La educación superior no es garantía de empleo

| Por Irving Góngora

El 12 de agosto se llevó a cabo en México el “Día Internacional de la Juventud” en el que diversos colectivos y autoridades abordaron la problemática de las altas cifras de desempleo que atañe a este grupo etario. Para combatir este problema, el gobierno ha dedicado diversos apoyos monetarios para que los jóvenes inviertan en su “capital humano” mediante la formación laboral y educativa. Considero que estas medidas, dirigidas al individuo, no son suficientes para abatir esta problemática laboral, si no están acompañadas de acciones gubernamentales para regular los mercados de trabajo, ya que en un país como el nuestro existen grandes obstáculos como la desigualdad, la pobreza y la baja movilidad social. Para muestra de esto, a continuación, se presenta el caso de desempleo de jóvenes profesionistas, mismos que, si tienen problemas de empleabilidad se debe a carencias del mercado de trabajo y no de los individuos.

Conseguir un empleo, que en este escrito consideraré como sinónimo de “éxito laboral”, no se explica solo por la cantidad de “capital humano” adquirido, sino, también, por muchos otros factores. Por desgracia, en la actualidad, dicho “capital” busca presentarse como la única vía para explicar la inserción laboral. Así, por ejemplo, en diversos contextos podremos escuchar cosas como: “que alguien es pobre porque no le echó ganas”, que “si yo pude, toda persona puede”. Detrás de estas palabras se haya la noción del mérito que responsabiliza al individuo por el resultado de sus decisiones y acciones, aciertos y errores.

De acuerdo con la teoría del “capital humano”, se esperaría que mientras más años de escolaridad tengan las personas, mayores serán sus posibilidades de obtener un empleo y, además, con altos ingresos. Como acierto para esta teoría, se ha documentado que en países con mayores niveles de igualdad económica y movilidad social existe, de hecho, cierta correlación entre el nivel escolar y la obtención de empleo. Sin embargo, en países como el nuestro, con mayores brechas de desigualdad, tal relación dista de ser lo esperable; aquí, diversas investigaciones han hallado que tener educación universitaria no es suficiente para lograr el éxito laboral. Tal parecer que el logro educativo, aunque se ha vuelto condición necesaria, no podemos considerarla como condición suficiente, y menos aún en países con altas brechas de desigualdad. Si no hallamos solución para los problemas estructurales de México, las diversas acciones llevadas a cabo por los jóvenes como: la acumulación de experiencia laboral y estudios de posgrado, tendrán poco impacto para que logren emplearse. 

“Conseguir empleo para los jóvenes es difícil, pero es incluso más para los jóvenes profesionistas”

A continuación, presento las cifras de desempleo para la población mexicana con estudios de licenciatura y más según los diversos grupos de edades. La tasa de desempleo se construye mediante la razón del total de personas que no están ocupadas (formal o informalmente) y están buscando activamente empleo entre el total de la Población Económicamente Activa (PEA); es decir, dicha tasa nos ayuda a conocer cuántas personas, a pesar de seguir buscando empleo, no lo han conseguido. Elegimos a los jóvenes profesionistas porque éstos tienen los mayores niveles de escolaridad en el país lo que se traduce en ventajas, en comparación con sus pares que carecen de estudios universitarios, para lograr empleo. Estos datos fueron tomados del segundo trimestre de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que realiza el INEGI.

Por un lado, se puede observar que las tasas de desempleo para la población total y para los profesionistas son 3.54% y 4.23% respectivamente, lo que indica que la población con más estudios tiene cifras de desempleo 0.69% mayores que la media nacional. Por otro lado, se aprecia que son precisamente los jóvenes quienes presentan cifras más alarmantes de desempleo. Para el total de la población, el grupo de 20-24 años presentan tasas de 7.16% mientras que el de 25-29 años de 4.81%. 

Ahora bien, si nos detenemos en el caso de los profesionistas esto se torna más alarmante, pues para los mismos grupos de edad se presentan cifras de 11.48% y 6.44%, respectivamente. Por tanto, los jóvenes, incluso lo que tienen licenciatura y más, presentan desempleo hasta tres veces mayor que la media nacional.

Podemos concluir que conseguir empleo para los jóvenes es difícil, pero es incluso más para los jóvenes profesionistas; y no hablamos de conseguir trabajo bien remunerado o con excelentes condiciones, sino tan siquiera conseguir una ocupación. Podremos suponer un sinfín de cosas que explique por qué los jóvenes profesionistas carezcan de empleo. Pero si consideramos que estos jóvenes y sus familias han invertido, al menos, 15 años en la formación educativa los réditos no se han traducido en éxito en los mercados de trabajo. 

Si invertir en capital humano, educativamente hablando, no es suficiente para conseguir trabajo, entonces ¿de qué depende el éxito laboral? ¿qué más pueden hacer los individuos para lograr insertarse en el mercado de trabajo? Parece que la respuesta no está en las características de los individuos, sino en la estructura misma del mercado de trabajo y sus desigualdades. Desde lo aquí analizado podemos decir que no basta el mérito individual para el éxito laboral y que las acciones que prioricen al individuo no son suficientes si éstas no van acompañadas de intervenciones profundas en los mercados de trabajo.

Es necesario que las políticas de gobierno den cuenta de la complejidad de factores que intervienen en lograr una ocupación, pero también es indispensable que los ciudadanos sean conscientes de tales dificultades. El éxito en las personas depende de la cantidad de vacantes reales en los mercados. Sin tales vacantes poco servirá que el individuo acumule más capital humano. La exigencia de la ciudadanía para la intervención gubernamental en los mercados de trabajo es tan loable como exigir que la ciudadanía se prepare más.

Irving Góngora es maestro en ciencias sociales por El Colegio de México. Opinión invitada.
igongora24@outlook.com

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