Naturaleza, humanidad y capitalismo

Abril 2023

Los daños que el hombre ha generado a la naturaleza son innegables y una de sus expresiones más acabadas es el cambio climático. De acuerdo con datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el cambio climático y sus efectos se intensificaron de 2015 a 2019, al grado que se presume que fue el quinquenio más cálido jamás registrado; adicionalmente, la concentración de gases de efecto invernadero han aumentado a niveles sin precedentes, confirmando una tendencia al aumento en el futuro (Organización Meteorológica Mundial 2019). De acuerdo con Quiggin, Daniel, Kris De Meyer, Lucy Hubble, y Antony Froggat (2021), se estima que para 2050 alrededor del 40% de las tierras cultivables a nivel mundial estarán expuestas a sequías graves cada año y el rendimiento de los cultivos se verá disminuido, además, por la reducción de la duración de los cultivos y el estrés térmico. Las sequías causadas por el cambio climático provocarán escasez de agua, que en la actualidad se presume que es una de las causas ambientales más importantes de mortalidad prematura, ya que afecta el saneamiento y la alimentación de la población. Para 2040 se estima que casi 700 millones de personas al año estarán expuestas a este tipo de catástrofes naturales por al menos seis meses (Quiggin, y otros 2021).

Ante esta problemática debemos cuestionarnos si la existencia del hombre en general requiere forzosamente de la devastación de los recursos naturales, o si más bien el que se miren así las cosas es por la reproducción del hombre en el modo de producción capitalista. En este sentido, el objetivo del presente ensayo es analizar, desde una perspectiva marxista, la relación que hay entre el hombre y la naturaleza y mostrar que ésta no tiene que ser forzosamente una relación de exterminio, pero que si se presenta así en la actualidad, ello se debe al modo de producción capitalista en el que vivimos. El ensayo estará conformado de tres partes. En la primera se abordará de manera general la relación que hay entre la naturaleza y el hombre en Marx; en la segunda se explicará brevemente cómo la lógica de acumulación capitalista hace que entre en “conflicto” la reproducción de la naturaleza y la reproducción del hombre en el modo de producción capitalista; finalmente, en tercer lugar, se darán las conclusiones.

Hombre y naturaleza en Marx

De acuerdo con Grundmann (1991), algunos académicos con tendencias marxistas afirman que el marxismo se ha centrado más en la explotación del hombre por el hombre y que se ha dejado a un lado el problema de la dominación violenta de la naturaleza por el hombre. Por ejemplo, Bobbio (1987) sostiene que el tema central del marxismo, que es la explotación del hombre por el hombre, ha perdido vigencia porque en la actualidad las relaciones de opresión entre hombres ya son inadmisibles moralmente, que ahora se debe reclamar la eliminación de la cosificación de la naturaleza y que deje de ser explotada por el hombre. Éste autor y Giddens ven el problema en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la dominación de la naturaleza. Adicionalmente, muchos intelectuales de izquierda se han dejado seducir por la idea de reducir la crítica al sistema a la crítica “ecológica”, y plantean, incluso, que debiera sustituirse el objeto de la historia, cambiando de la lucha de clases por la lucha entre el hombre y la naturaleza. Todas estas posiciones cambian su orientación de clase por la defensa de la naturaleza y quieren analizar todo desde un punto de vista “ecocéntrico” (Grundmann 1991).

Martínez Alier y Schlupman (1991) en el apartado XIII de La ecología y la economía sostienen que en Marx y en los pensadores marxistas no hay un análisis de la reproducción humana que tome en cuenta una economía basada en recursos agotables. Argumentan también que la economía marxista ha dado un tratamiento a la cuestión de los recursos naturales más bien “ricardiano” –es decir, que solo importa la distribución de los recursos y no la obtención de ellos– y que los esquemas de reproducción simple y ampliada de Marx dejaron de lado el problema de la disponibilidad de recursos naturales y su capacidad para limitar todo tipo de reproducción humana. Además, sostienen que hay una ausencia de preocupación por la asignación intertemporal de los recursos agotables entre generaciones. Es decir, que desde el marxismo no se entabló un diálogo entre la producción y el cuidado de los recursos naturales (Martínez y Klaus 1991). 

Sin embargo, deberíamos pensar: ¿está peleada la lucha por la eliminación de la explotación del hombre por el hombre con la lucha por frenar la devastación de la naturaleza? ¿Acaso la liberación del hombre no implica una mejor relación entre el hombre y la naturaleza? A pesar de que Marx no escribió explícitamente sobre este problema, se puede reconocer qué pensaba sobre la relación entre el hombre y la naturaleza a través de varios de sus escritos. En el capítulo cinco de El capital se analiza esta cuestión.

