Julio 2022
Los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) representan un mecanismo innovador que puede significar la puerta de entrada del mundo a una era multipolar. El grupo fue fundado en 2009, en la ciudad de Ekaterimburgo, a donde asistieron los jefes de Estado de los países miembros: de Brasil, Lula da Silva; de Rusia, Dimitri Medvedev; de India, Manmohan Singh; y de China, Hu Jintao. Sudáfrica se integró en 2011. El grupo no solo es relevante por sus dimensiones demográficas (40% de la población mundial) o económicas (20% del PIB mundial), sino por lo que representa en términos geopolíticos.
Los BRICS se diferencian notablemente de los otros grupos de países que se formaron a finales del siglo XX y que siguen funcionando en la actualidad. El G7, por ejemplo, está integrado únicamente por las potencias norteamericanas y europeas; mientras que el G20 incluye a las grandes potencias capitalistas más algunos países de medianos ingresos de América Latina, Asia y África. En contraste con esta composición, los BRICS se conforman exclusivamente por países que se identifican como parte de ese mundo rechazado, colonizado y explotado por el capitalismo occidental. Estos países, inconformes con el orden mundial comandado desde los centros capitalistas, se propusieron crear un grupo que impulsara los cambios necesarios para crear un mundo multipolar y sin hegemonías.
En sus inicios, coincidentes con la crisis económica de 2008 en Estados Unidos, los BRICS fueron recibidos como una alternativa que podía ofrecer nuevas vías de desarrollo para los países periféricos. Pero el entusiasmo fue breve, pues los países miembros se enfrentaron a problemas internos que impidieron profundizar la cooperación entre las partes. Rusia tuvo que hacerle frente a la desestabilización que surgió en su frontera occidental luego del golpe de Estado de 2014 en Ucrania; Brasil se vio envuelto en una crisis política que llevó a un golpe suave contra Dilma Rousseff; India comenzó a tener varios acercamientos con Estados Unidos como consecuencia de la política del “Pivote a Asia” que implementó la administración Obama; China fue el único país del grupo que siguió ampliando la cooperación con el resto del mundo, lanzando la iniciativa de La Franja y La Ruta, y acercándose más a los países asiáticos, africanos y latinoamericanos.
Este impasse en los BRICS llegó a su final con la guerra en Ucrania. El conflicto provocado por Estados Unidos a través de la OTAN, llevó a los países del mundo a definir su posición en el tablero geopolítico global. Por un lado, los países europeos cerraron filas en torno a Estados Unidos, revitalizaron la OTAN e iniciaron el proceso para integrar a Suecia y Finlandia a la organización militar. Por el otro, la mayoría de los países asiáticos (excepto Japón y Corea del Sur), africanos y latinoamericanos, se negaron a apoyar las sanciones económicas encabezadas por Estados Unidos y optaron por asumir un rol de neutralidad ante el conflicto. En esta coyuntura de galvanización de la política internacional ocurrió la 14 cumbre de los BRICS.
La cumbre le inyectó nueva vida a los BRICS después de un largo periodo de calma. El grupo no solo ha cerrado filas en su negativa a obedecer las órdenes de Washington respecto a Rusia, sino que se ha abierto la posibilidad de que nuevos países se integren en el corto plazo a esta iniciativa. Argentina e Irán ya han expresado el deseo de sumarse al grupo y se espera que en la próxima cumbre el país latinoamericano y el árabe ya participen en la toma de decisiones.
La fortaleza de los BRICS no radica en que los países compartan la misma identidad cultural o ideológica (Bolsonaro, Putin, Modi y Xi Jinping tienen perfiles muy diferentes) sino en que todos los miembros buscan una mayor soberanía para sus países. Esta agenda básica los ha llevado a unirse y a cerrar filas para resistir mejor los ataques que lanza la potencia norteamericana. Los BRICS no rechazan la hegemonía de Estados Unidos para imponer la hegemonía de China, Rusia, Brasil u otro país, sino que buscan un mundo más multipolar, sin hegemonías, que les permita a todos los países elegir soberanamente sus formas de vida (culturales, políticas, religiosas, ideológicas, etc.) sin que se vean constantemente amenazados por una potencia extranjera. Es del interés de los países periféricos del mundo contribuir a la causa justa de los BRICS para que el mundo multipolar que defienden se vuelva una realidad en el mediano plazo. A México le convendría acercarse más a ese grupo.
Ehécatl Lázaro es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y cursa una maestría en Estudios de China en El Colegio de México.