El llamado a la pobreza franciscana: ¿qué hay detrás?

Agosto 2022

Desde sus anodinas mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la semana pasada un nuevo plan para reforzar la austeridad del gobierno. Afirmó que su administración pondrá en marcha una serie de medidas para pasar de la “austeridad republicana” a la “pobreza franciscana”. En posteriores declaraciones del Subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, conocimos las “nuevas” medidas. En resumen, estas tienen que ver con “utilizar de manera más estratégica la liquidez… hacer algún tipo de barridos sobre otros fideicomisos”, “no se van a realizar más viajes al extranjero”, “se van a tomar decisiones con algunas…vacantes” y “que paguen los evasores”. La urgencia por liquidez y reducción de gastos evidencia que el subsidio a la gasolina ha puesto en jaque las finanzas del gobierno federal y ahora se pretende hacer de la necesidad, virtud. Pero el discurso sobre la austeridad de AMLO en beneficio del pueblo mexicano es pura impostura.

Este discurso es una patraña porque, en primer lugar, hay funcionarios de alto nivel en el gobierno de AMLO, personajes de su confianza y adheridos a su “proyecto de nación” que no se atienen a su Ley Federal de Austeridad Republicana; el mismo AMLO presume de austeridad, a sabiendas de que los gastos de su vida, la de su esposa e hijo menor de edad, no los tendrá que solventar con su salario, sino que serán pagados con una partida en el erario público. Segundo, porque ha servido para justificar la reducción de los sueldos de los empleados de la administración pública que sirven como índice para los del sector privado; es decir, que la reducción no solo afecta el salario de los funcionarios públicos, sino también las remuneraciones de los trabajadores del sector privado. Tercero, aunque se hable de austeridad para “liberar fondos al desarrollo” y dé a conocer que la “austeridad republicana” ha generado ahorros por 2 billones de pesos, la realidad es que no se sabe dónde están ni en qué se han gastado de estos ahorros; mientras que el gasto público, y particularmente el destinado a desarrollo social, no solo no ha aumentado, sino que, en el primer semestre de 2022 respecto al mismo periodo de 2021, se redujo el gasto en rubros tan esenciales como salud (-19%) y educación (-13%). Y, finalmente, aunque AMLO dice que “antes le costaba mucho al pueblo mantener al gobierno”, hoy el gobierno le sigue costando al pueblo porque no ha habido ninguna reforma fiscal que haga que sean las grandes corporaciones y sus dueños los que paguen el costo del gobierno.

A fin de cuentas, habría que preguntarnos: ¿a quién sirve un gobierno relativamente pequeño y con aires de pobreza religiosa? En el Reporte de Desigualdad Mundial 2022 del World Inequality Lab se plantea como una de las características más relevantes del fenómeno de la enorme desigualdad actual el crecimiento de la brecha entre la riqueza neta del sector privado y la de los gobiernos. Esta brecha se ha ensanchado porque mientras que la riqueza de los privados (de las grandes corporaciones y sus dueños que componen el 10% más rico) ha crecido, los gobiernos se “han vuelto significativamente más pobres”. El empequeñecimiento de los gobiernos, su empobrecimiento, es uno de los principios fundamentales del neoliberalismo. A fin de cuentas, es restar poder real al Estado en beneficio del capital privado. Como explica el reporte citado arriba, un gobierno empobrecido tiene menos capacidades para instrumentar políticas que tengan como objetivo combatir la desigualdad y redistribuir la riqueza. Es decir, atender en serio los problemas que sufren los sectores más pobres, los de los hogares de los trabajadores (como la actual crisis del agua) requieren de importantes recursos para obra pública.

La austeridad de la 4T es una farsa que se hace a costa del pueblo mexicano. Un gobierno que pretenda liberar al pueblo trabajador del pesado fardo del gasto público está obligado a hacer una reforma fiscal que garantice que los impuestos los pagará fundamentalmente el sector más rico de la población, por un lado; y un gasto social que priorice las necesidades de los sectores pobres: trabajo, remuneraciones dignas, salud, educación, vivienda y entorno urbanos dignos. Estas son las verdaderas demandas del pueblo mexicano y ante las cuales el gobierno de AMLO se ha mostrado absolutamente incapaz y hasta desinteresado de atender.


Vania Sánchez es doctora en economía por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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