caro del mercado, debido a que el importe a pagar por el producto puede ser hasta 50% más alto que si se paga al contado.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los Hogares (ENFIH) 2019, el 53.8% de los hogares mexicanos tienen deudas no hipotecarias (tarjetas de crédito o departamentales, créditos de nómina o personales, crédito para vehículo, crédito en una caja de ahorro, préstamo en una caja de empeño, etc.). En general el crédito personal en México es muy caro: a finales del 2021 su costo rondaba el 30% (El Financiero, 2022). Con millones de mexicanos endeudados y pagando altos precios por los créditos seguirá fluyendo la riqueza de las capas pobres a las grandes empresas.

Otro gasto empobrecedor para las familias mexicanas es el gasto en agua potable. De acuerdo con la UNAM (2021) en el país los hogares gastan hasta 45 mil millones de pesos anualmente por la compra de agua embotellada. El 76% de los hogares compra agua, lo que nos coloca como el mayor consumidor de agua embotellada a nivel mundial (La jornada, 2021). En muchas colonias populares de todo el país las familias tienen que hacer un gasto doble, pagar los servicios de agua potable y comprar pipas debido a que la red pública no los abastece. Por ejemplo, el Sol de Acapulco denunció en septiembre del 2021 que los hogares de Acapulco tenían que gastar entre 2 mil y 3 mil pesos al mes por la compra de pipas de agua, y los hogares más pobres que no tenían para desembolsar tal cantidad gastaban entre 36 y 50 pesos diariamente. En la zona metropolitana de la capital del país las colonias que no tienen el servicio pagan alrededor de 1200 al mes por la compra de pipas de agua (El Sol de México, 2021).

Lo mencionado anteriormente solo son algunos ejemplos que muestran a un capitalismo mexicano atrasado que extrae la riqueza de los mexicanos por vías arcaicas, semejante a una gran tienda de raya moderna: se pagan bajos salarios, sobreprecios en los productos que satisfacen necesidades básicas y se venden servicios y productos que el Estado debería proveer en su totalidad, como la salud y el agua.


Jorge López Hernández es economista por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Por qué debemos entender la migración como una consecuencia del imperialismo

Marzo 2022

El 18% de los migrantes del mundo vive en Estados Unidos: es, de lejos, la cifra más alta a nivel mundial. Sin embargo, abunda la información falsa sobre la condición de los migrantes: por ejemplo, menos de la mitad de los estadounidenses sabe que la mayoría de los inmigrantes están en los EEUU de forma ilegal. Del mismo modo, las ideas anti-inmigrantes, mostradas al mundo en los discursos de Donald Trump, forman parte del sentido común de gran parte de los estadounidenses. Pero el problema es más profundo que esta retórica: muy pocas personas están conscientes de las raíces de la migración, y una discusión seria acerca de una solución real está ausente en toda la actividad política.

Algunos antecedentes acerca de la inmigración y el activismo asociado a ésta pueden clarificar esta cuestión. El número de refugiados y asilados admitidos en EEUU ha fluctuado dependiendo de las circunstancias globales y nacionales. Históricamente, EEUU ha sido el país que ha permitido la mayor cantidad de refugiados anualmente; sin embargo, esto cambió en la administración Trump. Para ilustrar: en 1980, más de 200 mil refugiados llegaron a los EEUU. Entre 2008 y 2017, el promedio fue de alrededor de 67 mil por año. En 2020, menos de 12 mil: una caída dramática con respecto a los años anteriores. Biden prometió revertir esta tendencia, en concreto, proponiendo la admisión de 125 mil inmigrantes para 2022.

Pero más allá de esta historia superficial acerca de la cantidad de refugiados y asilados, emerge la verdadera situación: los EEUU no reciben a los inmigrantes con los brazos abiertos. Por ejemplo, incluso después de firmar un tratado internacional en década de 1950 del siglo pasado a raíz del Holocausto, que estipula que un asilado no puede ser penalizado por cruzar las fronteras en búsqueda de asilo sin importar la forma de cruzar,  EEUU detiene a la mayoría de los inmigrantes en centros inhumanos por periodos indefinidos. Una vez fuera de la detención, se convierten en los trabajadores más explotados del país[1] y la mayoría no recibe ningún tipo de beneficios gubernamentales.

Paralelamente a los cambios de tendencia en la aceptación de inmigrantes observados durante las administraciones de Trump y Biden, las opiniones con respecto a la política migratoria se polarizan peligrosamente. Por un lado, está la base nativista y antiinmigrante, cuyas postura es sencillamente el cierre definitivo de las fronteras. En contraste, la administración de Biden, representante del establishment demócrata (y parte del republicano), está abierta a inmigración limitada, pero enfoca su discurso a la necesidad de “arreglar” los que, supuestamente, son los problemas de los países expulsores de migrantes, tales como la inseguridad alimentaria, el cambio climático y la falta de protección gubernamental.

