¿Qué necesita México para salir del atolladero?

Por Victoria Herrera
Julio 2021

La sabiduría popular sentencia que no se puede ocultar el sol con un dedo. La crisis económica, política, de seguridad y de salud en México, en ese sentido, no pueden ocultarse y mucho menos con la retórica de los “otros datos”. No es novedad que el país está sumergido en una grave crisis que la pandemia ha venido a empeorar. Los propios informes de instituciones especializadas indican que el empleo ha decrecido y que hasta la fecha 504, 092 empleos formales no se han recuperado. Recientemente el CONEVAL dio a conocer que la pobreza laboral aumentó en un 3.8% a nivel nacional en el primer trimestre de 2021. Sin duda el problema que atraviesa México y los mexicanos es objetivo. De cada 10 mexicanos 3 viven en pobreza extrema y 6 padecen alguna carencia.

Pero por si eso fuera poco, las políticas del presidente en turno, lejos de mitigar tan pesado fardo, en el contexto aciago de la pandemia se imponen con severidad. En lugar de ejercer el presupuesto ya destinado a la compra de medicamento tanto de alto consumo como de alta especialidad o designarlo a la compra de vacunas para el combate al coronavirus el gobierno federal efectuó un subejercicio en el sistema de salud de 26, 792 millones de pesos, mientras que se generó un sobreejercicio de 74, 783 millones de pesos al sector energético y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). En una palabra, la salud no es ni ha sido una prioridad del gobierno actual, por el contrario, la prioridad de éste son sus proyectos emblema (el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas) que lejos de beneficiar al pueblo mexicano lo empobrecen y lo desamparan.

Aunado a esto la crisis de seguridad en México va in crescendo. Solo en el mes de mayo incrementaron en casi 4 por ciento los delitos de homicidio doloso respecto a abril. El proceso electoral reciente fue el reflejo de esa violencia exacerbada que no cesa. En dicho periodo se registraron 90 asesinatos a candidatos, cifra no reportada desde hace veinte años.

Es falso, entonces, el tercer -enésimo en realidad- informe de gobierno de Andrés Manuel López Obrador cuando afirma que durante el proceso electoral y en las elecciones del 6 de junio no hubo violencia, así como la aseveración de que en sus tres años de gobierno los índices delictivos han disminuido. Es falso, incluso, que no hubo una elección de estado cuando en todo momento los medios de comunicación informaron de las amenazas a candidatos y precandidatos, los secuestros de representantes electorales y el recorte presupuestal al Instituto Nacional Electoral sumado a los constantes ataques en su contra.

Frente a esta incompleta y compleja realidad el presidente ha planteado que para gobernar no se requiere mucha ciencia. La solución de los problemas de México, asevera, está en crear medidores económicos alternos a los ya existentes, en utilizar “detentes”, en predicar “abrazos, no balazos” y la lista es larga; no obstante, insiste en “crear una corriente de pensamiento para tener una sociedad mejor… inspirada en lo mejor de nuestra historia nacional…” ¿Una nueva corriente de pensamiento es lo que realmente necesita México para salir del atolladero en que se encuentra? Ya se sabe que el problema de la verdad objetiva no es un problema teórico, sino práctico. Por tanto, “es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento”. Cambiar una idea por otra, una frase por otra, no puede llevar a nadie “más allá de las viejas condiciones del mundo, sino solamente más allá de las ideas de estas”. En suma , la “cuarta transformación” ha combatido principalmente algunas ideas sobre la realidad nacional, pero no ha combatido, ni por equivocación, la realidad misma, el mundo real.


Victoria Herrera es historiadora por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

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