Introducción a la música de Ligeti

Por Aquiles Lázaro | Junio 2023

Discutíamos recientemente cuáles son los mecanismos, desde el punto de vista social, que hacen que la figura de un artista se asiente en el imaginario popular. No me refiero a las estrellas del espectáculo, sino a quienes se desempeñan en las llamadas bellas artes. Nos preguntábamos, pues, cómo es que nombres como Van Gogh, Beethoven o Frida Kahlo llegaron a ser prácticamente por todas y todos conocidos.

Es por eso que me satisface enormemente constatar que he asistido, parcialmente, a uno de esos lentísimos y raros procesos: el caso del compositor húngaro György Ligeti (1923-2006).

Es ilustrativo entender la historia del arte como una constante depuración de nombres, corrientes, obras, etc. De los artistas hoy célebres, apenas un puñado será recordado después de, digamos, trescientos años. La gran mayoría serán devorados por el olvido colectivo; solo sobrevivirán a la marcha del tiempo aquellos cuyo trabajo siga despertando interés en las generaciones futuras de artistas, investigadores y críticos.

Creo que Ligeti ha entrado, bastante pronto visto en perspectiva histórica, en ese selecto grupo. Y yo, personalmente, siento una obligación moral y política de difundir su trabajo entre toda persona con curiosidades intelectuales y culturales. Por eso, este brevísimo texto no pretende nada más que una primera aproximación, más o menos somera, dirigida principalmente a personas que no son especialistas en música. Comencemos.

El lugar común cada vez más obsoleto de que durante el siglo xx el arte “se descompuso” se ha nutrido también de lo que pasó en la música. El rompimiento con la tradición clásico-romántica comenzó bien temprano, con las revoluciones de Arnold Schönberg, Claude Debussy o Igor Stravinski. Pero la explosión posterior de istmos y escuelas fue verdaderamente abrumadora. Durante la segunda mitad de la centuria surgieron otras figuras de gran influencia, que se disputan todavía la preponderancia como figura central: Iannis Xenakis, John Cage, Karlheinz Stockhausen, Pierre Boulez, György Ligeti. A mi juicio, quizá prematuro, este último ha ganado la carrera.

Según Wikipedia, Ligeti “no solo es conocido en los círculos musicales clásicos, sino también por el gran público”. Por su parte, Chat GPT aclara que “aunque inicialmente su música fue recibida con cierta controversia y no fue ampliamente conocida por el gran público, Ligeti se hizo famoso gracias a varias razones”. Es cierto. La experimentación constante de Ligeti, el no quedar nunca satisfecho consigo mismo y criticarse constantemente, lo llevaron a crear una música variada y compleja.

Este año el compositor, muerto en Viena en 2006, cumpliría cien años. Como conmemoración, instituciones y orquestas de todo el mundo han programado ciclos de conciertos con su música, también en México. Para el lector interesado, me gustaría dejar una lista con cinco obras representativas, cada una con una brevísima reseña:

1. Seis bagatelas para quinteto de vientos (1953). Esta es, a mi juicio, una de las obras más accesibles del catálogo maduro de Ligeti. Se trata una instrumentación para un conjunto de cinco instrumentos de seis piezas breves, todas ellas contenidas en su célebre obra para piano Musica ricercata.

2. Musica ricercata (1953). Quizá la obra más popular de Ligeti, se trata de una colección de once piezas para piano construidas mediante un procedimiento particular y original: la primera pieza tiene solo dos notas, la siguiente solo tres, la siguiente solo cuatro, y así sucesivamente. La obra ha gozado de gran popularidad entre los pianistas desde hace varias décadas.

3. Artikulation (1958). Esta breve y curiosa pieza es ya una obra clave en la historia de la música electrónica. De apenas 3 minutos y 43 segundos, Artikulation da cuenta del particular imaginario sonoro de Ligeti; la obra revela, además, la enorme influencia que tuvo la música electrónica en la concepción de sus obras mayores posteriores.

4. Poema sinfónico para 100 metrónomos (1962). Alguien describió a Ligeti como un maestro en el arte de sorprender. Esta peculiar obra, quizá la más extravagante, fue resultado del efímero contacto del compositor con el célebre grupo Fluxus. La pieza consiste en echar a andar cien metrónomos mecánicos, cada uno a una velocidad diferente, hasta que eventualmente se les acaba la cuerda y se detienen uno por uno.

5. Atmósferas (1961). Si se tuviera que elegir una sola pieza para representar toda la obra de Ligeti, Atmósferas sería una buena candidata. En esta pieza orquestal de unos nueve minutos, el compositor desarrolla algunas de sus ideas musicales más originales. El título mismo da una guía para la audición: se trata de una pieza contemplativa, lenta, en la que quien escucha debe sumergirse en la atmósfera sonora que se le presenta. La pieza se hizo especialmente popular debido al uso no autorizado que Stanley Kubrick hiciera de ella en su famosa 2001: Odisea del espacio.

Aunque no soy un experto, muchas veces mis colegas y mis compañeros me preguntan cómo acercarse al arte contemporáneo o al arte del siglo xx. En la música, pienso que Ligeti es una excelente carta de presentación.

Desde el punto de vista técnico, se trata de una música extremadamente compleja, que sigue despertando la curiosidad y el interés de los círculos académicos; pero esa característica la cumplen sin problema otras decenas de compositores del siglo pasado. Sin embargo, de algún modo algo enigmático, la música de Ligeti también le habla al gran público, y esa fuerza expresiva que toca fibras colectivas es mil veces más importante que la complejidad de las técnicas.


Aquiles Lázaro es promotor cultural e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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