¿Estados Unidos está listo para ganar una guerra nuclear contra Rusia?

Por Anaximandro Pérez | Septiembre 2023

Un conflicto de tal tipo sería hoy una guerra con las armas más avanzadas, las que aseguran la destrucción más rápida del enemigo: los proyectiles. Implicaría una lluvia internacional de cohetes y misiles con diversas capacidades de alcance y destrucción; sus trayectorias, aéreas o submarinas, sobrepasarían las líneas de combate de los ejércitos de tierra, esquivarían muchas defensas continentales, navales y aéreas, para llegar a borrar de un solo golpe sus posibles objetivos. En unos cuantos minutos quedarían reducidas a polvo ciudades enteras, regiones económicas o centros de toma de decisiones en el territorio atacado. Frente a este tipo de escenario, muy pocas personas en el mundo han de poder decir con acierto cuáles serían las capacidades de nuestro vecino del Norte: es un asunto que normalmente no trasciende el secreto de Estado.

Por eso la pregunta que lanzo es difícil de contestar. Yo solo puedo hacer una aproximación desde algunas de las escasas noticias que llegan el público en general. Entre otras cosas, algo que sí puede saberse es que Estados Unidos cuenta, al menos visiblemente, con las fuerzas de guerra más poderosas del mundo. La información es recabada todos los años por el sitio de estadísticas militares Global Fire Power (GFP), dedicado a medir y comparar la potencia bélica de 145 naciones del mundo.[1] Siguiendo algunos detalles sobre las fuerzas armadas estadounidenses que ofrece esta página web para 2023, pueden destacarse varias cosas. Primero, el gobierno norteamericano tiene asignado un presupuesto de defensa $762,681,000,000 dólares, el más alto del mundo (el número dos en el ranking de dineros es China, con su presupuesto de $230,000,000,000 dólares). En segundo lugar, GFP estima un personal total de 2,402,207 individuos al servicio de la fuerza aérea (660,107), del ejército de tierra (1,010,500) y de la fuerza naval (731,600); de ellos, 1,832,000 constituirían el personal militar total. Además, el 36.5% de la población de la Unión Americana (alrededor de 123 millones de habitantes) está “lista” para el servicio militar. En tercer lugar, las estadísticas arrojan que el país poseería alrededor de 13,300 vehículos aéreos, de los cuales el 32.4% son aviones o helicópteros para hacer fuego o bombardear; asimismo, tendría 303,553 vehículos blindados de combate, 5,500 tanques de guerra y 4,055 vehículos o dispositivos más de artillería pesada, lanzamisiles, entre otras cosas, y contaría con una cifra adicional de 484 barcos, botes y submarinos de guerra, entre los cuales destacan por su importancia 92 destructores, 68 submarinos y 22 corbetas y 11 portaviones.[2]

Además de todo lo anterior, es sabido que los norteamericanos poseen uno de los arsenales nucleares más grandes del mundo. Ciertamente, los números reales de las potencias nucleares no son públicamente conocidos; jamás ha sido expuesto en toda su amplitud ese tipo de armamento por ninguno de los países que lo poseen. Aunque hay algunas evaluaciones que permiten aproximarse el asunto. En concreto, me refiero a los estudios estadísticos que publican organismos como el Instituto Internacional de Estudios sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). Este instituto publicó en su sitio web que en este 2023 el arsenal nuclear destinado al uso militar se compondría por 9,576 ojivas o cabezas nucleares, de las cuales el 86% están en manos de Rusia (4,489) y EE.UU. (3,708). Al mismo tiempo, el SIPRI estima que los estadounidenses tienen listas para ser empleadas inmediatamente 1,770 cabezas nucleares, instaladas en misiles o en manos de sus fuerzas operacionales. Rusia tiene 1,674 ojivas distribuidas, para ese mismo efecto guerrero, en misiles o entre sus ejércitos.[3] Evidentemente, estas armas estás emplazadas en los lugares que cada potencia considera interesantes para sus fines estratégicos.

