Julio 2021
INTRODUCCIÓN
La pandemia de covid-19 obligó al mundo a replantearse su cotidianidad y convirtió a la mayoría de los 7 mil 700 millones de habitantes del planeta en damnificados directos o indirectos. Todos, sin excepción, experimentaron una catarsis inesperada con el advenimiento de esta nueva enfermedad mundial. Desde los niños hasta los adultos mayores, ricos o pobres, mujeres u hombres, todos perdieron y siguen perdiendo; sin embargo, esta catástrofe permite avizorar que la juventud, fuerza humana con posibilidades de trabajar y sostener el futuro inmediato, será la más dañada. Sus oportunidades actuales de crecimiento intelectual, cultural y económico y su estabilidad emocional están seriamente amenazados por la pandemia.
La preocupación por el presente y futuro de la juventud y los efectos de la pandemia sobre ella resonaron mundialmente en el Foro Económico de Davos 2021, donde participaron empresarios, académicos, jefes de Estado, organizaciones sociales y culturales. Resulta interesante el discurso del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin (2021), quien afirmó que “en los últimos 40 años el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita se duplicó y las ganancias de las empresas multinacionales aumentaron significativamente, resultando el mayor beneficiario el 1% de la sociedad. Mientras eso sucedía, los salarios se estancaron y los costos de la salud y la educación aumentaron tres veces (…) existe una masa de jóvenes que no son reclamados por la sociedad y asciende a 21% (267 millones en el mundo) que no estudiaron ni trabajaron en ningún lugar, e incluso, entre los trabajadores, el 30% vive con un ingreso por debajo de los 3.2 dólares al día (…) El aumento de los problemas económicos y la desigualdad divide a la sociedad, engendra intolerancia social, racial y nacional, y esa tensión estalla incluso en países con instituciones civiles y democráticas”.
Por su parte, The Global Risks Report 2021 del Foro Económico Mundial sostuvo que existe una generación de jóvenes que ya ha enfrentado las consecuencias de dos crisis globales en una década[1] y advierte que enfrentarán desafíos en cuanto a su educación, futuro económico y salud mental; generación que ya ha sido afectada por la degradación ambiental, el aumento de la desigualdad (de género, intergeneracional, económica y étnica) y diversos grados de violencia social, y recomienda que se deben de hacer inversiones de largo plazo, pues “los jóvenes exigen sociedades más igualitarias, equitativas y sostenibles, pero se siguen encontrando barreras innecesarias y caminos bloqueados. Hay que reforzar los canales para que los jóvenes puedan hacer oír su voz en todos los niveles de gobierno, en los consejos de administración de las empresas y en las organizaciones multilaterales; servir de puente contra las fricciones sociales y disminuir las frustraciones de los jóvenes. La juventud debe tener garantizada su participación en la recuperación mundial. Si no se garantiza a los jóvenes un asiento en la mesa, se corre el riesgo de que sistemas sociales y económicos enteros sean rechazados por esta generación. Los gobernantes deben dirigir un esfuerzo global para abrir vías para que los jóvenes adquieran las herramientas, habilidades y derechos necesarios para un mundo post-pandémico más sostenible” (WEF, 2021)[2].
Esta preocupación no es menor si se toma en cuenta que en el mundo existen mil 300 millones de jóvenes de 15 a 24 años (16.8%) —rango de edad en que empiezan a insertarse al mercado laboral y hacerse cargo ellos mismos de su educación— y, en México, representan un cuarto de población nacional (24.7%)[3]. Los jóvenes mexicanos, antes de la pandemia ya presentaban grandes carencias y dificultades que con la crisis sanitaria actual han crecido. Panorama desolador, futuro incierto.
El presente trabajo abordará la situación socioeconómica y educativa pre pandemia de los jóvenes mexicanos (del rango de edad arriba mencionado), impacto del confinamiento en el status quo derivado de la crisis sanitaria, y las posibilidades de cambio e integración a la sociedad post-covid-19 del sector de la población que pagará una de las peores consecuencias de la epidemia global.