Hay también un grupo pequeño que apoya la política de “fronteras abiertas”. Este proviene de dos  corrientes políticas distintas: por un lado, la derecha libertaria, que argumenta que las personas deberían ser libres de desplazarse como les plazca, que las fronteras son líneas artificiales deteniendo a las personas de buscar una vida mejor, y que no todos los países tienen igual acceso a recursos naturales o “gobiernos democráticos”. Por otro lado, en la izquierda, activistas de la migración defienden eslóganes como “no fronteras, no naciones”, “ningún humano es ilegal” y “abolamos todas las fronteras”. Esta última perspectiva concibe los problemas de los distintos países como globales e interconectados y, por lo tanto, propone que el nacionalismo es una forma limitada de afrontarlos; que, en suma, se necesita un cambio radical, dentro del que se encuentra la abolición de las fronteras. A diferencia de la derecha libertaria, no conciben a las fronteras como líneas “arbitrarias”, sino como estructuras de poder; estructuras de nacionalismo, exclusión y división, estructuras que refuerzan las disparidades globales y vulneran la capacidad de los personas de alcanzar su potencial pleno y de las comunidades de resolver los problemas globales.

¿Podría la abolición de las fronteras resolver la crisis migratoria? Para responder esto, primero debemos entender las razones subyacentes acerca de por qué la gente decide emigrar. En primer lugar, se debe a la inseguridad, pobreza, violaciones a los derechos humanos, y, cada vez más, a las consecuencias del cambio climático. La mayoría de de estos fenómenos se puede atribuir a pasadas y presentes etapas del imperialismo y el consecuente desarrollo desigual de la economía mundial.

En El Imperialismo y el mundo en vías de desarrollo, Atul Kohli investiga las causas y consecuencias del imperialismo moderno. Sus principales hallazgos son los siguientes: los poderes globales practican el imperialismo a través del debilitamiento de la soberanía en los países periféricos para promover y asegurar sus propios intereses económicos. La pérdida de soberanía asociada a la sujeción imperialista se traduce en una menor probabilidad de experimentar progreso económico. Kohli encuentra una relación inversa entre sujeción al imperialismo y el desarrollo, y que la soberanía nacional es una condición necesaria ­­–aunque no suficiente– para el desarrollo. Por ejemplo, las estrategias de industrialización requieren la aplicación de políticas económicas que en muchas ocasiones son opuestas a las de los países ricos, que prefieren economías periféricas abiertas. Países con poca o nula soberanía han sido incapaces de poner en marcha estas estrategias, y menos aún en la época del capitalismo neoliberal globalizado. Así, a pesar de que el imperialismo se presenta de muchas formas y por distintas razones, Kohli argumenta que “la compleja historia del imperialismo y el mundo en desarrollo sigue una lógica discernible: los imperialistas persiguen sus propios intereses limitando la soberanía y, por lo tanto, las perspectivas de de prosperidad en los países de la periferia global”.

Como es de esperarse, las distintas formas de la prevalencia del imperialismo y sus efectos perniciosos se ven reflejados en los patrones de migración. Las potencias imperialistas establecieron (y lo continúan haciendo) acceso económico a los países periféricos: desde el colonialismo hasta los modernos acuerdos comerciales que garantizan  mano de obra barata y acceso a recursos clave. Los países periféricos, pues, son dependientes de los poderes imperialistas mientras se reproduce el estancamiento económico y la pobreza dentro de sus fronteras. Históricamente, cuando países han intentado o tenido éxito en la implementación de gobiernos desarrollistas o socialistas, los poderes hegemónicos han intervenido de distintas formas: desde sanciones económicas hasta intervenciones militares directas, lo que resulta, por lo general, en crisis, estancamiento de largo plazo y violencia. Todos estos son ejemplos de cómo se manifiesta el imperialismo, tanto históricamente como en la actualidad. Todas estas manifestaciones vulneran la soberanía de los países sometidos e impiden el progreso económico y social. Y éstas son, pues, las principales causas de la migración: pobreza, inestabilidad y violencia.

Las estadísticas de inmigración por búsqueda de asilo en EEUU ilustran estos puntos. En 2020, el top 5 de países de origen de refugiados fue: la República Democrática del Congo, Myanmar, Ucrania, Afganistán e Irak. En 2019, el top 5 estaba integrado por: China, Venezuela, El Salvador, Guatemala y Egipto. Estos países son ejemplo de distintas formas de agresión imperialista: algunos son los países más pobres de sus respectivos continentes, otros los más violentos, y otros -como Cuba y Venezuela- son víctimas permanentes de brutales sanciones económicas. Finalmente, Afganistán e Irak, países intervenidos militarmente por Estados Unidos.