En resumen, en notable que el poderío militar y nuclear de los yanquis que resumen GFP y el SIPRI les permitiría desplegar una ofensiva multifacética contra cualquier enemigo singular o grupal. Incluso, por sus números podría presumirse que podrían lanzar ataques simultáneos contra Rusia, China, Europa y varios países más, haciendo matazones con su personal, sus vehículos, sus proyectiles, y erradicando a algunos contrincantes mediante sus cabezas nucleares. Pero incluso con esas estadísticas tan detalladas queda sin solución la pregunta inicial. ¿Qué haría EE.UU. si por ejemplo Rusia, segunda potencia militar, decidiera enviar sus modernos misiles balísticos intercontinentales, equipados con sendas cargas nucleares, en contra de su territorio continental, en contra de Nueva York, Los Ángeles y Washington, por imaginar algunos objetivos en concreto? ¿Puede defenderse nuestro vecino?

Es posible que los elementos resumidos anteriormente lleven al lector a pensar que los aparatos militares estadounidenses, superiores en número, podrían repeler un ataque de esa naturaleza. Sin embargo, el coronel Douglas MacGregor, quien fuera asesor militar de defensa bajo del gobierno de Donald Trump, es decir, un conocedor nada improvisado de las capacidades militares reales norteamericanas, piensa diferente. Opina que tal capacidad militar es únicamente visible, pues su nación no tiene hoy la potencia suficiente para someter los alcances militares de la Federación Rusa (ni los de China). Lo expuso largamente el 21 de agosto de 2023, cuando lo entrevistó en Twitter (o X) un antiguo presentador estrella de Fox News, Tucker Carlson.[4] La plática profundiza en varios asuntos de gran interés, pero aquí me limitaré a recuperar algunas de las cosas dichas sobre el medio militar.

En primer lugar, el coronel declara ante su interlocutor que Rusia, obligada a avanzar hacia Europa por la cerrazón de Occidente, está lista desde hace tiempo en Ucrania para rechazar, o enfrentar de igual a igual, cualquier ataque directo por parte de tropas de EE.UU. (ya sea solas o combinadas con los demás miembros de la OTAN). En cambio, “nosotros”, acepta Macgregor, “no estamos listos para combatir a los rusos”. Carlson pregunta, entonces, “¿Por qué?” y el coronel expone a continuación varias razones que asisten su aseveración. Dice, por ejemplo, que el ejército de la Unión Americana (al igual que los que componen la OTAN) no está disciplinado, ni suficientemente cohesionado, y tampoco está acostumbrado a combatir a un enemigo de igual a igual en un conflicto a gran escala. Más bien, los marines y demás soldados han dedicado sus días a enfrentarse contra fuerzas muy inferiores, contra países débiles (como Irak), contra guerrillas cuya mayor efectividad consiste en pequeñas explosiones. En una palabra, el ejército estadounidense ha marchado contra combatientes que “corren en sandalias con un AK-47”.[5]

Asimismo, señala el coronel, el americano no es un ejército moderno. En su opinión, ha envejecido –acaso en la confianza imperial del final de la Guerra Fría– como un motor de 500 caballos de fuerza que degenera progresivamente hasta convertirse en un motor de 100 caballos de fuerza. En ese sentido, ilustra, los tanques estadounidenses que en 1990 eran el paradigma mundial de la tecnología siguen siendo empleados en combate hoy, a pesar de que están desfasados y no son capaces de eludir los modernos sistemas de detección espacial –como los que emplean los rusos para dominar toda la superficie y el espacio aéreo de Ucrania. En términos tácticos, reconoce el entrevistado, nuestra capacidad “se ve mucho como se veía en la Primera Guerra Mundial, porque cualquiera que se mueva” con armamentos sin actualizar “puede ser identificado y asesinado”.[6]