DESARROLLO
México pre-covid-19: economía y educación
El grado de desarrollo educativo de una sociedad está asociado directamente con el crecimiento de su economía. En México, el lento crecimiento económico data de la década de 1980. De 1982 a 2018 enfrentó una serie de crisis —1982, 1994-95, 2008-09— lo que significó para la población poca movilidad social, desempleo generalizado, crecimiento de la economía informal y pérdida del poder adquisitivo del salario. El promedio anual de crecimiento de la economía mexicana de 1980 a 2018 fue de 2.4%, cifra baja si se le compara con el 6.5% anual alcanzado de 1950 a 1981[4]. En 2019 la economía se contrajo hasta llegar a -0.1% y en 2020 a -8.5% en su indicador del PIB.
Es decir, antes de la crisis ocasionada por la covid-19, la economía ya enfrentaba una incipiente recesión, situación derivada no sólo de la gestión económica del licenciado Andrés Manuel López Obrador, sino de la tendencia del lento crecimiento económico nacional (que tiene una explicación estructural[5]) y a la ralentización de la economía nivel mundial[6].
A la par del lento crecimiento incrementó la desigualdad económica. Comparadas las cifras de mediados de los noventa y 2010 disminuyó significativamente la desigualdad del ingreso en México, pero, la magnitud de la desigualdad (con base en los datos de la OCDE en 2012) es mayor de lo que era a principios de los ochenta (Esquivel, 2015). En ese mismo documento, el doctor Gerardo Esquivel afirma que al 1% más rico le corresponde el 21 % de los ingresos del país, lo que trae consigo que el 99% carezca de bienes elementales para su supervivencia. El resultado: aumento del número de pobres: en 2008, 49.5 millones; 2018, 52.4 millones (Coneval, 2019) y en 2020 las estimaciones de especialistas rondan los 70 millones de personas[7].
Del año 2000 al 2020, la población mexicana creció 29%. De sus 126 millones 14 mil 24, el 49.9% tiene una edad de cero a 29 años (población equiparable a los habitantes de Francia) y 24.7% tiene de 15 a 29 años, esto significa que la mitad de la población es joven (Inegi, 2021).
El nivel medio superior en México (jóvenes de 15 años en adelante), en el periodo 2019-2020, tenía una matrícula de 5 millones 144 mil 673, de ellos 51% era mujeres y 49% hombres; el 82% asistía a escuelas públicas y 18% a privadas. El abandono escolar fue de 10.2%; reprobación 12.8% y la tasa de terminación, 65% según Secretaría de Educación Pública (SEP, 2020).
Para el ciclo escolar 2019-2020 la matrícula de educación superior era de 4 millones 61 mil 644: 50.7% eran mujeres y 49.3% hombres; 69.9% asistía a escuelas públicas y 30.1% a privadas, de ese universo solo el 6.1% pertenecía a posgrados. El abandono escolar fue de 7.4% (SEP, 2020).
En cuanto a su inserción al mercado laboral la contratación de egresados fue de 80.7%, 3.4% por debajo del nivel de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 14.5% no participa en el mercado laboral. La informalidad y la sobrecualificación son un problema serio: empleo informal aumentó de 26% en 2010 a 27% en 2017, y el empleo en ocupaciones laborales que no requieren un título de educación superior aumentó de 44% en 2010 a 46% en un año. Como consecuencia de la falta empleo muchos jóvenes tuvieron que emprender negocios. Entre 2010 y 2017, la proporción de egresados jóvenes que eran trabajadores por cuenta propia o dirigían un negocio que empleaba a terceros, aumentó del 12.7% al 13.8% (OCDE, 2019).
En 2018 los jóvenes de 15 a 29 años presentaron las siguientes características: escolaridad de 10.8 grados; 17.4 millones (56.5%) eran parte de la Población Económicamente Activa (PEA), de ellos, 16.7 millones (96.3%) tenían un empleo (población ocupada); por su posición en el trabajo: 66.8% eran empleados (14% trabajaba por su cuenta; 7.4% eran jornaleros o peones; el restante, 3.7% buscó empleo activamente durante la semana de referencia). De la Población No Económicamente Activa (PNEA); es decir 13.3 millones: 52.7% eran estudiantes, 37.9% se dedicaron a los quehaceres del hogar y 4.8% están en alguna otra situación (Inegi, 2019).
La educación de la sociedad mexicana del año 2000 al 2020 evolucionó de la siguiente manera: gente sin ninguna instrucción en el 2000, 12%; para 2020, se redujo a 6%. Personas con preparatoria terminada aumentó en 377% (16 millones 719 mil 457); segmento con instrucción de licenciatura, crecimiento del 817% (14 millones 948 mil 731); población con posgrado creció en 429% (1 millón 667 mil 208) (Inegi, 2021).