Marx comienza con el proceso de trabajo, que es el momento en el que entra en acción la relación hombre-naturaleza mediante la actividad trabajo. Este proceso es transversal a todas las formaciones sociales porque es la forma en que el hombre social se organiza para producir los objetos que le son necesarios para sobrevivir, es decir valores de uso. En este proceso intervienen diversos factores: en primer lugar está el objeto de trabajo que se transforma en el valor de uso, y puede ser algo previamente modificado por el hombre o simplemente un objeto tomado de la naturaleza sin previa modificación; en segundo lugar están los medios con los que se trabaja, que van desde las condiciones necesarias para que se pueda producir, como la luz o electricidad, hasta las herramientas necesarias para  modificar los objetos de trabajo, como un martillo o una máquina de coser; en tercer lugar está el trabajo, que es la acción que realiza el hombre, mediante los medios de trabajo, para transformar los objetos de trabajo en valores de uso.

Como decía Marx, retomando a William Petty, la naturaleza es la madre de la riqueza y el trabajo es el padre. Todos estos elementos que intervienen en el proceso de trabajo, donde se crean los valores de uso, provienen de la naturaleza: “[…] La tierra es su despensa primitiva y es, al mismo tiempo, su primitivo arsenal de instrumentos de trabajo” (Marx 1946, 132). La propia tierra que es empleada para cultivar el alimento y los animales domesticados, desempeñan un papel fundamental como instrumentos de trabajo. En este sentido, el medio general de trabajo de la especie humana es la tierra misma, es la que da al obrero los objetos para producir y a su actividad, el trabajo, el lugar donde desempeñarla. Es decir que toda la sociedad no podría sobrevivir sin la naturaleza porque no tendría manera de abastecerse para poder satisfacer sus necesidades, desde las fisiológicas hasta las más propias del capitalismo moderno como un teléfono o un coche (Marx, 1946).

Sin embargo, esta no es la única razón por la que el ser humano necesita de la naturaleza. El trabajo, dice Marx, es un proceso que se da entre la naturaleza y el hombre, donde éste último realiza, regula y controla mediante su propia acción, su intercambio de materias con la naturaleza. El hombre con su trabajo transforma la naturaleza y a la vez se transforma a sí mismo, modifica su propia naturaleza porque desarrolla sus potencialidades físicas e intelectuales, sus capacidades creativas y todo su ingenio. La naturaleza del trabajo que realiza el hombre es lo que lo hace diferente de otros animales, que es que el trabajo que se efectúa es previamente pensado: “[…] Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso ya existía en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal” (Marx 1946, 131). De esto se deduce que la naturaleza no solo es la fuente de abastecimiento de recursos para el ser humano, sino que también es condición necesaria para que él mismo pueda desarrollarse plenamente, puesto que le permite realizar la actividad trabajo que lo diferencia de otros animales y, además, le permite desarrollarse como especie.

De acuerdo con Grundmann (1991), lo que importaba a Marx era el desarrollo personal de los seres humanos; en este sentido, cuando se refiere al desarrollo de las fuerzas productivas no se refiere a su progreso per se, sino a un progreso en un sentido amplio, es decir, como un proceso de despliegue de la autorrealización humana. Esto descarta la idea de una relación de exterminio y sometimiento violento de la naturaleza a las necesidades del hombre, puesto que de esta forma estaría violentando el medio que necesita para realizar el trabajo que lo hace ser humano y de donde puede abastecerse para satisfacer sus necesidades. La relación naturaleza-hombre no es de “conflicto o armonía”, y no puede pensarse así porque en realidad el hombre siempre está en unidad y transformación con la naturaleza, como Marx dice en La ideología alemana. Esta unidad del hombre con la naturaleza siempre ha existido en todas las épocas y siempre cambia en éstas su forma de relacionarse dependiendo del desarrollo de la industria. La naturaleza en Marx no es antropomorfa y no tiene un fin en sí misma, es el hombre quien le impone sus fines, pero para ello debe respetar las leyes de la naturaleza. Dominación no implica violación. Como diría Grundmann citando a Bacon: “El hombre, siendo el siervo e intérprete de la naturaleza, puede hacer y entender tanto y tanto como haya observado de hecho o de pensamiento el curso de la naturaleza, más allá de esto no sabe nada ni puede hacer nada. Es decir, el hombre impone sus fines a la naturaleza, pero no puede encauzar o manipular la naturaleza de forma arbitraria” (Grundmann 1991, 62).