Frente al desfase tecnológico de su nación, admite que Rusia tiene sus industrias y sistemas militares funcionando las 24 horas de los 7 días de cada semana, produciendo y empleando tecnología de punta en el terreno. De ahí que para EE.UU. constituya una complicación mayúscula –por no decir una locura– tomar la decisión de entrar ahora en una guerra convencional contra los rusos. Si su país se viera en tal aprieto en Ucrania “tendríamos” la salida, razona Macgregor, de la “disuasión nuclear” o lo que es lo mismo, la necesidad de emplear “un arma nuclear táctica”, una pequeña “nuke”, que advierta a los rusos que, si no quieren una bomba más grande, no han de avanzar más hacia Occidente. No obstante, cumplir tal necesidad sólo causaría una escalada que terminaría en la guerra nuclear total, lo que en realidad, concluye el coronel, deja como la única salida razonable para el gobierno norteamericano actual la de “terminar esta guerra”.[7]

Esto me permite regresar a la guerra de misiles. Sobre este particular, Macgregor recupera que Rusia es la campeona en este dominio desde hace décadas. Los rusos “fueron los primeros, en los 1970, en entender lo crítico que era enlazar inteligencia, vigilancia, reconocimiento en el espacio, así como en la tierra y en el mar, con las armas de ataque” (strike weapons), esto es, “con cohetes, misiles, artillería guiada para precisión (for precision). Ellos hicieron eso extremadamente bien”. Por eso, añade, Rusia cuenta “con miles de armas de ataque, cientos de lanzacohetes, cientos de lanzamisiles, cientos de lanzadores balísticos, misiles de crucero, etc.” Todo ese aparato de bombardeo táctico y estratégico está conectado instantáneamente con los sistemas de reconocimiento espacial rusos, de manera que cualquiera de sus lanzamientos alcanza en algunos minutos, con precisión, su objetivo.[8]

Ahora bien, si ese sistema de lanzamientosreconocimiento espacial es proyectado directamente sobre EE.UU., a miles de kilómetros de distancia de las plataformas de lanzamiento de Rusia, ¿qué podría pasar? Macgregor lo resume muy bien: tal vez Norteamérica tiene más personal, más vehículos, barcos y submarinos, pero eso sólo es cuestión de un número alcanzable de objetivos concretos, que ha de destruir el rival tecnologizado; asimismo señala, “podremos tener mejores vehículos aéreos, pero no tenemos muy buenas defensas aéreas. Hemos dejado de lado las defensas aéreas y antimisiles por años. En el ejército siempre trataron el teatro y las defensas aéreas como una especie de hijastro pelirrojo [sic], porque no hemos combatido con alguien que nos obligue a defendernos de ataques aéreos o de misiles. Bueno, esos días se acabaron”.[9]

En otras palabras, dice, si el gobierno de Joe Biden insiste en hacerle la guerra a Rusia en Europa centro-oriental, la guerra “nos va alcanzar aquí, en los Estados Unidos. La gente no está pensando en eso”.[10] Es decir, Rusia no va a arder sin antes dejar destruido a su enemigo americano. En otras palabras, ensayando una respuesta a la pregunta puedo decir que a pesar de sus números impactantes y la incansable propaganda de superioridad militar estadounidense que invade nuestras cabezas, nuestro vecino del Norte no está preparado para ganar esta guerra. En ningún escenario inmediato podría ganar un conflicto nuclear contra Rusia. Si el choque ocurre, EE.UU perdería o su participación provocaría la destrucción del mundo entero.


Anaximandro Pérez es maestro en Historia por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

[1] https://www.globalfirepower.com/

[2] Todo eso puede verse en la página dedicada a Estados Unidos por GFP, en ibidem.

[3] Todo esto puede observarse en el artículo del SIPRI del pasado 12 de junio, publicado en su sitio: https://www.sipri.org/media/press-release/2023/states-invest-nuclear-arsenals-geopolitical-relations-deteriorate-new-sipri-yearbook-out-now. En realidad no es lo mismo el arsenal destinado al uso militar que arsenal total; la estimación de este último en realidad alcanzaría hoy las 12,512 ojivas y sus mayores propietarios serían Estados Unidos (5,244) y Rusia (5,889). Esto se encuentra en la misma fuente. 

[4] Véase en https://twitter.com/TuckerCarlson/status/1693761723230990509?s=20.

[5] Cfr. con Ibidem.

[6] Ibidem.

[7] Ibidem.

[8] Ibidem.

[9] Ibidem.

[10] Ibidem.

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