México | Censo 2000 | Censo 2020 | Variación absoluta | Variación relativa |
Total habitantes | 97,483,412 | 126,014,024 | 28,530,612 | 29% |
Población 0-29 años | 59,807,985 | 62,977,070 | 3,169,085 | 5% |
15-29 | 27,221,012 | 31,221,786 | 4,000,774 | 15% |
Total 15 y más años | 62,842,638 | 93,985,354 | 31,142,716 | 50% |
Alfabetas | 56,841,673 | 89,320,000 | 32,478,327 | 57% |
Analfabeta | 5,942,091 | 4,456,431 | -1,485,660 | -25% |
Población de 5 años y más* | 84,794,454 | 119,976,000 | 35,181,546 | 41% |
Estudios técnicos o comerciales | 278,394 | 2,052,719 | 1,774,325 | 637% |
Preparatoria | 4,429,711 | 21,149,168 | 16,719,457 | 377% |
Normal básica | 178,093 | 123,608 | -54,485 | -31% |
Instrucción profesional | 1,828,757 | 16,777,488 | 14,948,731 | 817% |
Maestría y doctorado | 388,397 | 2,055,605 | 1,667,208 | 429% |
*En el año 2020 no es de 5 años y más, es de 3 años y más. |
Fuente: elaboración propia con datos del Inegi obtenidos del Censo de Población y Vivienda 2000 y 2020.
Como se aprecia, el grado general de la educación en México mejoró en los últimos 20 años. Estas mejoras generales responden a la diversificación de las opciones para integrar a los jóvenes a los niveles de estudio superior en gran medida por la emergencia de las escuelas privadas, pero esto de ninguna manera hace desaparecer los rezagos que en los países de primero mundo son ya un lejano recuerdo. Asimismo logró que la población estuviera mejor capacitada para ingresar al mercado laboral; sin embargo, esto no se tradujo en mejores oportunidades para encontrar un empleo que les generara los ingresos suficientes para vivir, lo que provocó un estancamiento en la movilidad social y el desarrollo económico. Ake (2019) asegura que, aunque si bien es cierto que un mayor logro educativo puede conducir a mayores expectativas salariales y puede conducir al ascenso en la estructura socioeconómica, en los países de alta desigualdad y pobreza —como en México—, el vínculo movilizador de la educación puede romperse.
La situación de la educación antes de la pandemia no era muy buena, pues en los niveles de preparatoria 1 de cada 10 abandonó la escuela, 1 de cada 10 reprobó, dando como resultado que solo 6.5 de cada 10 lograra terminar su educación preparatoria. En la educación superior los de los egresados 8 de cada diez es contratado en algún trabajo. Estos datos están en consonancia con las características socioeconómicas de la sociedad, considerando que el número de pobres en México era de 52.4 millones, es decir, ante la carencia de recursos económicos y de servicios la población se ve enfrentada a una barrera estructural que la pone en un dilema: educarse o sobrevivir. Esta suposición no es exagerada, pues en el mismo año 9.3 millones de mexicanos estaba en pobreza extrema o lo que es lo mismo, no tenían el recurso suficiente para alimentarse[8]. Este hecho está ligado al lento crecimiento y desarrollo económicos de México.
Juventud en la vorágine
La pandemia ocasionó el confinamiento diferido de la sociedad, una paralización de la economía mundial y un deterioro en la calidad de vida de los jóvenes del mundo.
De acuerdo con el reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo: el 73% de los jóvenes de 18 a 29 años que estudiaban o que combinaban el estudio con el trabajo experimentó el cierre de las escuelas y el 13% no pudo retomar los estudios en línea, situación que fue crítica en los países de ingresos bajos. A pesar de los esfuerzos de las escuelas por asegurar la continuidad, 65% de los jóvenes manifestó que aprendió menos desde el inicio de la pandemia, 51% creía que su educación se retrasaría y 9% que su educación fracasaría (OIT, 2020).
En el campo laboral, los jóvenes de entre 18 y 24 años resultaron los más afectados: 17% dejó de trabajar con la pandemia, sobre todo los que participaban como apoyos administrativos, ventas, servicios y artesanías. Las horas de trabajo disminuyeron una cuarta parte y el 42% indicó que se redujo su ingreso. Al hacerse presente el cierre de escuelas y centros de trabajo, el bienestar mental de los jóvenes se deterioró, el estudio reveló que 17% probablemente sufra ansiedad y depresión, y se vuelve dos veces más probable que los que interrumpieron su educación o empleo sufran ansiedad (OIT, 2020).
