Abril 2023
¿Cuántos buenos hombres y mujeres han pisado muestra tierra? ¿Cuántos han tratado de influir positivamente en la historia? ¿Cuántos de ésos lo han logrado en alguna medida?
Desde que el gobierno de la 4T llegó al poder llamó la atención su discurso voluntarista, “el problema es de arriba”, “basta un presidente honesto” son frases que siguen sonando constantemente a un año de que les toque a los mexicanos elegir a un nuevo mandatario.
En la concentración convocada por el presidente para conmemorar el 85 Aniversario de la Expropiación Petrolera nuevamente hizo alarde de sus supuestos logros y se mostró preocupado por la continuación de su “proyecto”. Según su perspectiva, el General Lázaro Cárdenas cometió el error de sucumbir a las presiones internas y externas para que su sucesor fuera Ávila Camacho y no Francisco J. Mújica, gran aliado de Cárdenas y quien trabajó en importantes gestiones bajo su gobierno. AMLO aseguró que él no cometería el error de no ir con la persona correcta, que en la mala decisión del sucesor (parece que ahora será sucesora) es en donde se puede torcer el movimiento.
Martín Luis Guzmán en su importante libro La sombra del caudillo retrata y critica la visión propia del caudillismo mexicano, esa que nos hace tomar partido por quien aparenta ser un buen ser humano y nos hace seguirlo ciegamente, no para hacer realidad un proyecto de nación basado en las necesidades y exigencias del pueblo, sino para llevar al poder al líder carismático y reconocido por las masas.
Por esto es necesario recordar lo que algunos filósofos han analizado en torno al movimiento de todas las cosas. Fundamentalmente podemos reconocer dos tipos de movimiento, el externo y el interno, es decir: (1) el que se da por impulso externo de la cosa y (2) aquel que es provocado por el automovimiento, por necesidad de la cosa misma. El movimiento externo depende del impulso que una cosa le da a la otra; el movimiento interno es constante y acompaña a la cosa desde que nace hasta que muere, pues es producto de la necesidad interna de ésta, es un movimiento sin el cual la cosa no puede ser. Por lo tanto, el movimiento por impulso externo siempre será limitado y dependerá de aquel ser que impulsa, mientras que el interno, una vez que forma parte del ser mismo de la cosa, permanecerá como parte esencial de ella.
Desde Lenin, el dirigente de la revolución de octubre, se ha insistido en que lo fundamental es crear una conciencia de clase en donde el movimiento revolucionario esté fundamentalmente motivado por la acción de las masas, de ahí la exigencia de organización y educación del pueblo. La larga experiencia revolucionaria nos ha mostrado que si bien los hombres y mujeres honestos nunca faltan, lo importante no es ponernos al completo servicio y amparo de la buena voluntad, pues siempre hay un contexto que rodea a las personas que siempre es más fuerte que la individualidad de cada uno. Para poder hacer frente a toda una maquinaria de poder es necesario un poder casi tan fuerte como aquél, que se forma con el pueblo organizado y consciente.
Desde los tiempos de Martín Luis Guzmán se puede ver uno de los grandes males que el pueblo de México necesita sacudirse. En sus textos, el novelista y político muestra que muchas veces las buenas intenciones se quedaron en la sola voluntad de ayudar, pues había algo más poderoso que los individuos; algo que no permitía instrumentar medidas concretas para ayudar al país. El futuro de México no debiera depender de la buena o mala elección del sucesor/a aunque se estuvieran haciendo bien las cosas, esto es muestra de que aún no es el pueblo quien está en el poder, que aún falta que se eduque y organice para que en caso de que su representante sea alguien en contra de sus intereses pueda incluso quitarlo del poder.
De ahí la necesidad de organización en México, aunque no le guste al presidente y a sus gobernantes. No son ellos los caudillos de la revolución, ni héroes mexicanos de los que debamos esperar la solución de todos los males. Hace falta trabajar más en el movimiento interno del pueblo de México, y esto siempre espanta a los falsos profetas, a los vividores del discurso de izquierda.
Alan Luna es filósofo por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.