Es importante señalar que, mientras que la política de inmigración de la administración de Biden basada, supuestamente, en ir a las raíces de la migración, en los hechos opera de forma opuesta: el problema es que identifica las causas de la inmigración como algo inherente a los países de origen de los inmigrantes. No reconoce –y no podría ser de otra forma– que la causa es el orden global defendido, en primer orden, por los EEUU. Como consecuencia lógica de este enfoque, las propuestas consisten en intervenir más en el resto de países.

Finalmente, no podemos obviar el hecho de que EEUU acepta a inmigrantes no solo –y ni siquiera fundamentalmente– tomando como principal criterio las condiciones en el países de origen, sino de acuerdo con sus intereses internos y geopolíticos. Así, aceptar a refugiados y asilados en EEUU termina siendo beneficioso materialmente –al incorporar a fuerza de trabajo susceptible a ser súper explotada– e ideológicamente. Esto último sucede porque la política de inmigración opera como un complemento de la política exterior de los EEUU. Antes de 1980, EEUU definía legalmente a los refugiados como aquéllos que exclusivamente dejaban países del antiguo campo socialista o de Oriente Medio.

Durante la Guerra Fría, EEUU aceptaba refugiados como una táctica para desacreditar y desestabilizar a los países socialistas y, al mismo tiempo, rechazaba aceptar a refugiados chilenos huyendo de Pinochet, y salvadoreños, guatemaltecos y haitianos escapando de las dictaduras militares derechistas. Al día de hoy, muchos migrantes en los EEUU son los más anticomunistas. Los cubano-americanos, por ejemplo, están, en su mayoría, unidos contra el gobierno socialista de Cuba y son mucho más activos políticamente que el estadounidense promedio. La historia es similar en grupos como los armenio-americanos y vietnamitas americanos. Hasta la fecha, el camino hacia la inmigración legal y la ciudadanía es muchísimo más sencillo para personas de países socialistas o de países cuyos gobiernos se han opuesto frontalmente a los EEUU. Así se explica que, de 2010 a 2020, el 75% de los ”refugiados” en los EEUU que provenían de América Latina fueran cubanos y que, en los próximos años, los venezolanos se convertirán en uno de los principales grupos de refugiados en EEUU.

Conscientes de todo esto, podemos preguntarnos: ¿”abolir las fronteras” es una opción políticamente viable? Aunque una gran nación mundial con libre movilidad suena bien, esta opción es imposible en un planeta caracterizado por desigualdades económicas y de poder extremas. La medida real, en el corto plazo, sería que los EEUU, y el resto de poderes imperialistas, respetaran las fronteras, es decir, respetar la soberanía de todos los países. Solo así se iniciaría, potencialmente, la verdadera solución a las causas de la migración. Si la soberanía de los países periféricos sigue siendo vulnerada, el único resultado posible es la reproducción de las abismales desigualdades económicas y políticas. En el contexto actual de crecientes tensiones globales y la crisis climática, es más imperativo que nunca encontrar las raíces de la migración en el imperialismo global y luchar por terminar con la desigualdad brutal en el desarrollo de los países. Teniendo en cuenta, claro, que esto nunca provendrá de las clases dominantes de los países imperialistas, verdaderas beneficiarias de orden de cosas existente.


Bridget Diana es economista por The University of Massachusetts Amherst.

[1] Por ejemplo, las plantas de alimentos avícolas utilizan las amenazas de redadas inmigratorias para explotar a los trabajadores en peligrosas condiciones laborales: https://www.npr.org/2019/08/09/749932968/chicken-plants-see-little-fallout-from-immigration-raids.

Abstraccionismo moral

Marzo 2022

Muchos creen que la dialéctica inclina a la duplicidad; que obstaculiza una concepción clara acerca de los cambios que se producen en la realidad; que impide en una palabra alcanzar una idea exacta de la naturaleza y de la vida social. Por esto mismo suponen que resulta indispensable desechar el enfadoso método dialéctico, cuanto más si lo que se quiere es obtener una idea clara sobre la moral. De lo contrario, el “sí es no y no es sí” dialéctico ejercerá una influencia perjudicial sobre nuestros puntos de vista y nos llevará a numerosos extravíos. 