A pesar de que los jóvenes reconocen la importancia de las medidas de confinamiento para salvar vidas, también manifestaron que esto había tenido impacto directo en su movilidad. Uno de cada tres consideró que se había menoscabado su derecho a participar en los asuntos públicos y una cuarta parte (27%) tuvo dificultades para ejercer su libertad de religión o culto; el 24% consideró que las imprecisiones en torno a la pandemia deterioraron su derecho a acceder a la información y 21%, especialmente entre los que trabajan, su derecho a la vivienda estaba cuestionada y tenía dificultades para poder subsistir (OIT, 2020).
En México, la pandemia de covid-19 provocó que los sectores productivos cerraran temporalmente, pero que, a la reapertura, muchas empresas no pudieron volver a abrir, pues la demanda de bienes y servicios se paralizó y no tuvieron mercado para sus productos. Este hecho no sólo afectó a las empresas, sino a los trabajadores directos. Por otro lado, la educación en todos los niveles cerró físicas sus instalaciones para cambiarse a la modalidad en línea (a través de la internet); miles de estudiantes jóvenes ya no pudieron seguir estudiando, pues algunos no contaban con computadoras, otros, aun teniéndolas, no tenían internet y otro tanto no tuvo, y continúa sin tener, ninguna de las dos cosas.
A casi un año del decreto oficial mexicano de confinamiento en los hogares (20 de marzo de 2020) las características del empleo son alarmantes: el desempleo total pasó de 12.3% a 17.7%; es decir, de 7 millones 742 mil personas a inicio de año creció a 11 millones 478 mil, 3 millones 376 mil más. Esto afectó más a los jóvenes de 15 a 29 años, 21.3% (3 millones 994 mil) al fin de 2020, 7% más que los no jóvenes; 70.5% de los que trabajan carecieron de ingreso suficiente, 8 millones 914 mil de los trabajaban no tenían seguridad social y 6 millones 787 mil jóvenes carecen de contrato estable (ACFP, 2021).
La estadística certera sobre la afectación en jóvenes mexicanos de preparatoria todavía no existe, la SEP publicó datos correspondientes al ciclo escolar 2019-2020, pero éstos no captan el fenómeno completamente, pues el ciclo inició el 26 de agosto de 2019 y concluyó el 6 de julio de 2020, apenas tres meses y medio después del decretó “Quédate en casa”, que ordenaba el cierre inmediato de las escuelas, —en lo que se hacían las adecuaciones para el tránsito online—, por lo que las evaluaciones se hicieron con lo que se tenía antes de la pandemia. A pesar de eso, existen estimaciones de que 628 mil estudiantes de 6 a 17 años abandonarán los estudios (BID, 2020), falta saber con exactitud cuántos de estos corresponde a jóvenes.
Sin embargo, la educación superior no salió mejor librada. Veintitrés mil 793 estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) abandonó sus estudios, de ellos 17 mil 757 fueron de educación superior (74.6%)[9]. De la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) suspendieron sus estudios 7 mil 700, cifra superior en 229% con respecto de 2019[10].
La incipiente cultura de la ciencia de datos y la poca movilidad social impide saber la situación de los estudiantes indígenas y de los que viven en colonias y zonas marginadas del país. Mientras tanto, se observa que las carencias han aumentado con la pandemia, dado que sus empleos y su capacidad de ingreso han desaparecido o reducido drásticamente, esto traerá como consecuencia inestabilidad emocional.
La economía y la educación son dos variables que están relacionadas directamente en el desarrollo de las sociedades, guardan una relación proporcional; es decir, cuando la economía crece las condiciones para crear un sistema educativo se ven favorecidas y el mercado laboral demanda gente capacitada para operar la estructura productiva. Este desarrollo educativo, a su vez, provoca que la economía sea más competitiva y que esa masa de trabajadores educados sea capaz de generar condiciones de competitividad más eficientes. Las sociedades más desarrolladas son pioneras en la innovación en cuanto a la ciencia y a la tecnología[11].
