Por Jorge López Hernández
La infraestructura, es de gran importancia para el desarrollo económico y social del país, ya que influye en la formación del Producto Interno Bruto, en la productividad de los insumos productivos y de las empresas, es decir, ante mayor infraestructura, la productividad de los factores productivos (tierra, trabajo y capital) aumenta y mejora el crecimiento económico. Dada su importancia, el estado debe procurar la inversión pública para mantener y crear infraestructura que permita al país incrementar la riqueza, ser más competitivo y generar un mayor bienestar a la población.
¿Cuál es la situación de la infraestructura en México? Si se revisa el gasto público en infraestructura, se observa que la inversión en este rubro ha sido insuficiente. De acuerdo con el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), a partir de 1982, la inversión en infraestructura tuvo drásticas reducciones en todos los sectores; además, se redujo el gasto en mantenimiento. De 2001 a 2006 el nivel de inversión pública fue de 4.2% del PIB en promedio anual; en el periodo de 2006 a 2012 fue de 5.1% del PIB en promedio por año. Sin embargo, a partir de 2015 el gasto en inversión disminuyó, llegando a representar el 2.9% del PIB en el PEF 2020.
El bajo nivel de inversión pública en infraestructura en los últimos 30 años ha provocado un déficit en caminos, carreteras, redes ferroviarias, puertos, conexión a internet, redes de agua potable y de saneamiento, escuelas, hospitales, sistemas de riego, etc. Por ejemplo, de 1994 a 2016 el crecimiento de las vías ferroviarias fue de apenas 0.3%; el promedio de suscriptores a banda ancha en México es de apenas trece por cada 100 habitantes, mientras que el promedio de los países de la OCDE es de 30; la infraestructura hidroagrícola en el sur de México es muy baja, solo cuenta con el 9% del total existente (esto explica en parte, el rezago de la agricultura en esta zona del país); la red de agua potable a nivel nacional no tiene la capacidad de satisfacer la demanda del vital líquido, tiene un déficit del 14.6% aproximadamente; en 2015 había un rezago de 9.2 millones de viviendas(CEFP)
“El presupuesto para 2020 contempla una disminución del gasto en inversión pública”
Dada la importancia y el rezago en infraestructura que padece México se podría pensar que el gobierno de AMLO destinaría recursos suficientes para invertir en infraestructura y así cambiar la situación actual. Sin embargo, el presupuesto para 2020 contempla una disminución del gasto en inversión pública de 5% con respecto al gasto del 2019 (CIEP). Además, al analizar la distribución del presupuesto en este rubro, se observa que, de cada 100 pesos que el gobierno invertirá, 50 son para Pemex, 3 para salud, 2 para educación, y 43 centavos para el abastecimiento de agua (MÉXICO EVALÚA). La mayoría de los recursos se destinarán a los proyectos prioritarios de esta administración, como la construcción de la refinería de Dos Bocas, el corredor transístmico, internet para todos y la construcción del aeropuerto de Santa Lucia, que en total concentran el 94.6% del presupuesto de inversión.
Lo anterior implica que no se atenderá el rezago en infraestructura; es más, se olvida, se deja de lado la inversión en este rubro. Esto es un error gravísimo, ya que condiciona al país a un bajo crecimiento económico, además, impide al estado cumplir con su obligación de otorgar servicios básicos a toda la población. Ante esta situación, se pierden todas las esperanzas de que el país logre tasas de crecimiento económico mayor al 4% y de tener un modelo de bienestar similar al de los países nórdicos.
México necesita diseñar, proyectos estratégicos de infraestructura pública con visión de mediano y largo plazo, que funcionen como base y motor de la economía mexicana. Solo así, nuestro país se encaminará en el camino correcto del crecimiento y desarrollo económico.
Jorge López Hernández es maestro en economía por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
avpa_jorge@hotmail.com