Estiman entonces que valdría más atenerse a la fórmula “sí es sí y no es no” a efectos de desentrañar el problema de la moral. De esta manera se estaría en condiciones de establecer una relación sobria con la realidad, evitándose la duplicidad ínsita en el engorroso “sí es no y no es sí” dialéctico. Pero antes de tomar el camino aparentemente menos problemático, tiene que saberse cuál es la diferencia que existe entre la dialéctica y el pensamiento que responde a la fórmula “sí es sí y no es no”.

Puede decirse resumidamente que el “sí es sí y no es no” equivale a la abstracción “o una cosa u otra”. Los que siguen este camino consideran precisamente que la abstracción “o una cosa u otra” permite alcanzar una concepción clara y asaz exacta de la naturaleza y de la vida social, la moral incluida. Por ejemplo, la guerra, ¿es nociva o beneficiosa? Desde el punto de vista del abstraccionismo, la guerra es definitivamente un mal y nunca puede ser un bien, puesto que el mal nunca puede ser el bien, es decir, “o una cosa u otra”. Así pues, “sí es sí y no es no”. De esta forma creen los tales estar evitando la molestísima duplicidad dialéctica y se figuran dueños indiscutibles de una opinión clara y exacta de la guerra: “la guerra es un mal”. Ni más ni menos.

Ahora bien, ¿cuál es el carácter distintivo de la dialéctica? A diferencia de la fórmula “sí es sí y no es no”, la dialéctica se aferra al plano de lo concreto, dando por sentado que no existe una realidad abstracta, sino que la realidad es siempre concreta. Por tanto, “un juicio definido sólo puede emitirse sobre un hecho definido, después de examinar todas las circunstancias de las cuales depende” (Chernichevski). En el caso de la guerra, ¿es nociva o es perjudicial? Desde el punto de vista de la dialéctica, esta pregunta no se puede responder en forma terminante. Es preciso colocar la investigación sobre un terreno concreto, esto es, saber ante todo de qué guerra se está hablando. En síntesis, pues, la verdad siempre es concreta. Jamás de los jamases es abstracta.

El problema de la moral se juzga a menudo desde el punto de vista de la abstracción “o una cosa u otra” (“sí es sí, no es no”), rechazándose el punto de vista dialéctico. No se juzgan todos los problemas morales desde el punto de vista concreto y más bien se olvida frecuentemente que no existe una sola verdad abstracta, sino que la verdad es siempre concreta. A partir de este abstraccionismo huero se constituyen principios inamovibles e inconmovibles de moral, supuestamente autónomos, censurándose reglas en apariencia cínicas como aquella de que “el fin justifica los medios”. En relación con esto último, los filisteos moralizadores se niegan a reconocer que solo determinadas finalidades ya sea personales o sociales pueden justificar los “medios”. Pero entonces habría que buscar criterios morales en otra parte, fuera en realidad de la sociedad. La religión, ejemplo paradigmático, encuentra criterios infalibles de moral en la revelación divina. Y los “padrecitos laicos” también proclaman verdades morales eternas, aunque con la única diferencia de que casi nunca se toman la molestia de indicar su fuente primera de origen: no obstante, si esas verdades son efectivamente perennes y absolutas, ¿de dónde vienen entonces exactamente? Resulta de suyo evidente que la teoría laica de la moral eterna también se remite final y necesariamente a Dios. Cierto. Hasta el sol de hoy “los cielos continúan siendo la única posición fortificada para las operaciones militares contra el materialismo dialéctico”.


Miguel Alejandro Pérez es historiador por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

¿La 4T es de izquierda?

Marzo 2022

¿Qué entendemos cuando hablamos de la izquierda política? ¿Qué tan útil es este concepto para pensar nuestra realidad actual? ¿Podemos decir que en México tenemos un gobierno de izquierda? Voy a tratar de responder estas preguntas.

¿Qué es la izquierda?

Comencemos por el principio. El concepto surge en la revolución francesa, al interior de la Asamblea Nacional. Aquí, por casualidades del destino, los conservadores y partidarios de la monarquía se sentaban a la derecha de la asamblea, mientras que los republicanos, más radicales, se sentaban a la izquierda. Desde entonces, las palabras derecha e izquierda empezaron a usarse como conceptos para comprender el espectro político. Así, la izquierda suele estar asociada a ideas como las de justicia social, equidad y libertad, mientras la derecha suele estar asociada a ideas como las de orden, tradición y autoridad.

Pero la cosa no es tan sencilla. La política debe lidiar con muchos ámbitos de la vida social. En este sentido, las etiquetas izquierda y derecha han sido usadas para tratar de comprender problemas de distintos ámbitos.

