Contra la planificación

Julio 2020

Para realizar acciones positivas de gobierno, el pensamiento estratégico más elemental aconseja partir de un examen puntual de las condiciones concretas en que se desarrollará la acción en cuestión. Este examen implica, por un lado, esforzarse por conocer con la mayor certeza posible la economía, la sociedad y las fuerzas actuantes dentro del país; por otro lado, exige el estudio de aquellas fuerzas del exterior, que afectan directamente o tienen alguna influencia sobre lo que ocurra en el ámbito local. Planificar de esa manera garantiza el buen gobierno en tiempos normales, permitiendo, eventualmente, el bienestar y la paz social. Asimismo, planear la administración desde el conocimiento concreto de la realidad, disminuye el impacto de contingencias extraordinarias (como la covid-19) sobre la población.

No todos los gobiernos se encuentran en las mismas condiciones. Hay países desarrollados cuyas luchas históricas les han ganado la independencia y autosuficiencia económicas; en ellos se puede brindar a los ciudadanos un alto nivel de vida. Aquí, las planificaciones del gobierno no encuentran dificultades inmediatas nacidas del subdesarrollo o la inestabilidad social; incluso, si las medidas que se toman son erróneas, se pueden corregir sobre la marcha sin gran problema. Igualmente, en momentos de emergencia es posible cubrir con recursos estatales, durante un tiempo relativamente prolongado, los costos de la crisis.

Un ejemplo de esto último es Francia. El gobierno de Emmanuel Macron no consideró seriamente el peligro de la pandemia ni en 2019, ni en los primeros meses de 2020. Al no plantear una estrategia efectiva para proteger a la población desde los brotes iniciales de la pandemia -como hiciera, por ejemplo, el gobierno de China-, Francia ha resultado muy afectada: aparte de sus más de 30,000 decesos por coronavirus, sólo en el primer trimestre de 2020 la economía francesa se contrajo en alrededor del 6%; además, la actividad económica se redujo en 36% frente a los tiempos normales. No obstante, las condiciones óptimas del fisco francés le han permitido revirar, inyectarle recursos a su sector salud y pagar más del 70% del salario a los trabajadores que, obligados a confinarse, no tenían posibilidad de trabajar a distancia. Hoy el gobierno de Macron no escatima en medidas contra la covid-19; apoya con suficiencia a una para parte significativa de los desempleados, así como a los negocios que quedaron en bancarrota por inactividad económica.

Otros países tienen largas historias de subdesarrollo económico, de injusta distribución de la riqueza y de enorme dependencia de las economías avanzadas. En estos casos la planificación política resulta sumamente difícil, pues parten de circunstancias muy desfavorables. En ese sentido, para salvar los obstáculos, es más que imperativo que el estratega político fundamente sus propuestas en las características concretas de su sociedad y, haciendo el uso más ventajoso posible de los pocos elementos que tiene a mano, enfrentar la adversidad en la medida de lo posible. México pertenece a este grupo.

En vísperas de la pandemia, y mucho antes del arribo del morenismo al poder, las condiciones nacionales eran negativas. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador recibió un país con problemas graves, los cuales no sólo no han disminuido al día de hoy, sino que se han intensificado. A eso se sumó la pandemia del coronavirus. En esta situación extraordinaria, las condiciones negativas del país exigían un análisis crítico y una planificación precisa para enfrentar la crisis. No obstante, el obradorismo, peleado con cualquier intento científico de administrar los problemas del país, ha fomentado irresponsablemente la expansión de la Covid-19. Es así porque no se asegura en lo más mínimo la vida de los mexicanos durante el confinamiento. El gobierno no habilita, por ejemplo, la simple medida de distribución nacional de víveres para la gente; tampoco se emprenden las medidas de retención del virus recomendadas por la OMS, no se destinan recursos suficientes al abastecimiento del sector salud, no se exige el uso de mascarillas y no se realizan pruebas para el correcto control del virus; finalmente, desde hace ya varias semanas el presidente invita a salir a la gente en el momento de más mortandad en nuestro país. Los mexicanos estamos a la deriva. La total ausencia de planificación muestra, una vez más, que el gobierno de Morena nunca fue, no es y no será, una esperanza para México.


Anaximandro Pérez es Maestro en Historia por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.

Scroll al inicio