Abril 2019
El desencanto tardó en llegar menos de 100 días. Los desatinos del nuevo gobierno alcanzaron demasiado pronto a la comunidad de artistas y creadores. Atrás quedó el halo romántico: las hipótesis alentadoras de hace unos meses hoy son barridas por los hechos crudos de la nueva política cultural.
El tiempo va hablando demasiado pronto. Los rasgos distintivos del gobierno de AMLO son el insulto contra quien piense diferente, la imposición para controlar todo el poder estatal, y la política improvisada en temas delicadísimos para la estabilidad del país. Todos estos rasgos, sin excepción, ahora han llamado a la puerta de la comunidad artística.
Los desatinos siguieron uno tras otro. Cuando se anunció que Sergio Mayer, personaje con más experiencia como productor de espectáculos semi-pornográficos que como gestor cultural, presidiría la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados, se levantaron varias voces de inconformidad. La discusión de temas centrales para la comunidad de escritores, artistas plásticos, cineastas, actores y músicos quedaba presidida por una estrella de farándula. “Tampoco necesitas ser Sócrates”, decretó ante los inconformes el nuevo intelectual.
Vinieron también medidas tan publicitarias como estériles. La transformación de Los Pinos en complejo cultural despertó gran curiosidad y algarabía; a la fecha, sin embargo, no hay ningún proyecto claro sobre qué se hará exactamente ahí. La imposición de Francisco Ignacio Taibo Mahojo, escritor morenista de capacidad intelectual bastante mediana, como director del Fondo de Cultura Económica es otro caso. También despertó numerosos reclamos el hostigamiento prepotente al ensayista Daniel Goldín como director de la Biblioteca Vasconcelos, hostigamiento que provocó su renuncia.
Pero el semillero principal de inconformidad es uno: el FONCA. El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes se creó en 1989 con el objetivo de fomentar y estimular la creación artística en todas sus manifestaciones. Básicamente, el FONCA otorga a los creadores estímulos económicos que faciliten sus condiciones financieras y materiales, para que puedan desarrollar sus proyectos bajo un entorno decoroso. La inmensa mayoría de tales estímulos son, verdaderamente, bastante modestos y se otorgan por convocatoria abierta.
El hartazgo estalló hace unas semanas. La llegada a la dirección del FONCA del escritor Mario Bellatin despertó de inmediato, por boca de él mismo, graves rumores sobre la desaparición de programas. Al respecto, el FONCA lanzó una invitación abierta a un foro de consulta con la comunidad artística. El evento se realizaría en la Biblioteca de México y sería un espacio de diálogo y de escucha.
La consulta fue un desastre. El primer cuestionamiento de los asistentes fue sobre la ausencia de Mario Bellatin como director del FONCA. En seguida, el coordinador general presentó unas diapositivas perfectamente a tono con el discurso gastado de la 4T: en el FONCA también había minoría rapaz, moches, artistas fifís, corrupción, etc. Para entonces, el hartazgo de los asistentes se había transformado en franca confrontación y en abucheos, y aquello se convirtió en un verdadero sainete sin pies ni cabeza, ni propuesta, ni consulta, ni nada.
Y así vamos. Bellatin fue “renunciado” unos días después, en medio de la incertidumbre sobre cuál es, en concreto, la propuesta de la 4T en política cultural. Hoy, AMLO ha perdido el apoyo masivo de la comunidad artística.
Palos de ciego. La política cultural del nuevo gobierno es, en realidad, la misma que su política general: no hay propuestas ni rumbo fijo, pero sobran la ocurrencia y la palabrería, la imposición y el disparate.La política cultural del nuevo gobierno es la misma que su política general: no hay propuestas ni rumbo fijo, pero sobran la ocurrencia y la palabrería.
Aquiles Lázaro es promotor cultural e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
aquileslazaromendez@gmail.com