En economía, por ejemplo, la izquierda suele estar asociada con posturas críticas del capitalismo y que buscan cierta intervención, más o menos amplia de los mercados, con el objetivo de promover el desarrollo económico, generar empleo no precario y mejorar las condiciones de vida de las y los trabajadores, mientras la derecha suele abogar por la preservación de economías mercantiles desreguladas, sin importar la misma tendencia de los capitales a crear monopolios y sin considerar, o a veces incluso celebrando, el aumento de la desigualdad.

En política, por otro lado, la izquierda suele estar asociada con posturas más socialdemócratas, donde el objetivo es establecer gobiernos menos autoritarios y más participativos, al tiempo que se crean condiciones sociales de equidad para favorecer una participación política simétrica entre los distintos estratos sociales, reduciendo el peso político de las distintas desigualdades. La derecha, por el contrario, suele estar asociada con posturas directamente autoritarias, como las monarquías o dictaduras, o bien suele estar asociada con posturas liberal-demócratas, que, a pesar de buscar gobiernos formalmente democráticos, no cuestionan ni regulan las desigualdades sociales, asumiendo la igualdad entre los individuos como un principio dado y, por lo tanto, dejando que las distintas desigualdades se manifiesten en la política como asimetrías de poder.

En lo social, por otro lado, la izquierda suele estar asociada con posturas de ampliación de derechos y libertades, así como de compensación de desventajas socioeconómicas, educativas, de género y étnico raciales, lo que supone el reconocimiento y respeto de tales diversidades, así como el cuestionamiento de estructuras culturales como la familia tradicional, el patriarcado, las religiones y la meritocracia. La derecha, por su parte, suele estar asociada con posturas directamente conservadoras y anti-derechos, de estigmatización de la diversidad y apego a los valores tradicionales, o bien suele estar asociada a un hiper individualismo, sustentado en el mito meritocrático y que, sobre esa base, tiende a criminalizar la pobreza, así como otro tipo de condiciones de desventaja estructural.

Frente a un panorama tan complejo, es difícil pensar que todas las personas, incluso si se dicen de izquierda, puedan estar de acuerdo. Entonces, es dado pensar que habrá más de una izquierda. Y de hecho así ha sido. Bastaría revisar la historia del pensamiento socialista o el surgimiento de las nuevas izquierdas para comprender la gran variedad de posturas que caben bajo esta etiqueta. Pero, si el concepto de izquierda es tan amplio, ¿qué tan útil es para pensar nuestra realidad actual?

¿Qué tan útil es este concepto para pensar la política actual?

Que un actor político se diga de izquierda no nos dice mucho sobre su programa político, sus acciones o sus resultados. Para tener una fotografía más clara, necesitaríamos observar con detalle lo que proponen y lo que hacen en materia económica, política y social. En este sentido, el concepto de izquierda política es insuficiente.

Sin embargo, la idea genérica de izquierda puede ayudarnos a orientar nuestras observaciones y nuestros juicios. ¿A qué idea me refiero? En términos generales, la izquierda puede ser considerada como un proyecto normativo orientado por los siguientes objetivos: 1) promover el desarrollo de la economía nacional, con miras a generar empleos no precarios y mejor remunerados; 2) redistribuir mejor la riqueza, con fiscalización progresiva y mayor gasto social que garantice servicios y derechos entre los sectores de menores ingresos, así como 3) orientar el diseño de políticas y programas sociales con un enfoque para la compensación de desigualdades y prevención de discriminaciones; y, finalmente, 4) promover la construcción de una democracia-social, que no solo garantice el estado de derecho, así como los mecanismos representativos y participativos de una democracia formal, sino que promueva la libre organización de los sectores populares, garantizando la libertad de reunión, asociación y expresión.

Quizá suene ideal. Y lo es. En este caso, el concepto de izquierda nos sirve como parámetro para evaluar la orientación que toman las políticas de determinado actor político. Por supuesto, no hay un solo parámetro, y los distintos criterios se pueden discutir y precisar. Sin embargo, siguiendo esta idea, es posible identificar si las acciones de un gobierno están encaminadas hacia estos objetivos o no.

¿En México tenemos un gobierno de izquierda?

Ahora bien, ¿podemos decir que en México contamos con un gobierno de izquierda?

Para responder con rigor esta pregunta, haría falta un estudio pormenorizado. Sin embargo, con las ideas aquí vertidas, podemos hacernos una idea preliminar. Veamos.

En materia económica, el desempeño de la 4T ha sido generalmente malo, antes y durante la pandemia. En 2019 la economía se contrajo 0.1%[1]. Y debido a las contracciones de los últimos dos trimestres de 2021, México podría encontrarse ya en una recesión técnica[2].