En este sentido, una preocupación por la naturaleza de Marx se refleja en que la considera como el cuerpo inorgánico del hombre, con el que debe permanecer en continuo intercambio si no quiere morir. Cualquier uso despreocupado de los recursos, cualquier contaminación de la tierra que supere un determinado grado puede resultar perjudicial para el bienestar del ser humano (Grundmann 1991).

La naturaleza y la lógica de acumulación capitalista como reproducción del hombre

En el proceso de trabajo capitalista tiene que haber, forzosamente, un proceso de valorización, que es un proceso continuo de creación y aumento de plusvalía. En el proceso de producción de mercancías los valores de uso se producen pura y simplemente porque son encarnación material del valor, materializado por el trabajo, que es lo que les permite intercambiarse. 

El capitalista persigue dos objetivos: producir un valor de uso y que su mercancía cubra y rebase la suma de valores de las mercancías invertidas en su producción, es decir, que exista una cantidad de plusvalía creciente. No le basta, por tanto, producir valores de uso, ese además no es su objetivo, sino valor. En este sentido, la producción a nivel social estará determinada por la necesidad de valor de los capitalistas y no por la satisfacción de las necesidades reales de la sociedad. La relación de unidad y transformación entre el hombre y la naturaleza de la que hablábamos en la primera parte de este escrito se convierte en una relación de dominación violenta, dictada por las relaciones sociales de producción que en el capitalismo son de explotación.

En el capitalismo, donde el proceso de trabajo se convierte en proceso de valorización, ocurren dos cosas. En primer lugar, la mejora en las técnicas de producción y la profundización de la división del trabajo permiten que cada trabajador se especialice en una parte muy pequeña de todo el proceso de producción, reduciendo así el valor de los conocimientos del trabajador sobre el proceso de realización de un producto y, por tanto, éstos se vuelven remplazables. Ya no es necesario distinguir entre trabajadores con base en sus habilidades para realizar un trabajo concreto, ya solo interesa el hombre como creador de valor. Ocurre lo mismo con la naturaleza; aquí ya no se trata de la calidad de la naturaleza, sino pura y exclusivamente de su cantidad, ahora solo interesa en cuanto a que absorbe y asimila una cantidad determinada de trabajo y se le impregna valor. No interesa en absoluto la circunstancia del objeto sobre el que recae el trabajo; solo interesa en lo que se convertirá (Marx, Capítulo V, El Capital 1946). En segundo lugar, el trabajo deja de ser una actividad previamente pensada por quien la realiza, puesto que ésta decisión le es impuesta por quien compra su trabajo, por el capitalista. Además, el trabajador ahora desconoce el mismo proceso de trabajo y se resigna a hacer la actividad mecánica que le asignan, como mover una palanca, alimentar una máquina, etc. 

El problema de minimizar el papel de la naturaleza en el capitalismo atraviesa todos los ámbitos de la vida moderna. Esto se evidencia aún más en la forma en que los académicos conciben el proceso de producción. Como mencionan Hinkelammert y Mora (2016) en el Capítulo IV de su libro Hacia una economía para la vida, la teoría neoclásica analiza la producción únicamente tomando en cuenta aspectos meramente técnicos y lineales. Se pierde de vista que la reproducción y el desarrollo del hombre es la razón de ser del proceso productivo, y los elementos que hacen posible la vida del productor son, a la vez, el objetivo del proceso de trabajo. En la teoría neoclásica por ninguna parte se hace referencia a la subsistencia del productor y las horas de trabajo son vistas como otro “insumo”. No se hace mención de que el productor tiene que satisfacer sus necesidades más allá de ser fuente de trabajo. Esto, dicen los autores, es fruto de querer ver todo desde el punto de vista técnico, como si el hombre fuera simplemente un objeto en la producción.  Lo mismo ocurre con la naturaleza, que se convierte en un “factor de la producción” que en ocasiones es remplazada por el “capital”.  Al representar el proceso de trabajo en una función de producción, el trabajo humano y los “factores de producción” pierden sus cualidades particulares; en términos cuantitativos, para producir cierta cantidad de producto, son llamados coeficientes técnicos (Hinkelammert y Mora 2016).