Ake (2019) sostiene que para que la educación se traduzca en movilidad social deben de implementar un conjunto de políticas públicas que atiendan el problema, por ejemplo, el diálogo entre educación y mercado laboral para mejorar la igualdad de oportunidades, asimismo que la política fiscal y la redistribución del gasto público abonen en el mismo sentido. Variables todas que durante 2020 el Gobierno actual no ha considerado.
Respuesta gubernamental
Con el advenimiento de la crisis sanitaria, la SEP, máxima autoridad educativa del país, fue tomada por sorpresa y se vio obligada a replantear el modelo educativo hasta ese momento imperante. Cuando los países del mundo se habían confinado desde finales del año 2019, México no lo hizo sino hasta tres meses después, cuando decretó la suspensión nacional de clases presenciales de instituciones públicas y privadas en los niveles —básicas, medio superiores y superior— del 23 de marzo al 17 de abril del 2020.
Al decreto le siguió la incertidumbre, pues esta primera acción no contempló el modelo de sustitución de aprendizaje. La SEP informó que las autoridades educativas locales, con la debida oportunidad, “informarán las medidas que se tomarán para recuperar los días escolares que por virtud del presente acuerdo se suspenden, ello a fin de cumplir a cabalidad con los respectivos planes y programas de estudio” (DOF, 2020).
El 20 de abril se implementó el Programa Aprende en Casa con el objetivo de beneficiar a estudiantes con acceso a internet o mediante la televisión —Televisión Educativa y Canal Once—. Esta política atacó parcialmente el problema, pues en 2019 sólo 59.7% de la población de 6 a 11 años tenía acceso a internet y de 12 a 17 años 87.8% y 59% de los hogares contaba con televisión digital (Inegi, 2020). Escuelas y maestros de los niveles medio superior y superior emprendieron la enseñanza a distancia por los medios de comunicación con los que disponían y con las plataformas digitales comerciales a su alcance, no obstante, su implementación generalizada e impacto aún se desconoce. Los resultados de la Encuesta de Movilidad, UNAM (2020), advirtió que sólo el 62% contaba con acceso a internet.
Más allá de eso, la actual administración no tomó acciones que ayudaran a mitigar significativamente los efectos de la pandemia entre la juventud que estudiaba, la que trabaja o la que no hacía ninguna de las dos cosas.
De 47 programas sociales de transferencias monetarias que pueden impactar para disminuir los efectos de la crisis, tres fueron para servicios básicas, 20 para salud y 26 para ingreso. En este último rubro se ubican tres importantes: Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez, Jóvenes Construyendo el Futuro y Jóvenes Escribiendo el futuro. Aunque Estos programas ya existían antes de la contingencia y lo único que se propusieron fue incrementar el número de beneficiarios.
Jóvenes Construyendo el Futuro está orientado a la población de 18 a 29 años que tiene dificultad para integrarse al mercado laboral y tiene prioridad en las comunidades de marginación alta o muy alta, cuyo fin es integrarlos al mercado laboral. Otorgaba una beca de 3,478 pesos mensuales que aumentó a 4,310 pesos en enero de 2021. Al 24 de febrero de 2021 era de 365 mil 498, que equivalía al 1.2% de los jóvenes de México[12]. Mientras tanto, las becas Benito Juárez para el nivel medio superior beneficiaron a 4 millones 93 mil 324[13]; es decir, al 79% de la matrícula. Actualmente se desconoce los datos sobre estas últimas para 2020. Considerando que la población joven de 15 a 29 años es de 31 millones 221 786, las becas benefician a un número insignificante 1.2% y 13.1% respectivamente. En cuanto a los jóvenes que trabajan no se implementó algún programa que ayudara en caso de que hubieran perdido su empleo o que mitigara la reducción de sus ingresos como consecuencia de la reducción de sus jornadas laborales.
Mientras esto sucedía en México, las economías desarrolladas apostaron por medidas radicales para no abandonar a su juventud. Estados Unidos, además de mejorar el ingreso de las familias y aprobar paquetes fiscales que impulsaron una política contracíclica, destinó recursos para mejorar y actualizar las instalaciones, mejorar la calidad del aire en los edificios escolares, abordar la pérdida de aprendizaje de los estudiantes, brindar asistencia a las familias para apoyar a los estudiantes durante el aprendizaje a distancia y hacer un seguimiento de la asistencia y participación de los estudiantes (IDRA, 2021).
Ante el insignificante número de beneficiarios de las transferencias monetarias directas del Gobierno de México hacia los jóvenes, el futuro para ellos es cada día más incierto.