En materia redistributiva, la fiscalización progresiva brilla por su ausencia. De acuerdo con la CEPAL, el cobro de impuestos promedio en américa latina, como porcentaje del PIB, es de 23.1%, mientras México cobra solo el 16.1%[3]. En lo que respecta al gasto en programas sociales, si bien ha habido un aumento, hay varios detalles que señalar[4]: en primer lugar, la cobertura no es siquiera mayor a la observada en pasadas administraciones; en segundo lugar, la distribución por estratos sociales ahora es más regresiva: mientras en 2016 el 67% de la población en pobreza extrema recibía algún programa social, en 2020 este porcentaje fue solo del 43%, mientras la población no pobre, pasó de una cobertura de 23% a una de 27%. Por otro lado, es verdad que ha habido aumentos en el salario mínimo. Sin embargo, hay al menos dos razones por las que este aumento ha sido insuficiente: primero, el hecho de que esta medida no se aplica a la economía informal, que incluye a más de la mitad de los trabajadores y, en segundo lugar, la creciente inflación. Según los últimos datos del CONEVAL, en el último trimestre de 2021, aunque la pobreza laboral se redujo en 0.4%, del tercer al cuarto trimestre, el ingreso laboral per cápita tuvo una caída de 0.9%[5]. Y si hablamos de pobreza, de 2018 a 2020, la pobreza y la pobreza extrema aumentaron en 2 y 1.5 puntos porcentuales respectivamente[6], situación que solo empeoró con la pandemia.

En pocas palabras, la redistribución de riqueza no ha mejorado y no ha traído avances en reducción de pobreza.  

Sobre el mejoramiento de política social, la administración se ha limitado a sustituir los viejos programas de transferencia por otros nuevos, pero peor diseñados, más opacos y menos reglamentados, a la par que ha eliminado otros programas, como las estancias infantiles[7] y los comedores comunitarios, con el objetivo de aumentar los montos destinados a transferencias directas, muy probablemente con fines electorales. Sin embargo, y como ya mencioné, ahora las transferencias se reparten de manera más regresiva, por lo que ni siquiera se prioriza a los pobres.

Finalmente, y en materia de democracia, la nueva administración se ha dedicado a eliminar organismos autónomos y contrapesos, vulnerando el ya de por sí menguado orden institucional[8]. Y ya sé que ahora vendrán a decirme que esas instituciones no son la democracia. Y tienen razón. Las instituciones son solo herramientas. La democracia es la participación y gobierno efectivo y consciente de la sociedad, del pueblo. Y para que tal democracia pueda existir, aunque sea como simiente, es necesario que además de instituciones, haya libertad de organización, participación y expresión popular. Sin embargo, aquí también la 4T nos queda a deber. Frente a cualquier organización o movilización de carácter crítico, ya sea de estudiantes, mujeres[9], campesinos o periodistas[10], la respuesta del presidente es el linchamiento mediático, argumentando que tal o cual grupo está movilizado por los conservadores y negándose a tratar con ellos. En los hechos, el presidente reniega de cualquier voz crítica o de protesta, incluso si esta viene de la izquierda, y se arroga el derecho a juzgar moralmente a cualquier opositor. En los hechos, la 4T ve al pueblo mexicano como un actor pasivo que debe ser conducido, sin cuestionamientos, limitándose a aplaudir acríticamente todas las decisiones del presidente. Al respecto, resulta ilustrativo el reciente comunicado de los senadores Morenistas, quienes manifestaron su apoyo al presidente aduciendo que él encarnaba a la nación, a la patria y al pueblo, y que, por lo tanto, quien estuviera en contra de él, estaría en contra de la nación, la patria y el pueblo de México. Nada más alejado de la democracia. Y a todo esto, habría que agregar la creciente y sostenida militarización del país, donde al ejército, cada año se le otorgan más recursos y atribuciones[11].

En pocas palabras, no avanzamos a hacia una democracia social, sino que nos alejamos de ella.

Tal parece que, con el hundimiento de la economía, los malos desempeños en política social y redistribución, así como con su forma de hacer política, la 4T no es la izquierda que dice ser.

Conclusión

Ya para concluir, ¿qué es la izquierda? La izquierda es un concepto muy amplio, que puede considerar problemáticas de orden económico, político y social, entre otras, y que puede servirnos como guía para pensar nuestra realidad política. En México, por ejemplo, puede servirnos para evaluar, normativamente, los resultados de nuestros gobiernos, ayudándonos a identificar los resultados que queremos obtener y, por lo tanto, las exigencias que debemos plantearle a nuestros gobernantes. Si queremos una izquierda fuerte, que promueva las políticas de crecimiento, redistribución, bienestar y democracia que queremos tener, necesitamos plena conciencia de nuestros objetivos.


