Por Citlali Aguirre | Junio 2023
En estas semanas más de 100 municipios de México han experimentado temperaturas muy altas: 13 estados han superado los 45°C, lo que ha provocado casos de deshidratación y defunciones. ¿A qué se debe esta ola de calor? Los especialistas han apuntado a una combinación entre el fenómeno del Niño y el calentamiento global. El fenómeno del Niño es un evento climático y oceánico que se caracteriza por el calentamiento anormal de las aguas del océano Pacífico central y cercano al ecuador. Este fenómeno se produce de manera irregular, generalmente cada 2 a 7 años, y tiene una duración de varios meses a un año.
El calentamiento global es un fenómeno global, de todo el planeta, con causas complejas e históricas que no abordaré en este escrito por cuestiones de espacio. Los patrones climáticos se manifiestan y cambian a escala global, pero también a escala regional y en pequeña escala (microclimas). En este sentido, existen alternativas que podrían combatir las altas temperatura y la disponibilidad de agua en el corto y mediano plazo. Estas medidas no se han instrumentado en México, los pocos proyectos han sido sumamente aislados sin resultados en el combate a la emergencia climática.
Urge un plan de reverdecimiento de las ciudades. Seguramente, durante las extenuantes jornadas todos hemos parado bajo la sombra de un árbol para refrescarnos y hemos constatado como la vegetación genera microclimas más frescos en comparación con los sitios expuestos directamente al sol. Desafortunadamente, las grandes ciudades experimentan temperaturas más altas que las zonas rurales debido a densidad de la infraestructura, edificios altos, calles asfaltadas y edificios de concreto, materiales que absorben y retienen el calor durante el día. Ciudades como Singapur en Singapur, Curitiba en Brasil, Copenhague en Dinamarca y Portland en Estados Unidos han creado proyectos importantes de reverdecimiento que pudieran informar el reverdecimiento de las urbes mexicanas.
Necesitamos un programa nacional de captación de agua para captar este recurso en periodos de lluvia e inundación y utilizarla en periodos de escasez. Grandes ciudades como Tokio, Japón, cuentan con cisternas gigantes subterráneas que almacenan el agua y luego la distribuyen cuando es necesaria. Existen diversos sistemas de captación de agua como pozos, cisternas, azoteas verdes, zanjas, canales artificiales, centros de desalinización, etc., que podrían implementarse de acuerdo a las condiciones de cada sitio, al espacio disponible y a la densidad poblacional. De hecho, México tiene mucho potencial para aplicar el proceso de desalinización de agua de mar, debido a su larga superficie costera.
Urge también un plan de adaptación al cambio climático focalizado en las zonas costeras, que son las más vulnerables a los huracanes y a las inundaciones producto del incremento del nivel del mar. ¿A dónde irán a vivir los cerca de 16 millones de mexicanos que viven en los litorales y que ya han comenzado a sufrir las consecuencias de huracanes más intensos e inundaciones prologadas cuando sus terrenos se vuelvan inhabitables?
Es necesario un programa nacional masivo de restauración de ecosistemas terrestres y marinos articulado por los tres niveles de gobierno que involucre a las ciudadanía, provea fuentes de empleo y estímulos económicos. La restauración de ecosistemas terrestres servirá para mitigar el cambio climático, retener la humedad y recargar los acuíferos. La restauración de ecosistemas marinos como arrecifes y manglares servirá para recuperar las barreras que de manera natural protegen las costas de inundaciones y huracanes.
También es necesario situar la crisis ecológica y climática en el centro de la vida política y de la educación mexicana. Los mexicanos debemos darle más importancia a la cuestión ecológica porque de ello depende nuestra sobrevivencia y bienestar. Debemos exigir propuestas serias a los gobernantes y aspirantes a cargos públicos; sobre todo, debemos estar vigilantes al cumplimiento de estas, de ello depende nuestra salud, la disponibilidad de alimentos y los ingresos económicos de millones de mexicanos. Los ciudadanos debemos de dejar de tirar la basura en las calles, porque la basura contribuye a las inundaciones bloqueando las ya de por sí deficientes instalaciones de drenaje. Si no existen sistemas de recolección y manejo adecuado de la basura hay que exigirlo a las autoridades, porque esa es una tarea que corresponde a los gobiernos. También a ellos corresponde regular a las empresas privadas y estatales que utilizan y contaminan los recursos naturales de nuestro territorio.
En resumen, las acciones necesarias para combatir los problemas ecológicos y climáticos tienen que venir tanto de arriba como de abajo; es decir, tanto de los que toman las decisiones (nuestros gobernantes) como de nosotros, la sociedad civil. Los proyectos de mayor alcance, con efectos más significativos para combatir el cambio climático necesariamente tienen que ser programas nacionales, estatales y municipales, proyectos a gran escala. Pero ahí donde los ciudadanos podamos organizar o participar en proyectos de recuperación, limpieza, concientización, etc., debemos hacerlo también. Si nos cruzamos de brazos a esperar que el gobierno tome medidas cuando le venga en gana nos rebasarán los problemas, pues los efectos de la emergencia climática ya están en nuestra puerta. Tenemos que hacer lo que podamos como individuos en nuestras casas, escuelas y colonias pero, sobre todo, debemos exigir a nuestros gobernantes que tomen con seriedad la emergencia climática y aceleren la aplicación de políticas climáticas efectivas.
Citlali Aguirre es maestra en Ciencias Biológicas por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.