En el proceso de producción capitalista el “trabajo” aparece como una mercancía y su uso se pone a disposición de una persona ajena al trabajador directo. Aquí se presentan tres fenómenos característicos: 1) el producto que se crea es propiedad del capitalista; 2) el trabajador labora bajo el control capitalista; 3) el trabajador se asume como individuo y pierde de vista que forma parte de un colectivo (Marx, Capítulo V, El Capital 1946). Esto tiene una implicación importante que es la enajenación del individuo a tres niveles, y con ella hay un cambio en la relación del hombre con la naturaleza. En primer lugar, se da la enajenación del obrero respecto al producto de su trabajo, que implica que la naturaleza se le presente como algo extraño que no le provee los bienes necesarios para su subsistencia, es decir que hay una separación entre él y la naturaleza. En segundo lugar, el trabajador ya no controla el proceso de trabajo y por tanto, ya no hay este diálogo entre el hombre y la naturaleza que le permitía desarrollar sus capacidades creativas y físicas, es decir, que lo hacían ser humano. En tercer lugar, el hombre pierde de vista que forma parte de un todo orgánico que es el medio natural, y que por tanto, todo lo que le ocurra a la naturaleza le afectará a él como individuo que forma parte de la sociedad, además de que no percibe que los responsables de la actual crisis de la naturaleza que atravesamos es resultado de los procesos histórico que la humanidad ha tenido y no de los individuos aislados.

Conclusiones

Ante todo lo expuesto anteriormente se puede decir que a pesar de que Marx no fue explícito en su planteamiento de cómo debe ser la relación entre el hombre y la naturaleza, es falso decir que no planteó las implicaciones que tiene para la naturaleza el tipo de relaciones de producción entabladas en el capitalismo. En primer lugar, como se mencionó en este documento, la búsqueda de la máxima ganancia y la interminable acumulación de capital provoca que se vea a la naturaleza como un objeto que solo importa en la medida en que puede absorber valor, es decir que se le ve únicamente en términos cuantitativos y, además, se le utilice en función de las necesidades de acumulación del capital y no de las necesidades de la mayoría de la sociedad. En segundo lugar, la enajenación del trabajo del obrero en el capitalismo rompe con la relación de unidad y transformación entre la naturaleza y el hombre, permitiendo que ésta se transforme en un relación de sometimiento violento del hombre hacia la naturaleza. Por estas cuestiones podemos afirmar que es erróneo querer sustituir la lucha de clases como motor de la historia por la lucha de liberación de la naturaleza de la dominación del hombre, pues solo en la medida en que se libere al hombre de su enajenación que le imponen las relaciones de producción capitalistas podrá volver a crearse una relación de unidad y transformación mutua del hombre con la naturaleza. Es decir, pues, que la lucha por la eliminación de la explotación del hombre por el hombre es la lucha por frenar el exterminio de la naturaleza.


Ollin Vázquez es economista por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Bibliografía

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Grundmann, Reiner. 1991. «Cap 2. Ecology, the social sciences, and marxism .» En Marxism and ecology, de Reiner Grundmann, 47-106. UK: Oxford, Press.

Hinkelammert, Franz, y Henry Mora. 2016. «Las condiciones de posibilidad del proceso de trabajo: el proceso de trabajo como proceso técnico y como proceso económico.» En Hacia una economía para la vida, de Franz Hinkelammert y Henry Mora, 69-84. Bolivia.

Martínez, Alier, y Schlupman Klaus. 1991. «El marxismo y la economía ecológica.» En La ecología y la economía, de Alier Martínez y Schlupman K, 253-285. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

Marx, Carlos. 1946. «Capítulo V, El Capital.» En Capítulo V, de Carlos Marx. Fondo de Cultura Económica.

Marx, Carlos. 1946. Capítulo V. Proceso de trabajo y proceso de valorización. Vol. Tomo I, de El Capital, de Carlos Marx, traducido por Wenceslao Roces, 130-149. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

—. 2013. Manuscritos de economía y filosofía. 3ª edición. Traducido por Francisco Rubio Llorente. Alianza editorial.

Organización Meteorológica Mundial. 2019. «Organización Meteorológica Mundial.» El clima mundial: entre 2015 y 2019 se ha acelerado el cambio climático. https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/el-clima-mundial-entre-2015-y-2019-se-ha-acelerado-el-cambio-clim%C3%A1tico.

Quiggin, daniel, Kris De Meyer, Lucy Hubble, y Antony Froggat. 2021. «The risks are compounding, and without immediate action the impacts will be devastating.» Climate change risk assessment 2021 1-53.

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