Pablo Hernández Jaime es Maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de México e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] https://www.eleconomista.com.mx/economia/Economia-mexicana-se-contrajo-0.14-durante-el-2019-confirma-el-Inegi-20200226-0019.html

[2] https://www.eleconomista.com.mx/economia/Que-es-una-recesion-tecnica-Mexico-entro-en-una-en-el-cuarto-trimestre-de-2021-20220131-0034.html

[3] https://www.datasur.com/latinoamerica-cuales-son-los-paises-que-mas-pagan-impuestos/

[4] https://www.animalpolitico.com/el-ronroneo/hechos-no-palabras-las-falsedades-en-el-informe-sobre-politica-social-en-mexico/

[5] https://www.eleconomista.com.mx/capitalhumano/Ingresos-laborales-caen-despues-de-un-ano-de-avances-pobreza-laboral-se-estanca-20220219-0006.html

[6] https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx

[7] https://www.animalpolitico.com/2019/12/estancias-infantiles-no-llega-apoyo-madres/

[8] https://www.infobae.com/america/mexico/2021/12/08/gobierno-de-amlo-sera-recordado-por-desmantelar-contrapesos-institucionales-ong/

[9] https://elpais.com/mexico/2021-09-29/lopez-obrador-acusa-a-las-feministas-de-querer-afectar-su-gobierno-y-las-califica-de-conservadoras.html

[10] https://www.animalpolitico.com/2021/03/amlo-acusa-articulo-19-financiada-empresas-extrajeras-movimiento-conservador/

[11] https://www.tabascohoy.com/mas-poder-a-militares/

Por todos lados empobrece el pueblo de México (I)

Marzo 2022

México es catalogado como un país en vías de desarrollo por el nivel de su economía y por su PIB per cápita. Sin embargo, los niveles de pobreza y desigualdad que reinan en nuestro país no reflejan la posición que tenemos en términos económicos. De acuerdo con el CONEVAL en 2020 el 43.9% de la población era pobre. No es novedad, y todos en México padecemos las consecuencias de tener casi la mitad de la población en pobreza. Ante esta situación es importante preguntarse ¿Por qué el pueblo de México es pobre si es uno de los que más horas trabaja a la semana?

No hay una sola respuesta que responda a la interrogante, pero lo que sí hay son varios hechos que muestran que la población mexicana es pobre porque por todos lados está en desventaja, en otras palabras, la “exprimen por todos lados”. En primer lugar, están el empleo y los salarios; en nuestro país la economía mexicana no tiene la capacidad de generar los empleos suficientes para todos los mexicanos que quieren trabajar. Según el INEGI en el primer mes de 2022 había 2.1 millones de personas desempleadas. Sin embargo, este indicador (desempleo abierto) no se incluye a las personas que trabajan solo unas horas a la semana. El indicador que refleja con mayor exactitud la necesidad de empleo es la Brecha laboral (suma la tasa de desocupación, la población disponible y la subocupación) que al cierre del 2021 indicaba que 15.2 millones de personas necesitaban empleo (El Economista, 2022). Y, por si fuera poco, la mayoría del empleo que se genera en México es informal (56.6% en 2021). Esto significa que el trabajador no tiene ninguna prestación. El desempleo que padecen millones de personas es una de las causas principales por las que son pobres.

Agregando al desempleo, otra vía de empobrecimiento son los bajos salarios que perciben los trabajadores mexicanos. De acuerdo con el CONEVAL, en el cuarto trimestre del 2021 el 40.3% de los trabajadores estaba en pobreza laboral, es decir, el ingreso por su trabajo no era suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria, no alcanzó para comer, es decir, fueron salarios de hambre.

Una consecuencia directa del empleo informal es la falta de seguridad social, los trabajadores no tienen derecho a servicios de salud en caso de enfermarse, ni aguinaldo, ni alguna otra prestación que por ley les corresponde a los trabajadores formales. Así, los trabajadores deben pagar con su raquítico salario los servicios que no reciben. Por ejemplo, pagar consultas y medicinas cuando uno de los integrantes de la familia enferma, pagar guardería si hay niños en la familia, entre otros gastos que la seguridad social cubre. De acuerdo con el CIEP (2021) el gasto de bolsillo en salud aumentó en 40% de 2018 a 2020 y para el 10% más pobre aumentó 68.3% en el mismo periodo. Sin duda, esto causa más empobrecimiento.