CONCLUSIONES
Retos de la era pos-covid-19
La primera gran interrogante para referirse a la era pos-covid-19 es indiscutible: ¿cuándo terminará la crisis sanitaria originada por la covid-19? La respuesta es complicada, pero ante la incapacidad del Gobierno actual para tomar las riendas de la pandemia y proponer acciones eficaces, en conjunto con la población, la salida inmediata depende en gran medida de la velocidad de vacunación de la sociedad para mitigar los contagios o del descubrimiento de un tratamiento eficiente para combatir al coronavirus SARS-CoV-2 que disminuya significativamente la muerte de mexicanos, pero, sobre todo, de los jóvenes en edad productiva.
La existencia de la vacuna ya es un hecho, pues el mundo tiene conocimiento de 5 tipos aprobados: AstraZeneca, CanSino, SinoVac, Sputnik V y Pfizer-BioNtech. En el esquema de vacunación presentado por el Gobierno de la República prevé que terminará de vacunar al total de la población hasta marzo de 2022. Sin embargo, de acuerdo con los avances de su programación y la cantidad de vacunas adquiridas hasta el momento, permite inferir que los plazos propuestos no se cumplirán. No obstante, considerando el mejor escenario y poniendo por delante a la población prioritaria, los jóvenes menores de 40 años serán los últimos en ser vacunados en el año 2022[14]. Cualquier fecha decretada para volver con certeza a la “normalidad” se desvanecerá si las medidas sanitarias para lograrlo no se cumplen según lo acordado y si no se habla seriamente de medidas económicas para lograrlo.
Los problemas sociales se han agudizando durante la pandemia y con ello la desigualdad en el acceso a bienes y servicios entre los diferentes estratos sociales, pues con la pandemia el número de pobres ronda los 70 millones mexicanos. Ante este panorama, los jóvenes ya observan que las posibilidades de un porvenir mejor que el de sus padres son limitadas. Klaus Schwartz[15], fundador del Foro Económico Mundial, advierte que la juventud actual responderá a esta barrera estructural de manera radical y será más radical que la generación anterior en cuanto a la reformulación del pacto social vigente y a menudo tomará acciones radicales en un intento por evitar la próxima catástrofe ya sea del cambio climático o las desigualdades sociales.
Para transformar la sociedad actual en una mejor, el primer reto será el de reformular el pacto social vigente (uno desigual por otro que brinde las oportunidades suficientes para que todos, donde cada uno de sus integrantes tengan garantizado, por lo menos, lo necesario para vivir dignamente). Para que México logre este desafío debe proponerse cuatro ejes fundamentales: empleos suficientes para la población en edad de trabajar, salarios que garanticen cubrir la canasta básica necesaria, redistribución del gasto social -orientado a suministrar los servicios básicos a los estratos más pobres- y una política fiscal progresiva, pues sólo de esta manera el Estado tendrá los recursos suficientes para financiar el proyecto. Idea que puede parecer utópica, pero que no exige más allá de las posibilidades reales[16].
De superar este primer paso será más fácil superar las barreras estructurales que limitan el desarrollo de la educación de la población y las desigualdades más lacerantes.
El segundo gran reto debe integrar a la juventud en la reformulación de este pacto social estableciendo mecanismos que recaben las ideas, inquietudes y aspiraciones de esa población, no sólo para escucharla, sino para plantear políticas públicas con objetivos definidos que ataquen el problema concreto al que se enfrentan; los jóvenes deben de comprender que los problemas que los aquejan no son exclusivos de los de su rango de edad, sino de 52.4 millones de mexicanos (se estimó que en 2020 esa cifra rondará los 70 millones de personas)[17]. Comprender esta realidad les permitirá comprometerse como agentes de cambio para transformarla inteligente y sensatamente, sin que genere crisis de inestabilidad social.
La juventud con su fuerza vital y por el hecho de ser la más capacitada académicamente para comprender la realidad y transformar, es la mejor capacitada para realizar los cambios sociales. Esto no significa que las generaciones más avanzadas no jueguen un papel importante, sería insensato decirlo, pues ahora mismo, es la generación que detenta el poder en muchos sentidos, mas tiene que conjugarse con la juventud para generar la fuerza transformadora, esto no puede ni debe ser una querella de generaciones.
