Febrero 2023
El 19 de enero de los corrientes el gobierno de Estados Unidos alcanzó el tope de deuda que por ley está autorizado para pagar sus obligaciones fiscales, cumplir con sus transferencias de seguridad social y otros programas sociales y sobre todo para sufragar los gastos de su inmenso aparato militar. La jefa del Departamento del Tesoro, la respetada economista Janet Yellen ha reconocido que aun haciendo uso de “medidas extraordinarias” a su disposición de acuerdo con nota de The New York Times del 18 de enero, esto solo podría postergar la fecha de default a penas a mitad de año, en junio para ser más precisos. Si esto acontece, sería la primera vez que el vecino del norte cae en default, o sea, en una incapacidad para cumplir con los intereses sobre su deuda.
La deuda de Estados Unidos alcanza los 31 billones de dólares, siendo el país más endeudado del mundo, mientras que su límite de deuda se sitúa en 31.381 billones. Solo la deuda del gobierno federal representó el 102% del PIB en 2022. Este porcentaje se ha duplicado desde 2009, de acuerdo con estimaciones de la Casa Blanca.
Los medios en ese país ya se preparan para lo que será una batalla campal (más) entre el partido republicano y los demócratas, quizás la más encarnizada de la última década. Para incrementar el límite de deuda y evitar la bancarrota, ambas cámaras, la de representantes y la de senadores deben aprobar el aumento del límite o la eliminación de la ley. Y recordemos que los republicanos tienen una ligera mayoría en la Cámara de Representantes mientras los demócratas por su parte controlan el senado.
La hipocresía de uno y otro partido es espeluznante. Los republicanos se niegan a incrementar el tope de la deuda a menos que vaya aparejado con un recorte del gasto excesivo del gobierno federal ahora encabezado por el demócrata Joe Biden; sin embargo, no mencionan, por ejemplo, que el complejo militar industrial completamente financiado con recursos públicos es el mayor recipiente con una suma que alcanza el 22.1% del PIB de acuerdo con datos oficiales (usaspending.gov). La “defensa nacional” es un rubro sagrado que no está a discusión por ninguna de las bancadas, así como otros gastos como el subsidio militar a Ucrania. Convenientemente pugna por recortes en los gastos sociales en un país cuya red de seguridad social está completamente desmantelada y cuyo oneroso sistema de salud se encuentra casi totalmente privatizado.
Los demócratas por su parte no promueven ninguna reforma fiscal que incrementa las tasas impositivas de las grandes fortunas y corporaciones, y prefieren tomar la vía fácil que es incrementar el nivel de deuda pública, lo que aparentemente no representa ningún riesgo para su economía en el entramado actual del sistema financiero con el dólar como moneda clave, un sistema que fue diseñado por Estados Unidos luego de la segunda guerra mundial y que coincidió con su expansión militar por el globo. Cómo no prestarle al bully del mundo.
Estados Unidos sigue siendo el país más rico del mundo, si se mide el PIB en dólares y en términos nominales; sin embargo, en términos de paridad de poder adquisitivo, China ya es la primera potencia económica. En este predominio económico nominal, es instrumental el sistema financiero internacional y en particular, el rol del dólar. La fortaleza de esta moneda radica en gran parte por las políticas económica de su país emisor, por su cumplimiento de las deudas y la confianza de los inversionistas, pero sobre todo por su hegemonía política y militar.
El asunto es problemático sobre todo en conjunción con tres problemas que acechan a esta nación. Uno es el problema del déficit fiscal, hay un gran boquete entre lo que recauda el estado y su enorme gasto público. Otro es el problema en su balance de pagos, ya que presenta un déficit en su cuenta corriente, principalmente, porque sus niveles de importación son mayores a sus exportaciones, es decir, impulsan su consumo doméstico con créditos de países extranjeros. Japón es el mayor acreedor de los títulos del departamento de Tesoro, mientras que China (excluyendo Hong Kong y Macao) se ubica en segundo lugar con el 12% de ellos. Autores como Thompson (2007) alertan de la amenaza que representa esto para la cada vez menguante supremacía de EE. UU. El tercero es que los niveles de ahorro se encuentran en niveles bajos comparados internacionalmente, por ejemplo, en 2019, su tasa de ahorro por hogar como porcentaje del ingreso disponible fue de 9.1%, mientras que en China alcanzó los 34.8% de acuerdo con datos de la OCDE.
La ruptura y la inestabilidad interna contribuye a la erosión de la confianza de los inversores en el dólar y en el gobierno de EE. UU. Por lo que esta nueva lucha entre los dos partidos hegemónicos será un paso más en esta dinámica autodestructiva en la que está embarcada la nación entera desde hace década. Las raíces profundas del problema tienen que ver con las especificidades del capitalismo imperante en Estados Unidos. En un contexto de estancamiento secular y falta de dinamismo del imperio, para Brenner y Riley (2022) hay un cambio estructural en el régimen de acumulación de este país, que llaman capitalismo político, que se caracteriza por una serie de mecanismos de redistribución política de la riqueza de las capas bajas a las altas entre las que destacan, “exenciones fiscales, la privatización de activos públicos a precios de ganga, flexibilización cuantitativa y tasas de interés extremadamente bajas, que incentivan la especulación en el mercado de valores y un gasto estatal masivo dirigido directamente a la industria privada”. A esto hay que sumar el enorme gasto militar.
Una salida para el problema de déficit público es incrementar las tasas de tributación sobre todo de las grandes fortunas y de las corporaciones, que en el caso de EE. UU. están por debajo de otros países desarrollados. En este sentido el año pasado, Biden tímidamente propuso un aumento a la tasa de impuesto corporativo de 21 a 28%, que muy probablemente no será aprobado en el congreso. Y es que como afirman Brenner y Riley, el capitalismo norteamericano opera una redistribución política de la riqueza como vía para incentivar las inversiones privadas, pues la tasa de ganancia y el crecimiento de la economía no se han dinamizado en el neoliberalismo, por lo un aumento de impuestos no genera simpatía a los ojos del capital.
A nivel social se presentan otra problemas y divisiones como las étnico-raciales, las de género, además de las profundas divisiones de clase, la enorme desigualdad, la pobreza y la crisis de violencia y opioide, tenemos el cóctel perfecto para una sociedad fracturada y profundamente inestable que se encamina hacia su propia decadencia. El imperio, pues, se va comprimiendo objetivamente y ensaya innovaciones de ayer y hoy para contener la pérdida de la hegemonía y el dominio global.
Arnulfo Alberto es maestro en economía por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
Fuentes
https://ticdata.treasury.gov/Publish/mfh.txt
Historical Tables | OMB | The White House
Debt and Power: The United States’ Debt in Historical Perspective, Helen Thompson, International Relations 2007 21: 305 DOI: 10.1177/0047117807080198