Otra consecuencia de la falta de seguridad social y de los deficientes servicios de salud que otorga el Estado es el aumento de los gastos de salud catastróficos. Se le llama así porque son gastos que hacen las familias que tienen uno o más integrantes con alguna enfermedad con alto costo derivado de su tratamiento y los medicamentos asociados, como los cuidados intensivos neonatales, los cánceres, las enfermedades metabólicas, etc., y que, provocan que los hogares empobrezcan y pierdan su patrimonio. De acuerdo con la OCDE (2019), el 5.5% de los hogares hace este tipo de gasto y con tendencia al alza. Además, durante la pandemia muchos hogares tuvieron que deshacerse de su patrimonio (casas, carros y ahorros) y endeudarse para hacer frente a la COVID-19. En 2020 el costo promedio de hospitalización en unidades privadas rondó los 350 mil pesos por cinco días, y para los pacientes que requirieron intubación el costo llegó hasta un millón de pesos, y en algunas zonas como Cancún el tratamiento llegó hasta 2 mdp por 14 días de hospitalización (El Financiero, 2020). Los hogares que tuvieron un enfermo sin duda perdieron su patrimonio o se endeudaron, es decir, cayeron en la pobreza.


Jorge López Hernández es economista por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Nuestra escuela pública

Marzo 2022

La educación no debe ser ni un privilegio ni una inversión, sino un derecho imprescindible.

La educación pública, laica y gratuita, es una de las columnas vertebrales de la ciudadanía; por dicho derecho fundamental, al menos 40 mil personas murieron, fue adquirido con el deseo y la sangre de muchos miles, pues es una de las conquistas de la Revolución Francesa, y si se deja de cultivar puede perdérsele fácilmente.

Ahora bien, el educar está necesariamente ligado a la esfera pública, ya que se trata del primer contacto de niñas y niños con la sociedad. La educación implica una confrontación con la realidad social y, en ese sentido, un camino alterno a la autoridad familiar (que, desgraciadamente, repetidas veces está llena de dogmas, irracionalidades y violencia). La educación debiera contribuir para conocer el mundo de forma libre, independiente y autónoma. Y ésta es la tarea que lleva a cuestas el gobierno, que debe garantizar a través de las leyes del Estado.

En México, desde 1988 hay una verdadera agresión a los derechos constitucionales educativos. Para desgracia de millones, los daños a la enseñanza pública se han fortalecido en los últimos tiempos. Los recortes de recursos para fortalecer el aprendizaje son cada vez mayores. En este año, no hay dinero destinado a infraestructura educativa, y recientemente eliminaron el importante programa “Escuelas de Tiempo Completo”, que beneficiaba a más de tres millones de estudiantes.

Por otro lado, los planes y programas de estudio han sido agraviados notablemente.  Delfina Gómez, la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), informó que este mes continuarán las asambleas de consultas a la ciudadanía para elaborar el nuevo marco curricular, las cuales son una especie de consulta popular de López Obrador, es decir, son una farsa que sirve para perpetuar al partido político en el poder. El marco curricular ya está establecido (puede descargarse aquí: https://bit.ly/3sFQFC5) y en las consultas a la masa lopezobradorista solo se vota a su favor, de acuerdo con Marco A. Fernández, especialista de México Evalúa.

En buena medida, la base de los nuevos planes de estudio son apuntes obsoletos que se presentan como guía de una educación popular, cuando realmente se trata de una continuación del neoliberalismo en la escuela pública. Pero eso no es lo más grave, sino la ausencia de raciocinio en la estrategia de enseñanza: se plantea, por ejemplo, que la estructura curricular de los planes de estudio pasados debe eliminarse dado que es fragmentaria y que, por tanto, divide al conocimiento, hecho que desemboca en la incapacidad de conocer la realidad integralmente. Esa argumentación es absurda, resulta difícil creer que los especialistas de la SEP no sepan que para la síntesis del conocimiento de la realidad es necesario que primero haya un análisis, y por ello es imprescindible que la enseñanza sea a través de múltiples materias, desde diversos campos de la realidad que han de conjuntarse abstractamente en el cerebro humano.

No puede agotarse cada falacia del plan de estudios 2022 en este espacio, además, ése no es el objetivo. Pero si de lo que se trata es de que la educación se adecue a la sociedad y sus necesidades cambiantes, es claro que se ha de buscar un patrón eficiente de medida para evaluar las condiciones actuales. Dicha evaluación tendría que darse a través de verdaderos especialistas y no de pretenciosos mercenarios compinchados a favor de sí mismos y en contra de formar no ya una ciudadanía crítica, sino mínimamente una ciudadanía. Preocupa que la ambición irracional disfrazada de transformación continúe los estragos a un derecho que costó años y sangre de miles de actores políticos. Una sociedad que pierde los pilares de la enseñanza pública se dirige hacia un abismo y tal parece que hacia allá nos conducirán si no somos capaces de poner un alto.  


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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