Infancia ilegítima: la lamentable situación de las niñas y los niños mexicanos

Por Betzy Bravo | Abril 2023

Los niños y las niñas no escapan a la situación general de sus familias y de la sociedad, que es deplorable desde hace muchos años. Ya en el siglo XIX dicho sector era obligado a trabajar desde muy temprana edad, realizaba jornadas de diez, doce e incluso dieciséis horas al día, en las fábricas de lana y de algodón. En algunos casos, según narra Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra, se veían obligados a dormir en alojamientos cercanos a las fábricas; cuando los niños del turno de día culminaban su jornada, eran inmediatamente reemplazados en sus puestos por los niños que trabajaban en el turno de noche.

A pesar de que se instituyó el “salario familiar” para mejorar las condiciones de vida de las familias, sólo una minoría ha podido realizar el ideal de una vida familiar adecuada; las largas horas de trabajo no permiten a las familias brindarse “tiempo de calidad” ni mucho menos resolver suficientemente las mínimas necesidades básicas. Padres y madres de familia trabajan largas horas, ya sea en turnos diurnos o nocturnos, y es casi un enigma la forma en que sobresalen de las crisis.

El capitalismo, con las injusticias que le son intrínsecas (explotación infantil, desigualdad económica, pobreza, etc.) no atiende el desarrollo social humanitario, éste no es una prioridad; así se ha destruido la vida de cada familia. En el Manifiesto comunista, Marx y Engels llamaron la atención en este sentido: ¿son estos los sagrados lazos familiares que corren peligro de ser rotos por los comunistas? —Preguntan irónicamente Marx y Engels a los capitalistas, pues, desde hace mucho tiempo, el proletariado perdió su núcleo familiar; si alguien lo tiene, es más bien una casualidad, no se trata de la norma.

Lamentablemente, la situación de las familias, de los niños y las niñas, ha cambiado poco en relación con los tiempos de Marx, sobre todo en el Sur Global. A nivel mundial, existe una prohibición legal del trabajo infantil, pero de facto, casi 250 millones de niñas y niños son todavía explotados y obligados a trabajar para sobrevivir (73 millones de ellos tienen menos de 10 años) y 8 millones son esclavos o forzados a prostituirse, según la Organización Internacional del Trabajo. De acuerdo con la UNICEF, en México, dicho sector representa el 35% de la población, con casi 40 millones de individuos. Más de la mitad de ellos (51.1%) se encuentra en situación de pobreza, en comparación con el 39.9% de la población en general. Además, la pobreza afecta de manera desproporcionada a las niñas indígenas, lo que pone de manifiesto las grandes desventajas que enfrenta esta población desde temprana edad. Organismos internacionales han resaltado que la pobreza en general tiene características que requieren una atención urgente, ya que puede convertirse en una situación permanente con consecuencias irreversibles para el desarrollo físico y cognitivo de la niñez. Además, la pobreza infantil puede implicar el abandono escolar, una mayor mortalidad por enfermedades prevenibles o curables y falta de acceso a una dieta adecuada y suficiente —rasgo fundamental para sentar importantes bases del futuro de cada persona, pues en dicha etapa el cerebro requiere que haya buena alimentación, ya que se desarrolla rápidamente y se experimentan intensos procesos de maduración física, emocional y cognitiva—. Por otro lado, de acuerdo con el INEGI, en 2020 en situación de calle estaban alrededor de 9,500 niños, niñas y adolescentes, expuestos a riesgos como la explotación laboral y sexual, atropellamientos vehiculares, así como la adicción de drogas o el tráfico de las mismas. Las niñas y adolescentes que viven en la calle enfrentan la posibilidad de embarazos no deseados o de contraer enfermedades de transmisión sexual, situación agravada por la falta de acceso a servicios de salud y anticonceptivos. Estos son solamente algunos rasgos de la crisis que atraviesa cada día buena parte de la población más joven de nuestro país.

Esto ha reducido a niños y niñas a su mínima expresión, a desarrollar sus capacidades de forma limitada. En estas condiciones, es casi imposible que la niñez pueda desenvolverse saludablemente, se ve obligada a vivir bajo el yugo de un sistema social putrefacto. La realidad lamentable de la infancia mexicana recuerda, por un lado, que éste es uno de los sectores más olvidados y más injustamente tratados por las ineficaces políticas del Estado y la decadencia del sistema; y, por otro lado, que es necesaria la reconfiguración de la clase política y del sistema económico.


Betzy Bravo es licenciada en filosofía por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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