Sólo si se trabaja desde ahora será posible pensar mañana en una sociedad más equitativa para todos. La juventud debe tomar consciencia de su importancia vital para el cambio y el Gobierno actual, considerarla el su total valía para tomar acciones pertinentes. Si ante las limitantes para su educación, la incapacidad de la sociedad para integrarlos exitosamente al mercado laboral y los problemas de salud mental que traerá el encierro no se toman medidas desde ahora, la factura más cara de esta pandemia la pagará la juventud y la sociedad del futuro inmediato estará en riesgo de desaparecer tal y como la conocemos.
Rogelio García Macedonio es economista por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
[1] Se refiere a jóvenes de 15 a 25 años y a las consecuencias de la crisis económica mundial de 2008-2009 y la presente ocasionada por la Covid-19.
[2] Traducción propia del inglés al español.
[3] Para efectos del presente trabajo se considerará la situación de los jóvenes de 15 a 29 años. Se sigue la caracterización que hace el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en su comunicado de prensa número 393/20 del 10 de agosto de 2020. La Organización de Naciones Unidas sigue otra clasificación, en donde considera jóvenes a la población de 15 a 24 años.
[4] Cifras calculadas con datos del Inegi consultadas en el portal del Instituto en su sección Banco de Información Económica.
[5] Una explicación detallada de esta interpretación se puede encontrar en la escuela de pensamiento económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) que inició con Raúl Prebisch.
[6] Según las Perspectivas Económicas Globales de enero de 2019 el crecimiento económico mundial se reduciría del 3% en 2018 a 2.9% en 2019. El crecimiento de la economía ha estado en vilo después de la crisis económica de 2008-2009, dado que los países desarrollados no crecían a las tasas con las que se habían recuperado de otras crisis. El motor del crecimiento de 2009 a la fecha lo podemos encontrar en los países en vías de desarrollo, particularmente China.
[7] Este dato se obtiene de una estimación que hace el Dr. Gerardo Esquivel Hernández en un trabajo titulado: Los impactos económicos de la pandemia, publicado el 29 de julio de 2020. Ahí compara las estimaciones de especialistas e instituciones que miden la pobrez
[8] El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afirma que la definición de pobreza extrema permite identificar a la población que, aun al hacer uso de todo su ingreso en la compra de alimentos, no puede adquirir lo indispensable para tener una nutrición adecuada.
[9] Nota de Milenio: “Desertaron más de 23 mil alumnos del Politécnico” publicada el 4 de febrero de 2021.
[10] Nota de Milenio: “Durante la pandemia, se dispara deserción escolar en la UNAM” publicada el día 1 de febrero de 2021.
[11] Del Índice Mundial de Innovación 2020 que publica la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), México ocupa el lugar número 55. Es característico que en los primeros lugares estén posicionadas las economías desarrolladas y que al final se ubiquen países pobres (mayoritariamente del continente africano).
[12] Cifra tomada del portal electrónico de Jóvenes Construyendo el Futuro.
[13] Cifra tomada del portal del Gobierno de México: Familias/Beneficiarios atendidos por la Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez 2020-1.
[14] Información obtenida del Plan de Vacunación del Gobierno de México, consultado en https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2021/01/PolVx_COVID_-11Ene2021.pdf
[15] Idea expuesta en Covid-19: El Gran Reinicio (2020).
[16] En Stiglitz (2012), El precio de la desigualdad; Piketty (2014), El capital en el siglo XXI; y en Esquivel (2015), Desigualdad extrema en México.Concentración del poder económico y político, se argumenta a favor de aplicar que aplicar una política fiscal progresiva que puede ayudar a crear una sociedad menos desigual, pues, tal como afirma Stiglitz, será necesario darse cuenta que el destino del 1% más rico está ligado al 99% de la sociedad.
[17] Este dato se obtiene de una estimación que hace el doctor Gerardo Esquivel Hernández en un trabajo titulado: Los impactos económicos de la pandemia, publicado el 29 de julio de 2020.
Bibliografía
ACFP. 2021. Saldo rojo 2020: mayor desempleo y menos ingresos para quienes trabajan. 8º reporte del observatorio de trabajo digno. Comunicado de prensa del 2/2020 del 25 de febrero de 2021.
Aké Uitz, David Salomón. 2019. Educación y movilidad social intergeneracional en México. Tesis doctoral, Centro de Investigación y Docencia Económicas. Consultado en http://repositorio-digital.cide.edu/handle/11651/3866
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